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La mejor postura antiálgica

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viernes, 29 de abril de 2011

VICKY PEÑA

 Acabamos de llegar de ver UN TRANVIA LLAMADO DESEO.
I-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e.
Tras nadar entre lo clásicos del Hollywood con LOS DOMINIOS DEL LOBO, voy esta tarde y me zambullo en Tenesse Williams. De cabeza. Diving to the deepest.
Todo bien. La dirección de actores de Mario Gas. El decorado... Pero. He de hacer un alto para postrarme ante la interpretación de esta actriz. Vicky Peña. No ha sido posible evitar comparar cada actuación en escena con sus actores correspondientes de la película de Kazan. Salvo la de Vicky Peña. A los diez minutos me olvidé completamente de Vivian Leigh porque esta mujer es en sí misma su propia referencia. Creciendo y creciendo hasta la necesaria sobreactuación de las últimas escenas que la llevan al sanatorio psiquiátrico. Durante la primera parte la vi desde  delantera de palco, pero en el descanso me dejé caer a un asiento vacío en la cuarta de butaca de patio y entonces fue el apogeo del tranvía.


Roberto Álamo me ganó con su Urtain (me senté a un lado del cuadrilátero que se montó en el propio escenario) y vi desde primera fila cómo se ganó a pulso el Max del año pasado. Pero aquí no lo he visto. La sombra de Marlon Brando es demasiado larga, y también hay que decirlo, no era tarea fácil. No sólo era cuestión de enseñar el torso de boxeador. Ni siquiera se ha puesto la camiseta blanca de tirantes.
Alex Casanova sin embargo ha moldeado sabiamente los mimbres que le pasó Karl Malden y ha recreado un estupendo y creíble Mitch.
 
En cuanto a la historia, no recordaba que Stanley violara a Blanche la noche que Stella pasa en el hopital. Tendría que volverla a ver para recordar cuál es el motivo puntual que hace que Blanche acabe de desbarrar. Es posible que el giro argumental que he visto en escena no fuera apto para las pantallas del Hollywood de los años 50.
Punto negativo: el Teatro Arriaga que cobra delantera de palco al precio de Butaca de Patio para asientos en los que tienes que contorsionarte para ver el escenario en su totalidad. Es lo único. Porque por lo demás hemos salido encantados con esta actriz maravillosa.
¿Ariadna Gil? Sin más. Correcta. Je, je. Es que nunca ha sido de mi devoción,

jueves, 28 de abril de 2011

LOS DOMINIOS DEL LOBO

Siempre me cuesta horrores imaginar el rostro de los héroes que leo en las novelas. Nos ocurrirá a todos. Si me concentro un poco, y les hago un primer plano haciendo un alto en la lectura, me salen desenfocados, como Robin Williams en el cuento de Desmontando a Harry, una de las películas que más me gusta de Woody Allen, si no la mejor.
En Los dominios del lobo, sin embargo, ha sido pasmoso comprobar cómo casi todos los personajes aceptaban sin protestar las caras de Dana Andrews, Humphry Bogart, Dick Bogarde, Walter Houston, James Cagney, Gene Tierney, Fred McMurray, y desde luego una Barbara Stanwyc muy muy jovencita interpretando a Virginia Wainscott, junto a Robert Mitchum en la piel del insensible Wes McMullan.
Si pudiera tomarme unas cañas con Javier Marías, le iría diciendo con qué actor he emparejado cada uno de sus personajes y estoy casi seguro de  que coincidiría en más de un sesenta por ciento.
Muy bien traídos el intro y el epilogo. Uno contándonos cómo se cocinó el libro en París -impagable anécdota- por un joven bien acomodado que se exilaba a cama puesta pidiéndole casi permiso a los padres para ir a ver películas a la cinematheque fancesa; y el otro, jugosa reflexión sobre la literariedad de las novelas, a veces quizás rozando cierta autojustificación ante la crítica del momento, cuando maldita la falta que le hacía.
Lo cierto es que Marías me ha dado momentos inolvidables con Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí, y todas la almas. Ir a la fuente primera ha sido todo un placer por lo atípico y original de su debut. 

viernes, 15 de abril de 2011

ASTRUD GILBERTO



You know that it would be untrue
You know that I would be a liar
If I was to say to you girl
We couldn't get much higher
Come on baby, light my fire
Come on baby, light my fire
Try to set the night on fire
Oh, the time to hesitate is through
There's no time to wallow in the mire
If I was to say to you
That our love becomes a funeral pyre
Come on baby, light my fire
Come on baby, light my fire
Try to set the night on fire
Yeah, yeah, yeah, yeah
Oh oh
Mmmm, yeah
Oh oh
Light my fire
Light my fire yeah yeah
Mmmm, yeah
The time to hesitate is through
There's no time to wallow in the mire
Try now we can only lose
And our love becomes a funeral pyre
Come on baby, light my fire
Come on baby, light my fire
Try to set the night on fire
Yeah
Come on baby light my fire
Come on baby light, light my fire
Light my fire, light my fire, light my fire
Whoa, yeah
Light, light, light, light, light, girl
All you've got to do is light my fire
You gotta light it girl
You gotta light it yeah
Light my fire, light my fire, light my fire,
Whoa, yeah
Light, light, light, light, light, girl, girl




El miércoles. 13 de Abril. Mi padre cumplió setenta y un años. Tan lejos de la tierra que le vio nacer y tan de acogida en ésta, y tan a gusto también en La Rioja. Esto es un homenaje que le hago a sus manos abruptas, a su pequeña cicatriz en la frente, a su forma de echarse el sombrero a la derecha, a la dedicación y adoración que mantuvo por su mujer hasta el cinco de diciembre del pasado año, a su firme compromiso de cambiar de coche cada cinco o seis años, a su tardía pero entregada afición a la lectura, a su mentalidad y actitud de ingeniero sin diploma, y a esos cafés tan negros que tantas veces compartimos.  
Porque muchas veces me ha encendido el fuego. Y porque también Astrud Gilberto nació como él en mil novecientos cuarenta. Y porque me encanta esta versión de The Doors

lunes, 11 de abril de 2011

Mil Quecientos Ochenta y cuatro



El cine dentro del cine lo bordó nuestro gordito dilecto en La ventana Indiscreta. James Stewart nos ofrecía su mirada relativa para que la nuestra fuera una muñeca rusa que ofreciera un nuevo nivel en el acto de mirar lo que se desarrolla ante nuestros ojos.

 La literatura dentro de la literatura ya está más que ensayada desde que Don Quijote, en 1615, hojeara una edición de sus aventuras de 1605.
Vargas Llosa  nos presentó en la página menos uno de su Tia Julia, a Salvador Elizondo concentrado en su mantra "Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme que escribo. Etc..."
Vila Matas no es capaz de salir de ese ciclo vicioso de la letra dentro de la letra, y nos regala una y otra vez sus variaciones malabares de estos juegos endémicos.
Y Bolaño erige al fin su enorme monumento a la vida que es 2666, con este introito:
"La primera vez que Jean-Claude Pelletier leyó a Benno von Archimboldi fue en la navidad de 1980, en París, en donde cursaba estudios universitarios de literatura alemana, a la edad de 19 años. El libro en cuestión era D´Arsonval. El joven Pelletier ignoraba entonces que esa novela era parte de una trilogía (compuesta por El Jardín, de tema inglés,  La máscara de cuero, de tema polaco, así como D´Arsonval era, evidentemente, de tema francés), pero esa ignorancia o ese vacío o esa negligencia bibliográfica, que sólo podía ser achacada a su extrema juventud, no restó un ápice del deslumbramiento y de la admiración que le produjo la novela."
Cómo no hacerse bolañista tras leer esto en cualquier librería. En breve tocará acometer la segunda lectura por cierto.


 Pero ahora arroya como un tsunami (sí, ya sé que no es feliz símil) el nipón de Murakami con su 1Q84. Con su literatura encerrando más literatura; con otros libros dentro de su libro; con personajes unamunianos que están a punto de saberse personajes pindarellianos. "Quizás sea porque yo misma no existo" dice Aomame ya en el libro II. Y luego, haciéndose fuerte en la duda solipsista, se reafirma con  "Y yo no vivo en un mundo de ficción". 

Cómo no sucumbir ante el arriesgado órdago del editor Komatsu de cocinar -con la ayuda de su ghost writer Tengo- la obra definitiva que aún no había tenido  la suerte de encontrar.
Y a partir de ahí vemos cómo empiezan a construirse los distintos planos de este edificio. Leemos una novela "1Q84" cuyos personajes reescriben otra novela "La Crisálida de Aire".
Al principio creí acertar al pensar que los capítulos impares de la historia de Aomame no eran sino las páginas de La Crisálida de Aire que Murakami alternaba con la historia principal de Tengo en los capítulos pares. Pero no. No. Porque la reescritura de la Crisálida... ha sido en realidad el catalizador que ha reavivado en Tengo sus ansias creadoras para escribir una novela totalmente suya donde manipular su pasado. Y esa novela es la que se sucede en la parte de Aomame de los capítulos impares. Esa sí. Sí.
A partir de ahí, las referencias entre las tres novelas se suceden, es decir, entre las dos novelas de la trama y la propia 1Q84. Se cruzan, diluyendo sus tabiques; rezumando las mismas anécdotas y antecedentes en las tres narraciones. Las lunas mellizas, la sinfonietta de Janacêk, la secta Vanguardia, la litel pipol...


Murakami te hace firmar desde la primera página (y esto ocurrió ya en mayor medida con Kafa en la Orilla) un contrato en el que te comprometes a deglutir totalmente todo lo que te ponga en el plato. Incluida la suculenta receta "manga" de la Little People.
Acabado el libro Uno, sin descanso, sin pausa, me zambullo ya en las sísmicas páginas del Dos. Pero avanzo moroso. con miedo a terminar demasiado pronto, a saber demasiado rápido si Aomame se dispara en la sien o en la boca tras el encargo de Madame. Degusto como en cámara lenta la imagen de Aomame vendándose los ojos para practicar, cual marine novato, el mecánico reflejo de meter una y otra vez el cargador de su HK4 tras tirar de la corredora hacia atrás y quitar el seguro.
Y todo este condumio, de lo más sabroso, flotando en la sopa de la sinfonietta de Janàcêk, de la Pasión según San Mateo o del Clave bien Temperado.
Sigo pues con el II.
Aún recuerdo con estremecimiento que compré el libro casualmente el mismo 11 de marzo no sabiendo aún nada de la tragedia.