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La mejor postura antiálgica

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domingo, 16 de septiembre de 2012

MY FUNNY VALENTINE

Me hice hace poco en la Fnac con una edición doble de Chet Baker que contiene tanto CHET BAKER SINGS como PLAYBOYS. Llevo varios días escuchándola en el coche y en casa. Nunca me ha parecido que hubiera mucha diferencia entre la voz de Baker y su trompeta. Las utilizaba de la misma manera. Suavemente, sin forzarlas, como si te acariciaran la espalda con seda gastada. Una seda de color azul, obviamente. Blue. El jazz de Chet es una música asequible aun para los no asiduos a esta música. Fácil y agradable, te invita a relajarte y a seguir -y hasta predecir- sus compases sin mucha exigencia.
Muchos de los cortes del disco están ya consagrados como standars del jazz más melódico y suave. Entre ellos está But not for Me, quizás la pieza de Chet Baker que escuché por vez primera, y que resume a la perfección los rasgos de su voz y de su trompeta.



Sorprende inmediatamente el contraste de esa voz tan de galán de los 30 con su rostro de bellísimo púgil de nariz castigada. Un rostro que en sus últimos años ofrecía un descalabro triste y absoluto tras una vida esclavizada por la heroina. Parece ser que el año 66 sufrió también una tremenda paliza que le costó varios dientes y la pérdida de su embocadura natural para el instrumento. Tras un calvario de tiempo sin poder tocar, y tras varios intentos y pruebas con prótesis bucales consiguió volver al jazz, asentándose en Europa, y afrontando su éltima etapa como intérprete, la mejor de ellas para casi todos los entendidos.
El viernes por la noche me enganché viendo el largometraje-documental Let´s Get Lost, ganador de un oscar y maravilloso compendio vital del genio en las postrimerías de su vida.
Y me enganché tanto, que me acosté tarde. Y tanto que me levanté a las diez. Así que el proyecto de irme con Scott a la Conchinchina, se trocó en un doméstico paseo hasta Arraiz, en una fabulosa mañana de sábado de este tardío verano.