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La mejor postura antiálgica

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sábado, 12 de enero de 2013

LED ZEPPELIN






El sistema es sabio. Artero.
Absorbe cualquier forma de protesta, de anomalía crítica, y se la incorpora. La somatiza y engulle. La anula. O peor aún: le da la vuelta "inside out" y la convierte en el mejor producto de consumo. En pasto de las masas. En "mainstream" inofensivo.
Afortunadamente, algunos de esos disidentes del adocenamiento musical se saltan el turno de salida y hacen mutis por el foro mientras enhiesten el dedo corazón hacia el auditorio.
Kobain no supo, por ejemplo, asimilar la fama que le iba convirtiendo en un icono de las masas y en marioneta de las discográficas. Su rabia inicial de adolescente disconforme y discordante le tiraban hacia otro punto cardinal.
Winehouse, Hendrix... creyeron también cancerar el sistema dejándole en la puerta un bello y joven cadáver; cuando lo que hicieron en realidad fue servirle en bandeja un motivo para santificarlos a mayor gloria de los bestsellers recopilatorios.
Incluso el bueno de John Bonham, cargada su sangre con el equivalente a cuarenta pelotazos de vodka en plena orgía etílica (una herramienta válida como cualquier otra para escapar de la angustia de sentirse vivo, famoso y vacío) subió a los cielos con la aprobación de las corporaciones que hoy rinden boato y circunstancia a su memoria en el Kennedy Center.

Con todo, he gozado sobremanera viendo a Page, a Paul Jones y a Plant emocionarse hasta las lágrimas mientras bandas como Foo Fighters -con David Grahl a la batería-, Kid Rock o Lenny Kravitz, interpretaban versiones fielísimas de sus temas más famosos, y le agradecían todo lo que nos han dado desde los años 60 hasta ahora.

¿Justo homenaje, o hincada de rodilla
 de los que deberían ser rockeros recalcitrantes?

Pero da tristeza, sí.
Ver cómo cada rasgueo de Page o Paul Jones, cómo cada alarido de Plant, pasan de ser dentelladas desgarradoras a babilots de porcelona que adornarán los anaqueles de la familia Obama.
Resulta abrumadoramente doloroso ver cómo la metáfora del smoking y la pajarita le rinden pleitesía al mundo rebelde del Rock´n Roll.
La crueldad de la imagen es bestial. Se rompe la identificación del rockero de a pie con su ídolo en el escenario. Se sufre una decepción castrante, cruenta, amputadora, cuando el sistema le pone bridas al mustang, le cepilla la crin, y le da palmaditas en el lomo mientras se prepara a ensillarlo.
¿Qué muros van a derribar ya en nuestro nombre, cuando vemos cómo Michel Obama tararea con ilusión las letras que una vez fueron subversivas?
Hasta el video de Foo Fighters "The Pretender" tan cruel y radical, tan anti y tan aquí estoy venid a por mí si queréis, tan de rockero... pierde fuelle cuando David Grohl y Taylor Hawking se suman al homenaje dejándose agasajar por un teatro lleno de titiriteros de los que manejan los hilos gordos del sistema.
Ni homenaje a LZ ni pollas. Ante todo actitud. ACTITUD. Nada de too old to rock´n roll too young to die! Ahí la cagaste, Anderson. A. C. T. I. T. U. D.




¿What if I say that I will never surrender?

Y es que el sistema vampiriza todo espíritu subversivo, y lo transforma en banal entretenimiento social, inoperante. Inofensivo. Ya está listo, exangüe, el archivo MP3 que alimentará las tripas de mi iPod, o que correrá morféico por los canales de las emisoras alienantes. Colguemos la banda tricolor al cuello del viejo roquero, (una vez estuvo insatisfecho, pero ya ha encontrado el karma). Subámoslo al nirvana de las bolsas y los mercados donde todo se vende, y llevémoslo de la correa vejatoria por la larga escalera que lleva al cielo.