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La mejor postura antiálgica

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domingo, 30 de enero de 2011

30 de Enero. Ya pasó. No fue para tanto.

45 AÑOS: ci sono cose che non si possono credere: 45 AÑOS


Cuando Luisa dejó de quererme, mi corazón inició un proceso de criogenización irreversible. Así que su baja temperatura estuvo a punto de fulminar el resto de mi organigrama, tomé la decisión de arrancármelo. Sí. El corazón. Total, para qué. Había jurado sólo quererla a ella. A Luisa. Y la palabra dada, la promesa, desde siempre había sido sólida divisa entre los hombres y mujeres de mi realengo.


Una tarde de domingo, coincidiendo con mi cuadragésimo quinto aniversario, y lloviendo todo el agua del mundo, me armé de impermeable de Gore Tex* y ascendí por las pendientes que llevan a las cimas del Ganekogorta, el monte que con sus casi mil metros guarda las alturas de mi ciudad. Bilbao.

Llevé hasta allí mi corazón enjaulado en una caja de cartón de vino de crianza de bodegas Marqués de la Piscina, y pisé cumbre a eso de las trece treinta. La cortina de agua no permitía ver más allá de los dos metros veinte, así que cuando desalojé la caja y empezó a rodar mi corazón ladera abajo, dirección Alonsótegui, lo perdí de vista, ay, quizás más rápido de lo que hubiera deseado.

Un tiempo decididamente septentrional asoló la costa cantábrica durante las semanas siguientes. El viento helado llamó a la nieve, y ésta colmó con un grueso manto todas las cumbres. Cada tarde, volviendo del trabajo en mi Opel Vectra atisbaba desde Enekuri la blanca loma del Ganeko, preguntándome bajo qué porción de aquel albo velo reposaría mi antiguo músculo irrigador. Ya no pensaba en Luisa apenas, y algo así como una sabia cicatriz interna iba purgando el desconsuelo originado por el vacio in-pectore.

El tiempo hacía de las suyas avanzando sin demora, y Euskalmet predijo –y se cumplió- la llegada de un tenue viento Sur que desaguaría de plata las cimas de los montes vocineros.

Desde Enekuri fui viendo pues, tarde tras tarde, cómo el Ganeko se iba poblando de parches y de calvas que mostraban su pardo carácter intestino. Quedó, sin embargo, un breve nevero que se obstinó en su blancura, y que perpetuó más allá de los gélidos vientos una pequeña mancha inmaculada en su blancor, y que fue atrayendo con el paso del tiempo la atención de todo ciudadano.

El breve nevero fue gritando su albura bajo el sol de febrero, de marzo y hasta llegó a obstinarse bajo el calor de un abril gratamente primaveral. Ante la bizarra anomalía, se creó un comité científico que estudiase el insólito percance natural que impedía la fusión de la nieve. Yo me fui sintiendo cada vez más azorado, pues aquello no podía obedecer a nada que no fuera el efecto gelizador de mi otrora rimbombante corazón.

Al fin, horadando estrato tras estrato, llegaron al deus ex machina, y el mismísimo alcalde Iñaki Azcuna portó la voz en rueda de prensa para proclamar a la comunidad científica internacional que era una vez más, Bilbao, el centro y ombligo del planeta mediático. Un corazón, vociferaba incrédulo e impetuoso ante las cámaras, era un corazón a la intemperie, que mantenía sus constantes a pesar de –o gracias a- la gélida periferia que generaba.

Inmediatamente hallaron en el Hospital de Basurto un huésped al que implantarle el insólito órgano. La lista de espera iba siendo ya kilométrica debido al efecto negativo que la ley del carnet por puntos había operado en la cadencia de corazones donantes.

A mis 45 años me arranqué un corazón incapaz de irradiar calor. Acariciaba bajando por Enékuri cada tarde el enorme e irregular costurón que me quedó en el pecho. Una ladera verdosa y uniforme reflejaba la luz dorada del último sol. En algún lugar de esa ciudad, Luisa cada vez se difuminaba más y más hasta desvanecerse por completo.

miércoles, 26 de enero de 2011

INTERZONE

Con Alemania guardo pocos vínculos salvo El lector de Berhnard Schlink, La Montaña Mágica de Mann, y supongo que un 60% de la obra de Hesse. Hubo un tiempo que cada verano me leía Sidharta, y los alternos Bajo las ruedas.
También de Thomas Mann leí Los Buddenbruck debido a una compañera de pupitre te-u-tona que vino a mi vera desde Baviera traída por los aquellos primeros Erasmus de los últimos 80´s. A pesar de toda su germanía recuerdo que se llamaba simplemente Ana, pero que era aria como una valkiria de Wagner. De éste nunca he sido muy partidario con toda esa trompetería que siempre le ha dado a Woody Allen ganas de conquistar Polonia.
Lo que voy a dejar aquí estampado es un documento sonoro de un grupo de rock alemán. Compré la cinta quizás más llevado por la portada de la cassette, en Disco Play, cuando antes de dedicarse a vender exclusivamente por revista postal contaba con una estupenda megatienda en la calle Correo de Bilbao.
Sé que me acompañaba mi hermano. Tendría doce o trece años, quizás menos, mi hermano.
E INTERZONE entró en nuestras vidas. Acabo de tropezar con sus rocks y sus blusses aquí en el totum revolutum que es esta vorágine de Red antes de la era Sinde, y me ha recorrido un escalofrío por la espina dorsal. Aquí lo cuelgo como homenaje a quellos tiempos en los que escuchaba a estos muchachos mientras levantaba mis mancuernas los sábados por la mañana.
Et voilá:

sábado, 22 de enero de 2011

LUCAS FIGUEROA

Tras los globos de Oro se acercan los Oscar, los Goya... Vaya con Ricky Gervais. Este año lo ha hecho más entretenido de lo que era de esperar, y así ya no se le esperará más para presentarlos.
Esta edición, aquí, se lo llevará todo Itziar a pesar del bilbaíno. Y hasta puede que tenga alguna opción con lo del tío Oscar.
El cine desde luego estará en crisis, todo lo que tú quieras, pero hoy no he encontrado entradas ni para El discurso del Rey ni para Más allá de la vida. Bajan las persianas de las salas y los pocos que quedan no dan abasto con los que nos queremos refugiar del frío regalándonos la vista con lo que rueda el octogenario de Esatwood.
Y va pasando el fin de semana. Aún me queda el domingo. Tras la salida matinal en MTB, me haré un pase privado de Lubitsch: El bazar de las sorpresas. Y a la tarde literatura. Algún cuento nevado de La reina de las nieves y si Si no creyera en la locura, y ahondar en Sunset Park. Algo de trabajo y preparar el lunes.
Sin salir del cine, aquí le dejo al bueno de Maurizio, y en plan homenaje, el corto que casi se lleva el Goya hace dos años. Se trata de Ci sono cose che non si dimenticano mai. Un poco al estilo de Javier Fesser y que podrá ver sin tener que leer los subtítulos.

Porque hay cosas que nunca se olvidan
Cargado por laorilla. - Programas de ayer por la noche y clásicos de TV, online.

Según volvíamos a casa tras el malogrado intento de hospedarnos en los Gólem durante hora y media, veo para mi asombro y desventura que Ian Anderson viene a bilbao. Paso por la Sala BBK de la Gran Vía, y ante mi perplejidad veo su silueta de Garza en el cartel, anunciado su concierto para el día 8 de febrero.
¿¿Puede haber mayor desdicha?? El día 8 salgo para Tarragona. No viajo en todo el año, y justo ese día me lleva la empresa a hacer el idiota en Cambrills o en Salou, aún no lo sé. Sólo que salgo ese día. Horreur.
Colgaré otra gema de estos músicos maravillosos.
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martes, 11 de enero de 2011

JUDEE SILL

Acabo de leer el Malogrado, y ahora estoy con El almuerzo en casa de Ludwing Wittgestein. De fondo oigo The kiss de Judee Sill. No me la puedo sacar de la cabeza. Me estoy obsesionando con su melodía al igual que Glen Gould con la variaciones Goldberg.
La letra podría ser de Santa Teresa de Jesús con el "amor surgiendo de la niebla, llenando sus sueños con rayos de fuego", con momentos de éxtasis absoluto como esas  "estrellas explotando en el cielo", aunque esto ya seguro que se debía a sus clímax lisérgicos. Anyway, una pena lo de esta chica. Sus melodías maravillosamente barrocas me envuelven y me ponen muy triste. Al igual que otra voz prontamente segada, como lo fue Eva Cassidy, me sumerge en una profunda melancolía que me incita a dejar de escucharla para sentirme mejor.
Pero estoy leyendo a Bernhard, qué mejor ambiente que este The Kiss o Jesus was a Cross maker

sábado, 8 de enero de 2011

BIUTIFUL

Los Reyes me susurraron al oído que fuera a ver BIUTIFUL y fue el mejor de sus regalos. Vuelto del revés salí a la 13:00 de la noche de la sala. Inside Out.  Con la historia de Uxbal a flor de piel. Con la intención de Iñarritu de abrirme los ojos de una forma tan descarnada y tan bella. Con los bolsillos llenos de piedras.
Previamente vi en Bloomberg una entrevista de Charlie Rose a Bardem y a Iñarritu. Ese fue, de hecho, el susurro de los RRMM.
Uxbal es, estirando mucho la goma, el Roger Casement de Barcelona. El 31 de Diciembre acabé El Sueño del Celta, y la esclavitud y la explotación del débil vuelven como leit motiv otra vez con BIUTIFUL.
Problemón inmenso que se despliega cada día a las puertas de nuestras casas y que no sabemos ni cómo plantearnos. Dando la espalda mientras te pones la venda. Asumiendo la culpa de nuestras anteriores generaciones que como Atila campearon en América y en África. Abriendo el analgésico y ridículo grifo de la limosna. Pero hay solución acaso?
Lei la novela sentado al alimón en el ordenador subiendo en Google Earth a vista de pájaro por el río Congo y por los brazos del Amazonas en Putumayo. Pero esas zonas vuelven a cancerarse después de tantísimos años. Y como si no hubiera pasado nada el coltán sustituye al caucho y se convierte en nuestra nueva vergüenza. Los microchips de mi máquina necesitaban el nuevo oro que se extrae en las minas-cárcel de Africa.
Uxbal se lucra pero su oficio le enfanga con la verdad. Su tristeza, más allá de su vacía infancia y de su herida familia, tiene que ver con el desgaste emocional que le provoca el roce con los sótanos de Barcelona.
Esos sótanos que yo no veo en Bilbao porque no soy como Uxbal ni Casement. Que sé donde están, las zonas los barrios. De los que Iñarritu me abre las puertas. Pero son sótanos felizmente invisibles para mí.
La clase media es un colchón mullidísimo que lo silencia todo.
Sí, tú.



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domingo, 2 de enero de 2011

THE MISFITS. VIDAS REBELDES

He despedido el año con Huston. Vidas rebeldes. No precisamente el mejor Huston. Estaba claro que el plantel de monstruos que hicieron esta película sólo estarían en estado de gracia si les rondaba la parca.
Así Clark Gable que moriría 11 meses después tras un agudo miocardio, o la propia Marilyn que casi en plena separación con Arthur Miller, dejaría el mundo por su mano no mucho después. Para ambos, The Misfits es casi su legado fílmico, sus últimas apariciónes en un film completo como protagonistas.
John Huston tendría que esperar a estar moribundo para rodar su obra maestra: Los muertos, o Dublineses, según se prefiera. Por cierto, aquí tenemos a MM leyendo ni más ni menos que el Ulysses.
Vidas Rebeldes se mantiene justamente por esas dos interpretaciones, Gable y Monroe. El primero llegó a decir que era la película en la que había actuado por vez primera, ya que en las anteriores, sencillamente, estaba. Y de M.M. Díos mío, que puedo decir. Que está fabulosa. Letra a letra, a-d-o-r-a-b-l-e. No sé si se equivocaba mucho en el rodaje, o si se olvidaba a menudo de sus frases, o si exasperaba a Gable con unos insufribles retrasos, pero lo cierto es que siempre me ha parecido una actriz inmensa desde su pequeña aparición en Amor en conserva de los Marx hasta  esta Roslyn Tabor.
Y luego está The Misfits como catalizador, esto es, como facilitador de el maravilloso reportaje fotográfico que hizo la agencia Magnum sobre el rodaje de la película. Et voilá una pequeña muestra.



Del resto, qué puedo decir, no soy muy Cliftiano, y de hecho me gusta mucho más el papel y la interpretación de Eli Wallach que la de Montgomery.  Me apena Gable a dos pasos de su muerte. Qué estupendas fotos dejó sin embargo con Monroe en ese desierto de Nevada, donde él mismo, el paisaje, se convierte en otro protagonista fundametal en la trama.
Veo en la escena de la caza del garañón la metáfora de la propia Marilyn enlazada por la fama, por su atractivo sexual, por su cliché de superficial y mala actriz, y por el lazo de su desamparo desde la niñez. Al final todos los lazos la doblegan y la tumban en medio del desierto de Nevada.