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La mejor postura antiálgica

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lunes, 1 de julio de 2013

HARRY QUEBERT vs ALONSO QUIJANO

Oh, vaya, más de un mes sin escribir. Será que padeceré yo también la enfermedad de la página en blanco al igual que Marcus Goldman o Harry Quebert? Qué maravillosa intriga en este redondo bestseller que es "La verdad sobre el caso Harry Quebert". Casualidades de las lecturas; justo antes de iniciar la novela de Jöel Dicker terminé la relectura de Indignación de Philip Roth. Y mira por dónde página a página se va descubriendo que Dicker es un excelente lector de la novela americana, y así me encuentro con escenas compuestas con base a la admiración que sin duda profesa por Roth, y desde luego por Nabokov.



Claro que puedo decir que será una lectura de verano, pero en realidad en dos semanas me la ventilo, pues es líquido y fresco, sugerente y arrebatadoramente adictivo.
En este fin de semana que me he pasado en La Rioja he llegado a la página 309. Le doy dos días así que encuentre el acomodo, y las paradas en los semáforos me sean propicias.
Hacía tiempo que no nos dejábamos caer por nuestra segunda tierra. Las lluvias, los exámenes del heredero, el trabajo...
Hemos encontrado una campiña florida y frondosa, abundante y henchida, verde e irisada de campos orgullosos de su trigo y remolacha.



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El paseo matinal pedaleando sobre Scotty y en compañía de Iciar por el Camino de Santiago, ha sido revitalizador. Los peregrinos, con hambre de sol, se tostaban en su paso lento. Algunos iban bailando ensimismados, ajenos a todo en su particular beatitud de auriculares ocultos bajo el sombrero de paja.
Valpierre nos ha reencontrado lanzándonos por su vertiginoso descenso; y La Cuesta de La Degollada nos ha vuelto a retar en ese pulso hercúleo que finaliza en el campo de golf de Cirueña.
Todo sigue igual que el año pasado. Todo sigue su curso, su ciclo. Seguimos aquí. Con los ojos ansiosos de paisajes abiertos y tendidos,  hasta que los trigales se pierdan en un punto de fuga hacia poniente.
Fuimos el domingo, también ciclando, hasta Bañares. Queríamos comprar El País y en nuestro pequeño pueblo no hay tienda alguna que no sea el bar de La Rusa, limitado al vermouth, al carajillo, al corto de cerveza, y -al menos eso sí- al pan nuestro de cada mañana.
En Bañares venden el períodico en la carnicería, por esas reglas locas del mundo rural. Y mientras íbamos hacia allí, captó mi atención una placa que colgaba a la vera de la puerta del ayuntamiento. Me pareció que nunca antes había reparado en ella, y me detuve a sus pies por ver qué fuera lo que decía.
Y oh cáspita y válgame el cielo, que lo que veo no es otra cosa que la mismísima portada del Quijote de 1605, reproducida como en facsímil, donde Don Quijote aún no figura como caballero en la portada, sino como hidalgo, pues cuando principia la aventura aún no ha sido nombrado caballero ni por castellano ni por ventero alguno.


Y tras preguntarme cómo se me ha podido pasar por alto tal literario y curioso detalle en el pueblo de Bañares, (pues vienen siendo varias las veces que por aquí nos pasamos), caigo en la cuenta de que la placa se ha inaugurado no hace ni quince días, gracias a la voluntariosa beneficiencia del conde de Bañares, a quien en la misma portada Cervantes dedica su obra. El actual conde ha heredado el título de su madre y ésta de la suya, y así sucesivamente hasta llegar a aquél que figura en la dedicatoria y que parece ser que fuera un gran mecenas, no sólo de la obra del manco, sino también de la de Góngora, de alguna de Lope de Vega y así como de la de Francisco de Rojas...entre otros.
A Enrique Rúspoli y Morenés, que así se llama el llevador del condado, no le une prácticamente nada a esta villa, y de hecho ésta es la segunda vez que pisa el suelo de Bañares. Aun así,  ha querido hacer la gracia, toda vez que parece ser pasaba por estos lares (concretamente por Santo Domingo de La Calzada), y ha cedido esta plaquita -que a mí me ha llamado tanto la atención- a un pueblo al que no le liga nada salvo el titulito enroscado en tubo de estaño con sello real que tendrá guardado en un cuerpo de cajones el el ático de su casa de Madrid
Los tiempos de recortes han hecho mella también en la devaluación de los homenajes, y así la noble piedra de cantero donde a base de firme cincel habríase de haber inmortalizado el acto, se ha convertido -digo- en una reproducción en base de metacrilato sobre fondo sepia que, amén de otras ventajas, dejará escurrir el agua sin que haga úlcera en metales, telas u otros basamentos.

No pasaré ya por la plaza de este pueblo sin tornar la mirada hasta posarla en esta ilustre memoranza. Que me da igual la materia o el conducto o el condado que lo hayan pegado al muro. Sólo la figura de algo tan noble como la portada del Quijote d 1605 pegado a las puertas del ayuntamiento, ya hace brillar este punto de la vieja castilla hasta cegar los satélites de Google Earth que lo atosigan con su prosaico y tontorrón deambular estratosférico.

«Ser el dedicado de 'El Quijote' es un lujo»