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La mejor postura antiálgica

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martes, 7 de abril de 2015

ROSE MARY



Todo se acabó para empezar de nuevo.
Te acuerdas aunque ya no existes como existen
las aceras o los frutos espinosos de lo plátanos
de tus primeros días  mirándote al espejo y preguntándote
hasta dónde llegarías.
Te acuerdas en mi mente dentro de mi cabeza
porque tú ya no existes a la manera de existir de
las piedras o de las estelas de los aviones
de tus muecas frente al espejo
mascando siempre el mismo chicle mentolado 
enamorándote de ti al son de 
I can´t get no satisfaction
mientras nos preguntas
hasta dónde llegarías.
Te tengo que inventar como a una isla nueva porque ya no me existes
para recrearte mirando al mar  
o corriendo entre las encinas de Alcudia 
preguntándote mientras te enfangas de sol y mies
dónde hollarías finalmente tu tacón bajo si en Nueva york
o en Efeso o en Copenhague o en Almadén. 
Dónde posarías las manos de harina puras
De no haber tocado megabytes o de no haber sufrido  aún
Los cuchillos del desprecio.
Desde dentro de mí ahora que no existes me colonizas
Como la luz de Betelgeuse calándome
suave por la noche y por los días 
y te harás un ovillo lo sé
ahí dentro de mi pecho o de mi cabeza 
como la luz que viene de Orión.
Inopinadamente
has elegido los rincones oscuros y profundos de mi bazo o de mi hipotálamo 
gritando que nadie te entiende
impostando una locura
de bacante
mientras arrojas tus gafas de sol Ray Ban
al fondo hediondo de las albercas.
Y hasta ahí has llegado
refugiándote en unas gafas de sol de repuesto Gucci
como la hija de Bette Davies que siempre has sido
y anhelando vulnerable en tu ovillo
una voz que te envuelva como sólo un padre sabría hacerlo.
Hemos llegado.