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La mejor postura antiálgica

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sábado, 22 de octubre de 2011

FRONTERAS

Le paso a  Iñigo la lección. La colonización en el siglo XIX, la descolonización tras las dos guerras. Las largas fronteras tiradas con cartabón separando las tribus en Africa. Los belgas en el congo y los holandeses en Surafrica. Toda la zona subsahariana a precio de saldo dependiendo de las materias primas que atesoraran, de las minas, de oro, de coltán, maderas... Liberia, con su rimbombante nombre bautizada por Monrowe. Sumidero de occidente, cantera de futbolistas-gladiadores. Africa se dice de una vez en tres sílabas, pero atesora mil mundos. Ese reduccionismo del que somos tan partidarios. Ahora votamos y vemos sólo como objetivo salir de la crisis y del paro. Pero podríamos también leer la letra pequeña del trágala que quieren vendernos, y mirar más allá de nuestra barriada capitalista. Qué hacer con lo que no vemos pero de lo que debemos sentirnos responsables. No podemos dejar que las pantallas de LCD y plasma nos amortigüen la conciencia hasta prorrumpir con el cinismo más espeluznante: "ya nada me asombra".

viernes, 21 de octubre de 2011

LIBERTAD


 De JONATHAN FRANZEN



Quedo con Sonia en la cafetería Boss. Ha elegido ella el enclave porque se encuentra  junto al ambulatorio de Dr. Areilza, donde  a las 9:20 se va a someter a una prueba relacionada con un quiste no muy tranquilizador que le encontraron hace seis meses en uno de sus ovarios. Tomo un café duro de sabor junto a unas intactas tartas de fantasía y a unos pintxos de tortilla de patata. También tomo el control de mis impulsos matinales y resisto con ardor, no cayendo en la tentación de una vorágine de aromas y sabores. Sé que a la noche, cuando consulte los dígitos de la balanza que he apostado junto a la cama, me lo agradeceré con una ligera y satisfecha sacudida de mentón.
Sonia entra entonces en la cafetería con la bolsa entre las manos, tendiéndomela como con prisa,  y sin dar paso a introitos ni a  preámbulos. Me dice que había imaginado que querría empezarlo de inmediato, y que por eso me ha llamado tan temprano. Yo paso por alto el tema puntual que nos ha traído a Boss, y me centro en ella, en si está tranquila o no, en si quiere pedir té o café... Dice que no, y me confiesa que sí, que está muy nerviosa, y que además su ginecólogo es un viejo desabrido con el que no se siente muy a gusto, aunque haya decidido darle una última oportunidad antes de tomar la decisión de cambiar de facultativo. Tratamos el tema de la sanidad pública frente a la privada, de la vergüenza del mercadeo con los temas de salud. La veo más entera que cuando aquella tarde entró en la oficina y rompió en llanto al intentar contarnos los resultados de la analítica. Habla de ello ya con serenidad y confianza, y quiero creer que todo sigue el mejor de los cursos para volver a encauzar la vida de Sonia en lo que siempre ha sido la vida de Sonia: su hijo, su marido en Londres, su trabajo…
Agotado el asunto Sonia, nos embarcamos en el del libro. Lo saca de la bolsa de Elkar y lo agita someramente en el aire mientras suelta alguna puntada graciosa acerca del grosor y del peso. El librero amigo y cliente suyo que se lo ha vendido, le ha dicho que es una maravilla de novela y que está teniendo muchas ventas durante esta su  primera semana. Seguramente Arkaitz, que así creo recordar se llama el librero, creería que era sonia quien iba a leerlo, y se habrá esmerado en alabarle el gusto y en  rodear la venta con comentarios y frases hechas que usará con los buenos y asiduos clientes. Sin embargo, el éxito de ventas alcanzado en  estos siete días -pienso yo- no cuenta con mucho mérito, ya que se ha desplegado una campaña salvaje por parte de la editorial Salamandra, que ha sembrado escaparates y mesas de novedades con ejemplares y carteles. Miro el volumen y fijo los ojos en la faja carmesí que le han ceñido, donde reza la leyenda: El acontecimiento literario del año.
Saco también el tíquet de compra y veo lo que le debo. El otro día, cuando en medio de nuestras conversaciones literarias le dije que me iba a comprar Libertad de Jonathan Franzen, Sonia insistió en que me lo conseguiría ella porque le hacían un descuento considerable, y en que por favor le dejara hacerme uno. Insistió con encono y tan deliciosamente que accedí, y ahora que veo y observo la nota compruebo que de los 25 €  que cuesta se lo han puesto en 18`20€, casi siete de diferencia. No tengo suelto, y le doy un billete de veinte. Ella insiste en que cambie en la barra y que le dé el precio justo, y yo en que lo dejemos así por las molestias. Salimos al fresco de octubre y nos despedimos con dos besos en las escalinatas del ambulatorio. Hace ahora un año las subía yo también sumido en un sinfín de cábalas, atormentado y vacío. Me dirijo hacia al coche para ir a Rentería. En la bolsa, Franzen me promete, con su peso, una experiencia de pausado y profundo deleite. Mientras giró la llave de la puerta del coche vuelvo la cabeza para ver la escalinata solitaria por donde ha subido Sonia.


domingo, 16 de octubre de 2011

Should I stay or should I go.

Si alguna vez vuelvo a cumplir cuarenta años sería partidario de que Iciar me ocultara los preparativos de una fiesta sorpresa donde aglutinara la flor y nata de mis conocidos y amigos. Las filtraciones serían un riesgo permanente, porque llevar ese negociado durante al menos dos meses, mail arriba sms abajo, y teniedo que varear tanto ganado y que no se tenga que mugir ni que piafar, no sería tarea fácil. Sería una muy buena idea que los invitados trajeran postres a cuál más sabroso, donde el mascarpone del tiramisú riñera por los laureles con el flan de café y la tarta de queso. Y la música...Oooohhh!  Sé que la música la seleccionaría al detalle para que el grupo comulgase con un sentimiento de pertenencia y origen en el pasado más vibrante y cool. Donde Bowie y el My Sharonna de The Knack hicieran los honores al resto de hits de los ochenta y noventa.
Les regalaría el oído con algo que no esperaran, como el Centerfold de la J. Geils Band. Y llegaríamos a ese  momento donde ya la inercia nos arrojaría por igual a las curly melenas de boney M que a los pechos virginales de Madonna. Sé que la fiesta sería en mi honor, pero si al final se quedaran a mi lado dos o tres elegidos, y uno de ellos triscara y brincara enajenado de manera insólita con una camiseta de dos guitarras cruzadas y una especie de guante oscuro en la mano diestra, entonces, digo, es cuando daría la fiesta por bien traída.
Gracias Miguel y Maite

domingo, 2 de octubre de 2011

DEBERÍA HABER HECHO LA CORTA PERO HE HECHO LA LARGA


Tras Pagoeta, Scott quedó maltrecha. Me daba apuro dejarla sola en la oscuridad del taller de mi padre, con sus radios destensados y las zapatas trémulas y desgastadas. Así pues conseguí que Iciar -sin que sirviera de precedente- me dejara hospedarla en la sala, con el pedal apoyado en el espaldar del sofá. Hemos pasado pues, tres días juntos, hasta que el miércoles la llavé a Ciclos Maestre como viene siendo habitual. Allí la conocen, la tratan bien, y ella no se queja cuando la dejo en las manos extrañas aunque expertas de Guillermo, el mecánico. No por nada, allí la compré, o me la compró Iciar por mi cumpleaños, por lo que un algo de "vuelta a los orígenes" seguro que pasa por los cables de Scott hasta el mismo centro de su pedelaier.

Pues pasó que no estuvo Gullermo, y el mazas de turno me espeta que si tenía o no cita previa. Así, como si a pasar la ITV fuera uno, oye! Que no me la coge. Que está hasta la bandera. Pero, mira que es que la tengo aquí, que la he bajado de casa, que es ésta que estoy asiendo por los puños. Que un rincón se le hace a cualquiera, sobre todo porque ya te la he bajado. Y que no, y que no y que no...que se la lleve el lunes, que deje el nombre y que me toma nota.
Así que, dolidos y ultrajados, decidí iniciar el peregrinaje por las dos o tres tiendas que me merecen confianza aquí en la Villa.
Fui a parar a LA BICICLETA, donde presto y raudo nos hicieron hueco y quedamos para el viernes. A Scott pareció no importarle, aunque se le erizaron los cables del freno cuando el operario nos dijo que se la veía muy usada, y que un cambio de transmisión, con piñonada y todo, estaba siendo ya más que necesario. Sé que Scott necesita tiempo para asimilar un metemano de tal envergadura, y seguramente mi cartera también. 
Al salir, lo vi. El cartel, digo. En tres días salía desde USÁNSOLO la martxa memorial Joserra (parece que el apellido no es tan importante, y que en el pueblo lo debía conocer todo dios). Así que allí mismo, sin consultar con la almohada ni oráculos ni poyas, decidí que si me la arreglaban para antes del sábado, el domingo me apuntaba.
Y ya está. YA lo he hecho. Son las cinco de la tarde y lo estoy escribiendo. Se ha portado como lo que es, una Máquina, así, con mayúscula. Le hará falta el cambio de la transmisión, y con un amortiguador trasero trataría el mío con más delicadeza. Pero y qué!? Es Scott y la quiero. Con un poco de mi parte me ha llevado por parajes de ensueño. Ha frenado y arremetido a mi gesto. Ha mostrado el brío y el resuello en las trochas más cabronas.
Así que llegábamos a los triángulos de peligro con la leyenda de "bajada peligrosa", Scott me transmitía un leve impulso de aviso. Ella, tan rodada...
45 kilómetros. La corta lo ignoro. Pero debería haber optado por ella. Más que nada por mi hernia. Dolorido como estoy ahora, he de buscar la postura menos hostil mientras escribo, la pose más antiálgica, aunque es inevitable, la espalda se queja  y aquí viene...el latigazo...sube...AAAYYYY!!!! ...Ya está. Ya pasó. En breve empezará a hacer efecto el ibuprofeno.
Me he encontrado allí con Gotzon, uno compañero de la oficina. Mucho más fuerte que yo, pues sale cada tarde los siete días de la semana. Una religión. Bonita su Merida. Al final he hecho la larga con él por la tontería esa de que no se diga y tal...Aunque yo era claro candidato de la corta. Que ni sé cuán larga era si quiera. El italiano rompiendo las reglas de la santa iglesia romana se ha quedado trabajando en domingo, que le venía una profesora de USA y tenía que hacerle el agasajo y  parabién como patrón y anfitrión que es.
Pero bueno. Pues ya está. Cuelgo publiparaje. Y hasta la próxima.
Qué atribulada vida la del que cicla lejos del mundanal ruido.

Llegado a un punto me uní a un grupo de cinco nabos, y por seguir su rueda, seguí su error. El primero no vio un desvío. Y el resto, más atentos a la rueda del de alante que a las marcas, nos dejamos llevar por el más nabo hasta perder unos 40 minutos, unos cinco kilómetros y no sé cuántos julios de fuerza. Ese es el monte al que subimos. Monte con vértice geod. y buzón y toda la gaita. Para luego bajarlo. Maldita mi estampa.
Y ahí va el primero, de rojo, derecho a la cima que se ve al fondo.

Lo que dije.El buzoncito a la izquierda, y Scott, estoica y paciente, haciendo cima, para bajar al momento a buscar el desvío correcto.
 No hubo tiempo para correspondencias. El monte se llamaba Artanda, y tenía 554 metros de altitud. El no tenía la culpa, pero me cago en sus muertos, estaba fuera de ruta.
El menda con Gotzoni. Scott me echó la bronca luego por no haberla sacado en el plano.
El avituallamiento, de primera. Naranja troceadas, plátanos, barrita de cereales de chocolate y/o de fresa, galletas de vainilla, coca colas, agua fresca, y Gatorade rojo, que es lo que estoy acunando aquí. He tomado de todo. Ya se me nota en el buche.
Claro que 12 eurazos. Que no, que no me quejo. Bien pagados. Seguro, Dya, organización... Un chaval se ha roto la muñeca poco antes de aparecer yo por allí, y enseguida se ha puesto en marcha la operación rescate. Es curioso escuchar sirenas de ambulancia por el monte.
El leon de la Metro ruge un hasta pronto.