Al borde del abismo en cada instante
voy cerrando los ojos, los oídos
a las señales ciertas, los sonidos
que avisan de mi huida hacia adelante.
Del minuto que escapa no me cuido
ni me cato del cambio sofocante
en mi persona, do una lacerante
sombra perfila su mortal pedido.
Sosiégueme tu luz, córteme el paso,
bríndame un rincón donde me asiente,
que me ancle a tu voz y a tu cintura.
No sea que me diluya en la premura
de un sinvivir asaz insuficiente
y respirar se trueque en un fracaso.
sábado, 6 de febrero de 2010
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