Ya cuando lo compré era de segunda mano, y me costó 150 pts. El año también figura. 1983. O sea, lo leí a los 17. Ahí va el compromiso que consigo mismo pactó el bueno de Mario desde casi los albores de su carrera: no dedicarse a nada que no fueran las letras.
Mediado el capítulo 11:
...¿Cómo se podía ser, de un lado, una parodia de escritor y, al mismo tiempo, el único que, por tiempo consagrado a su oficio y obra realizada, merecía ese nombre en el Perú? ¿Acaso eran escritores esos políticos, esos abogados, esos pedagogos, que detentaban el título de poetas, novelistas, dramaturgos, porque, en breves paréntesis de vidas consagradas en sus cuatro quintas partes a actividades ajenas a la literatura, habían producido una plaquette de versos o una estreñida colección de cuentos? ¿Por qué esos personajes que se servían de la literatura como adorno o pretexto iban a ser más escritores que Pedro Camacho, quien sólo vivía para escribir? ¿Porque ellos habían leído (o, al menos, sabían que deberían haber leído) a Proust, a Faulkner, a Joyce, y Pedro Camacho era poco más que un analfabeto? Cuando pensaba en estas cosas sentía tristeza y angustia. Cada vez me resultaba más evidente que lo único que quería ser en la vida era escritor y cada vez, también, me convencía más que la única manera de serlo era entregándose a la literatura en cuerpo y alma. No quería de ningún modo ser un escritor a medias y a poquitos, sino uno de verdad, cómo ¿quién? Lo más cercano a ese escritor completo, obsesionado y apasionado por su vocación...
Por cierto, sólo recordar que Julia Urquidi murío este mismo año, el 10 de marzo, a los 84 años de edad.
Seguro que era tan trepante como Sofía Vergara.
Y para que el homenaje se corone como se merece, aquí el enlace a la fiesta que le hacen en el País, -cómo no, por otra parte-.
http://www.elpais.com/especial/mario-vargas-llosa/
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