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La mejor postura antiálgica

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miércoles, 19 de mayo de 2010

¿Dije + Cine??



Y es que está pasando en todas las ciudades. Con la sociedad del bienestar, o de la saciedad, las pobres salas de cine se colocan en el ranking de las especies en vías de extinción por encima del urogallo y del teléfono fijo. Aquí en Bilbao, sólo quedan tres CINES-cine: Los Capitol, Los Renoir-Deusto, y Los Multi.
Ahí va mi ejercicio-homenaje-melancólico: Vistarama, Olimpia, Coliseo Albia, Gran Vía, Carlton, Albéniz, Rekalde, Ideales, Campos, Urrutia, Mikeldi, Avenida, Ízaro, Bellas Artes, Astoria1 y Astoria2, Ayala, Buenos Aires...
En todos babeé sentado y boquiabierto mientras se sucedían mil aventuras en sus pantallas. Algunos incluso oficiaban con el sacrosanto rito de abrir sus telones a la par que atenuaban las luces dejando poco a poco el terciopelo de sus butacas en la más profunda oscuridad.
Muchas películas se grabaron en mi imaginario emparejadas con la sala donde pagué la entrada. Fitzcarraldo en el museo de Bellas Artes; Indiana Jones en los Urrutia; Ghandi en los Mikeldi; Terminator en el Buenos Aires; Los Cañones de Navarone en el Campos; La vida de Brian y The Wall (el mismo día) en los Carlton... A fuego lento tengo tatuados esos binomios de Newton en mi curriculum vitae. Esas Salas que se han ido convirtiendo en gimnasios, hoteles, supermercados, juzgados, sport shops, tiendas super fashions de ropa hiper pija,,, lugares todos a los que procuro no entrar, aunque a veces caigo en ellos como en arenas movedizas, y allí, anclado hasta la pelvis, hago un barrido visual reconstruyendo la pantalla, los palcos, las filas, los servicios, una triste arqueología imaginaria que me sume, me hunde y me deprime.
Y hete aquí que desde hace cinco años vivo a la vera de uno de esos fósiles que luchan por mantener en formol la muy edificante tradición de ver a Hitchcock en pantalla de veinte por siete. Aquí, durante estos años que vengo viviendo cerca de Los Multis, he ido adquiriendo la feliz costumbre de dejarme caer los lunes, el día del espectador, más baratito, comunión con otros perdidos de la noche ya que de caer caigo en la última sesión. Llego. Alzo la mirada pues sus ocho platos los tiene como colgados del alero. Elijo mi menú y me introduzco en la salita. Sí. Son pequeñitos aunque cuidados, modestos y orgullosos. En varias ocasiones, se ha dado la de que avanzaba el tiempo de espera y era que iba siendo yo el único espectador de la sala. Se apagaron las luces, se proyectó la magia, y al levantarme se confirma la soledad de la sala. Único espectador he sido por ejemplo de La Clase,  y de En Tierra Hostil últimamente.
PERO, todo este preámbulo o proemio viene porque quiero constatar que hace ya bastantes semanas que no puedo ir a mi cine los lunes por la noche. Otros quehaceres me reclaman. Clavado me tiene en la silla, en frente de la pantalla de mi PC, la serie más seria que he visto en tiempo. La tercera temporada de BREAKING BAD es algo sublime. Delicatessen a base de bits. Cada lunes me espera el bueno de Walter White y de Jesse, de Skyler, y de Hank, este policía de la DEA que ha ido creciendo ante mis narices desde quella lejana primera temporada, hasta convertirse en un personaje mastodóntico, entrañable y profundo.

2 comentarios:

  1. "Breaking Bad", soberbia, es el ejemplo perfecto del terreno que la televisión lleva años pisando al cine. Una lástima, porque yo también crecí y maduré en salas de cine y tengo asociadas cada una de las películas vista a una sala concreta.

    El cine no puede ni debe morir. Pero tocado está...

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  2. Hola Alex, parafraseando a Carlos Boyero en el Babelia de hoy, el cine es quien ha educado nuestro paladar de imágenes; ahora da igual el soporte, sabremos degustar el manjar como quiera que se nos muestre.
    Gracias por pasarte por aquí.

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