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La mejor postura antiálgica

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martes, 7 de abril de 2015

ROSE MARY



Todo se acabó para empezar de nuevo.
Te acuerdas aunque ya no existes como existen
las aceras o los frutos espinosos de lo plátanos
de tus primeros días  mirándote al espejo y preguntándote
hasta dónde llegarías.
Te acuerdas en mi mente dentro de mi cabeza
porque tú ya no existes a la manera de existir de
las piedras o de las estelas de los aviones
de tus muecas frente al espejo
mascando siempre el mismo chicle mentolado 
enamorándote de ti al son de 
I can´t get no satisfaction
mientras nos preguntas
hasta dónde llegarías.
Te tengo que inventar como a una isla nueva porque ya no me existes
para recrearte mirando al mar  
o corriendo entre las encinas de Alcudia 
preguntándote mientras te enfangas de sol y mies
dónde hollarías finalmente tu tacón bajo si en Nueva york
o en Efeso o en Copenhague o en Almadén. 
Dónde posarías las manos de harina puras
De no haber tocado megabytes o de no haber sufrido  aún
Los cuchillos del desprecio.
Desde dentro de mí ahora que no existes me colonizas
Como la luz de Betelgeuse calándome
suave por la noche y por los días 
y te harás un ovillo lo sé
ahí dentro de mi pecho o de mi cabeza 
como la luz que viene de Orión.
Inopinadamente
has elegido los rincones oscuros y profundos de mi bazo o de mi hipotálamo 
gritando que nadie te entiende
impostando una locura
de bacante
mientras arrojas tus gafas de sol Ray Ban
al fondo hediondo de las albercas.
Y hasta ahí has llegado
refugiándote en unas gafas de sol de repuesto Gucci
como la hija de Bette Davies que siempre has sido
y anhelando vulnerable en tu ovillo
una voz que te envuelva como sólo un padre sabría hacerlo.
Hemos llegado.

sábado, 28 de marzo de 2015

CIFU & EZCARAY



Estaba en Sevilla cuando mi fiel Eskuredo me envíó un wasap con un lacónico "Ha muerto Cifu". Bueno. Todo llega. Nos iremos todos. Es hora de esculpir torpemente la loa. Cifu fue nuestro báculo en aquellos años ochenta y noventa que nos permitió ir tropezando por el camino asilvestrado del jazz. El joven Fructus que forraba su habitación con posters de Montrose Whitesnake y Angus Young, corría el dial de su radio buscando más rock, más blues, más metal. En ese desenfreno esquizofrénico se topaba por error con programas de música clásica, o lo que era peor, con ese murmullo anárquico que era el jazz.
Y esa puerta no se puede cruzar casi nunca por casualidad, hay que armarse de razones para asir su pomo y empujarla y cruzar el umbral brumoso que te lleva a su universo paralelo. En mi caso las razones fueron sencillamente una voluntad irrevocable por conocer algo tan distinto a lo que hasta entonces me producía placer. Y ahí vinieron la busca, la escucha activa, la perplejidad e incredulidad a cada paso...y la ayuda en aquellos días de Jazz porque sí, y desde luego de Jazz entre amigos.
Y fue que un tío de la edad de mis padres comenzó a guiarme y a aconsejarme, y consiguió que esos nuevos compases y texturas, si no desbancaran al rock de su trono, se arremolinaran a sus pies y convivieran amablemente como buenos descendientes de un padre común: el blues.
No empezaría a comprar discos de Jazz sino mucho más tarde. Mis ahorros eran para Judas, Nugent y Tull, pero casi sin darnos cuenta se iban colando los Gerry Mulligan, Davis, y sobre todo el Charlie Parker al que me convertí tras la lectura de El perseguidor.
En el Café Central de MAdrid he estado dos veces, y buenamente pudiera haber coincidido allí con J.C. Cifuentes, aunque con quien sí lo hice fue la primera vez con Charo López, y la otra con una tal Isabel Gemio. El encuentro en la tercera fase tuvo lugar sin embargo en un pueblecito riojano que había sido la guarida vital para un crítico de jazz belga que lo eligó para morar allí hasta el fin de sus días. El crítico fue Ebbe Trabberg, y el locus amenus la villa de Ezcaray.
Y fue que Cifu se había converdido en el maestro de ceremonias obligado para presidir el festival que homenajearía a Trabberg cada año en su Festival de Jazz de Ezcaray.

Creo que allá por los últimos años del siglo XX aparecimos un mes de julio Iciar y yo, y llamados por la música y el gentío descubrimos el "memorial" al que hemos fallado en muy contadas ocasiones, Y allí vimos sobre el escenario, micrófono en mano, a Cifu, al tío de la tele, al de Jazz entre amigos, presentado a músicos de jazz de 2º división, los que no entraban en los carteles de Vitoria o San Sebastián.
Todos lo años podías tropezártelo en algún bar acompañado por los jazzers o por los organizadores  de la Sociendad de Amigos de Ezcaray, y sólo una vez me animé a dirigirle la palabra y a estrecharle la mano mientras musitaba torpemente mi admairación y le agradecía su labor didáctica e instructiva que tanto me había ayudado . Y me di cuenta de que lo estaba tratando como si fuera una estrella de jazz, como si hubiera sido él el que hubera soplado el saxo o aporreado los platillos.

Ayer, asistimos en la sala BBK de Bilbao a un concierto homenaje que le brindaban la Sociedad de La Bilbaina Jazz Club. Porque tenía amigos bajo las piedras gracias a su gran labor auspiciadora de músicos y festivales. Vi a Mikel Romano en la larga fila que iba aliementando la sala,  y luego no logré recuperarle, pero le agradezco que me animara a manchar Ekoizle con esta reseñita.