"Tres días con la familia". Me gustó sin envolverme ni
conmoverme. El admirado Eduard Fernandez cedió su caché y buen hacer a una ópera
prima donde dejaba lucirse también al
resto del elenco: seniors o juniors. La familia hacia agua cual balandro comido por
la broma; mostraba impúdica bajo la
excusa de un funeral los tormentos y martirios de esta institución
judeocristiana donde irremediablemente inhalamos nuestras primeras bocanadas de
vida. La burguesía catalana servía de
lienzo donde reflejar los gruesos y torpes brochazos que hacen de nuestras
vidas verdaderos engendros cubistas, si no trágicos y deformes pergeños
abstractos.
Antes fueron “Fanny y Alexander”, “Secretos y Mentiras”… No
sé …”Los muertos” el testamento del maestro Huston… pero, lo diré…nunca, nunca,
Nunca una película como esta que es Agosto había conseguido conmocionarnos
hasta el espasmo. Hemos pendulado -Iciar y yo- desde el humor más soft hasta la
violencia intestina que se esgrime con el verbo afilado, y que se dirige –hiriente-
hacia aquellos que se supone que has de amar no más que por compartir el lazo
familiar.
Tarantino con su bizantina comedia gore se queda en
mantillas frente a la sacudida de Agosto. Sam Peckimpah, con su distante y
escenografiada violencia no llega ni a rozarnos la fibra. Sin embargo estos
personajes nos estremecen durante las más de dos horas que pasan como un suspiro.
La claustrofobia es total. De nada sirve que el escenario
sea un inmenso palacio sureño venido a menos enclavado en las llanuras de USA.
De nada las espectaculares panorámicas del medio oeste, las bandadas de pájaros
surcando el cielo, o los personajes huyendo de sí mismos por las eras pespunteadas
de pacas de paja secándose al sol. La claustrobia es la de una obra de teatro.
Desde la cuarta pared vemos cómo esa ”Bernarda Alba” americana que es Violet
atormenta a su prole, a sus hijas, como si hubiera sido el mismísimo García
Lorca el que hubiera escrito el guión cuando visitó New York, allá por los años treinta del siglo XX.
Los intérpretes están para darles un Goya, una Concha, un
Oso, un Oscar, un globo, un Bafta… Nunca me ha gustado demasiado la Roberts,
pero ahora entiendo que no ha sido sino una mala elección de los guiones por
parte de su representante. El resto del elenco fantástico, con especial
mención a las tres hermanas. Es de agradecer que la Lewis intercale su
explosiva carrera musical y se prodigue en las
pantallas con actuaciones como ésta.; Cumberbatch me ganó a su causa con su
papel de villano en el Star Trek de este verano, y luego abundó en ello con 12
años de esclavitud. Pero…. La Streep está colosal. Inmensa. Creíble. Escabrosa
y diletante. Adicta y perturbada.
Victimaria y víctima.
Óscar seguro y obligado. Expresiva como nadie aun con las
enormes gafas oscuras que le requiere el luto.
En fin. Hace mucho que no escribimos sobre las películas que
vamos viendo, aun siendo muchas y no malas. Pero esta tarde sentía la pulsión,
el tirón que me llevaba al huerto para plantar este entrada que dé fe de que el
cine nos hace bien, nos psicoanaliza, nos refleja, disecciona hasta los
tuétanos.
Mucha salud
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