Iciar dice que estoy condicionado, que no puede gustarme Sonny Rollins, Lester Young o cualquiera de los dos Bill Evans y al mismo tiempo gozar de los latigazos sonoros de estas tres bestias. Pero cómo no voy a estarlo si es mi hermano quien gobierna este páramo de condena y zozobra que es Grengus.
A pesar de todo, es cierto que no consumo doom o sludge o stoner metal, y que no tengo capacidad de análisis a la hora de compararlos con Cathedral o Sepultura o Death Angel. Me quedé anclado hace ya mucho tiempo en la fuente en la que bebieran todos estos pimpollos, en Black Sabbath, con su Paranoid, Volumen IV, Master of Reality y Sabotage. Cómo? Que no han bebido de aquí?. Pues me da igual.. Yo es en Iommy y en Ozzy donde vi esa morosidad pesada que apuntaba hacia el envolvente hartazgo sonoro de estos riffs machacones y pesados, como benditas cadenas que te dejan sin esa odiosa libertad, en un infierno en el que no sabrías qué hacer con ella.
Llevo repasando el disco un par de semanas, y a cada escucha es mayor su poder hipnótico. Las letras no dejan lugar a dudas de lo cómodo que se siente Javi en esa sopa medieval, decadente y maniquea, donde el mal reclama su trono a poco que se le invoque. Lovecraft ha vuelto. El Innombrable de Robber Grillet está a las puertas. Pero HOTR lo nombra a dentelladas y alaridos, y su nombre es GRENGUS.
El horror de Poe es demasiado humano para que tenga cabida en esta desazón de sangre y pezuñas. Kafka demasiado metafórico y simbolista. Rhino necesita algo más primigenio, anterior a todo, dispuesto a despertar y a reclamar su óbolo de sangre en un tiempo anclado en un medievo de tronos y espadas. Sin duda es en H.P. Lovecraft donde bucea, aun sin quizás haber leído Los mitos de Cthulhu, sin llegar tampoco a ser tan cósmico en su horror. Y por consiguiente, es profundamente deudor también de Arthur Machen, padre del horror sobrenatural. Grengus es gótico, a veces hasta algo tolkiniano cuando oímos los martillos desgastando yunques y luego marchamos marciales al ritmo de un riff monstruosamente pesado. Todo el disco huye hacia la edad media, hacia su espiritualidad sencilla del bien y del mal, carnal hasta para que un demonio como el de la portada nos desgarre con su miembro rotundo como brazo.
Luego está la espectacular voz de Javi que tiene tantos referentes, su versatilidad, la actitud de una garganta poderosa que toma el papel de la bestia en primera persona y salmodia su arenga, a veces su confesión. Su registro va de lo telúrico al desgarro más desconsolador, arrancando dentalladas a la tierra así que hace más hondo el pozo de la búsqueda.
El disco es conceptual, como también lo es la piel del líder de HOTR, que acoge como en las tablas de El Bosco un infierno tatuado en pasteles decadentes. En fin, actitud y resolución del primer al último corte.
Ayer asistí al concierto de presentación del disco en la sala Bilborock, y el directo aguanta y transmite la calidad de lo grabado en estudio. Sólo hay algo que desmerece, y es la bajada de actitud en los interludios entre tema y tema. Las bromas entre los tres integrantes y los comentarios directos al público rompen lo compacto de la misa en escena que pudiera dramatizarse sobre las tablas. De nada sirve que se ponga down on his knees adorando al Marshall, que adopten poses de poder, o que el bajo, cultivador de una apariencia a lo Lemmy, fundido a su rickenbacker ( el primero de los bajos de Phil Lynott), se quite la camisa para mostrarnos sus pequeñas cicatrices laparoscópicas. Es inútil, se rompe el hechizo de la historia que propone el disco. En directo se muestran agradecidos, bromean, escupen, beben aquarius, en una ruptura brechtiana que nos tranquiliza, mostrándonos el andamiaje suave y humano que hay tras ese pedazo de monstruo hijoputa que es Grengus. Quizás Julen, sentado tras su batería sería el que más predispone con su hieratismo a crear la dramatización de la venida de Armaghedon. Lástima que su corte de pelo fracase con tal estrépito. En directo, al monstruo se le ven los hilos de la tramoya mientras lo mueven para darle, aparentemente, vida; en el disco, en la soledad de mi coche, aun a plena luz, ACOJONA.
Lástima que no hayan tocado los 8 cortes. Un repaso por su anterior discografía ha dejado fuera alguna cuenta excelente del nuevo collar. Brought Back, el tema más largo, me tiene ganado a su causa. Con sus tres atmósferas bien dispuestas pelea con Grengus por el primer puesto en el ranking.
All in all, Denso, potente, brutal, algo distinto a lo previo y buscando crecer en la evolución. Dónde acabará clavando el cuerno este Rhinoceros. Espero que en el vientre de un mayor y mejor reconocimiento, que dé justa respuesta a la pasión de unas vidas dedicadas a la música.