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La mejor postura antiálgica

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sábado, 11 de septiembre de 2010

YA NO HABRÁ MARCHA ATRÁS

Aparqué en zona de carga y descarga y puse las luces de emergencia como señal de que la infracción era voluntaria pero iba a ser breve. Al bajar y cerrar la puerta me topé con aquel escaparate tan oscuro. En la luna, en su parte alta, rezaba el nombre: FROM THE GRAVE. No pude sino entrar, y admirar cómo en un orden y espacio de boutique de quinta avenida se disponían sin embargo brazaletes de tachuelas, parches de Manowar, Chaos, Aerosmith... En una vitrina acristalada figuraba una lengua carmesí de los Rolling justo en el trocito de tela que colgaba de los hilos de un tanga de terciopelo negro. Había ropa de niño, camisetas y graciosas chupas de cuero dimunutas donde se leía AC DC o KISS. Por supuesto todo era oscuro pero sin sensación de ahogo gracias a un buen diseño de luces. Había espacio de sobra para pasear entre los mostradores y  maniquíes.
Y entonces allí estuvo ella, gótica y rotunda. El negro de la indumentaria disimulaba quizás un ligero sobrepeso, y los piercings diseminados por su cara y orejas enmarcaban unos ojos radiantes de carbón encendido.Nos pusimos a prueba. Yo supe el nombre de la banda con un baterista de un solo brazo. Ella acertó con  la tonada de Charlie Parker que le silbé al oído. Nos enamoramos en el acto. Intercambiamos miradas y palabras innecesarias, saliva y caricias entre aquellos gorros de policía neoyorquina. Finalmente hicimos el amor en los probadores. Era viernes. Apenas mediodía. Enlazados por las manos salimos dejando la tienda abierta. Un agente sacaba su libreta frente a mi Mondeo, pero ya no me incumbía. Comenzamos a subir. Ascendíamos por un vallecillo que reducia, allá abajo, la ciudad a una mancha roja de tejados. El prado claro se fue cerrando y crecieron de repente plantas que se enganchaban con sus púas a nuestra ropa. Nos la quitamos. Sí, nos desnudamos para avanzar.
Ella era Shei me había dicho, pero yo la llamé Shara. Me preguntó y ahora qué. Le dije que en cuanto atravesáramos la frontera ya no habría marcha atrás. Y ella lo repetió con una sonrisa sí, no habría marcha atrás. Ascendía entre los árboles delante de mí, mostrándome su beldad futurista de volúmenes. Shara, le dije, no mires atrás. Sobre todo cuando lleguemos a la muga. No mires atrás. Pero Shara quiso observar por última vez ese mundo suyo que ya se iba borrando.
La bajé como pude a su ciudad. Sus cabellos detenidos. Su piel gris de dura ceniza. Su gesto de rabia contenida pero con la estoica tristeza en los labios ya eternos. Todo lo clavé en un parque de Irún. Allí vuelvo cuando puedo a limpiarle de grafittis las espaldas, y a quitarle chicles secos que pegaron los ñiños en las pupilas frías que ya no me ven.

2 comentarios:

  1. Muy bueno, tío. Hay que ver cómo te pone el negro.

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  2. Qué tal? sólo la vi allí. Congelada y fría en un parquecillo de Irún, y quise alentarla con una historieta que le diera algo de trasfondo.
    Me alegro de "verte", y tengo algo que proponerte. Vete engrasando la BTT.

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