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La mejor postura antiálgica

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miércoles, 28 de diciembre de 2011

ESTHER OVEJERO. LEE MORGAN. EVA CASSIDY



FRUITION JAZZ SOUND HOLE



No es que haya habido aclamación popular, desde luego que no. Abro el local porque yo quiero. Bueno, y porque tenía ya contratadas las actuaciones de esta noche. Antes de que acabe el año, me dijeron. Lo cierto es que no sé a qué tanta prisa pues ya sabéis que siempre traigo algún muerto, y no sé qué urgencias pueden andar teniendo al otro lado del muro. Pues como iba diciendo, que nadie me ha urgido a que abra la persiana de nuevo. Os bebisteis hasta el alcohol del botiquín, os dejé fumar, traje pinchos de inauguración, contraté a las camareras más lindas, me costó un Potosí traer a la Ferreiro (ahora que se la rifan en el Central y en el Bogui), y sólo el encomiable aliento y entusiasmo de Streaker me animaron a no abandonar la empresa. Y eso que al bueno de Streaker se le atragantan los compases en quinta sostenida, que es más que rockero a pesar del terno y la corbata. Y qué pasó con el bueno de Art Blakey? Es que queríais algo más purista? Ya os dije que no pudo ser traer ese día ni a Freddie Hubbard ni a Wayne Shorter. 

Bueno, al toro. Abro las puertas del FRUITION JAZZ SOUND HALL again. Esta noche hay tres bandas en el cartel. Una dama nacional. Un negro inmortal. Y Eva Cassidy.  El postre con Eva redimiría cualquier mantel,  aunque bien es cierto que en el menú del Fruition no se precisa de redentor alguno. Eva es mi debilidad desde hace muchos años y su voz aún levanta escarpias en mis brazos.



Pero pasen. Los que estén. Disculpen el tono de derrota del principio. Me aplicaré e intentaré alejarme del ajedrez que me he traído. Llevo desde las siete jugándome una partida como Bogart en el Rick´s Café Americain con un pitillo humeante entre los dedos. He traído más marcas de ginebra. He descubierto hace poco la Seagrams y ya no bebo otra cosa. Todo sigue siendo gratis. A ver si así.

Abrimos boca pues con una guapísima canaria que está llenando todas las salas y festivales del país. Es posible que mísmamente el llenazo que estamos teniendo esta noche se deba a que se haya corrido la voz de su presencia hoy en FRUITION. Sí damas. Sí caballeros. Esther Ovejero. ESTHER OVEJERO.


Abrigadita. A la intemperie, como cuando asistimos al festival de Ezcaray y amenaza lluvia. Qué pena no tener la labia de Cifu para amenizar estos tiempos muertos. Qué os ha parecido. Ha merecido la pena, no? Temazo dedicado a Janis Joplin. Luego firmará autógrafos puesto que se quedará hasta el final para ver a la Cassidy. Esther es una tinerfeña, filóloga inglesa, y afincada desde hace muchos años en Barcelona, donde está más que introducida en los ambientes jazzísticos de la ciudad condal. Cuando hacía sus primeras incursiones musicales lo reforzaba haciendo de intérprete con los jazzmen que venían al festival de Jazz de Canarias. Así conoció a un sinfín de estrellas, entre las que destaca quizás Richard Bona, a quien le pasó una maqueta con sus cosillas. Más tarde el bajista colaboraría en el primer disco de la Ovejero “Rompiendo el silencio” arreglándole algunos temas y tocando el bajo. Impresionante, no? Como sabía que os sabría a poco he preparado este doblete. A disfrutar. Con la música y con el book. Golfetes.


Georgia on my mind. Y en directo, como a nosotros nos gusta. Georgia. Os viene Ray Charles a las meninges, lo sé.. Isn´t it???


Ok. Decimos adios a Esther. Benson la acompañará al piso de arriba para que se avíe y recomponga. Y prepárense simples mortales para colocar la trompeta de Lee Morgan justo bajo el diafragma, lo que comúnmente vamos diciendo las tripas.


 Venido desde el sur de Manhattan, concretamente desde el mítico local SLUGS, donde a las 2:45 de la madrugada su chica le descerrajó un tiro en pleno corazón el 19 de febrero de 1972.
Sí, tengo una predilección por los Messengers, no puedo evitarlo. Ya les dije que muchas estrellas han pasado por la banda del baterista Art Blakey.
Y  Morgan, a pesar de su corta vida, brilló con luz propia no sólo en la banda de Art, sino junto al mismísimo John Coltrane en su mítico álbum BLUE TRAIN, o bajo las enseñanzas de su maestro Dizzy Gillespie.  También creó su propia banda para grabar para el sello Bue Note uno de los álbumes de jazz más vendidos en la historia de la discográfica THE SIDEWINDER.






 .

Verán que empieza con un piano tipo Hancock en Cantaloop, al que se sube tras lo primeros compases el Hard-bop swingueado de Joe Henderson (Sax Tenor) y el propio Lee. Es un tema para crear afición, no lo duden, al igual que lo fue Moanin´. Quítenle el respeto al jazz, que está aquí para hacerles el amor mientras echan un poquito más de whisky a esos hielos. Pinchen y pónganse un vasito o dos. Please.
Y lo del deceso, pues sí. Fue así, amigos. En un local como podría muy bien ser este mismo. Helen More, entró en el Club en pleno bolo, y entre pieza y pieza se lo llevó a la barra donde le montó una trifulca de muy señor mío. Helen se fue y Lee volvió al escenario a seguir cumpliendo con el público neoyorquino de aquella noche. A la media hora la bella volvió con un hierro en la mano y le abrió el pecho con una bala interrumpiendo el que sería el último tema de Lee Morgan. Sólo tenía 33 años.

Y ahora, para culminar esta gran velada, tenemos el placer de convocar al espíritu, la imagen y la voz de la sensacional Eva Cassidy. Para aquellos que no la conozcáis: sentíos envidiados, porque vais a sufrir un desgarro emocional y a descubrir algo que estábais lejos de llegar a pensar pudiera existir. Eva es una intérprete con una voz tan personal y prodigiosa que todas las versiones que grabó de temas archiconocidos las perfecciona, las engrandece y las hace suyas hasta el punto de olvidarnos del tema original. La casualidad hace que os tenga que contar que Eva murió también a la edad de 33 años. A principios de 1996 le diagnosticaron un cáncer que le segó la vida en pocos meses. Fulminante. Desde entonces, su carrera a título póstumo fue meteórica hasta llegar a copar los números unos de radios inglesas y americanas. Apenas conocida en los locales de su Washington natal, desde su muerte se ha abierto un hueco en el corazón de los amantes de la buena música.


Imágenes desvaidas, sin color, como para mitigar la palidez quizás de los últimos momentos de esta voz incontestable. Espero que os guste haberla descubierto en este humilde local que es el vuestro. Os quiero.
Ah! Y feliz Navijazz

lunes, 19 de diciembre de 2011

EL COCINERO, EL LADRON, SU MUJER Y SU AMANTE


Hace mucho tiempo vi en el malhadado teatro Ayala esta magnífica película que luego corrí a comprar en VHS por tener su música conmigo, su imagineria  barroca y… a Hellen Mirren.
Peter Greenaway es un raro hacedor de cine que se esfuerza por salirse del camino transitado de las audiencias y el adocenamiento. Lo suyo le cuesta. Quiero decir, que como autor, querrá el máximo de ojos degustando sus imágenes. Sin embargo se convierte por decisión propia en un cineasta minoritario, vapuleado por gran parte de la crítica y por la mayoría del público. Pero, ¿puede hacer otra cosa? Cuando trabaja sus mimbres siempre le sale el mismo estilo de cesto. Por convicción. Compromiso artesanal de embarcarse en empresas que le permitan moldear sus ideas sobre el sexo y la muerte. La vida.
.
El Cocinero… es una peli angustiosa, cerrada, encantada como una casa preñada de fantasmas, excesiva. La música de Mychael Nyman me embaucó desde el primer momento que la oí. Ese niño lavando la loza mientras interpreta un miserere.  El sonido ligado a la imagen con una maestría inquietante. La belleza visual de cada color que define cada objeto del escenario.  El vestuario. La comida.
Durante años esa voz y esa música siguen siendo fáciles de convocar por mi memoria.
Fue también pues un film de inciación que me abrió a la maravillosa música de Nyman antes de que irrumpiera con "El Piano", y a la bellísma Hellen Mirren; Bella  desde que se inició en la Royal Shakespeare Company y hasta las últimas interpretaciones de The Queen.
Greenaway-Nyman-Mirren. Triada fabulosa.













jueves, 15 de diciembre de 2011

Navidades con Joss STONE


La NAVIDAD…
Es esa parte del año que siempre me pone enfermo; con toda esa impostada alegría que escuchas en cada  villancico, que no son sino viejos éxitos del siglo pasado. ¿Acaso soy yo? Porque esto no se parece en nada a las películas de Frank Capra.
Así que gracias a  Díos que la Navidad sólo viene tan  sólo una vez al año. [….]
Por las deudas que contraemos, alcemos nuestra copa a la salud de la Navidad.
Por cierto, nunca nieva, tan solo llueve. No me explico por qué estamos siempre esperando unas navidades blancas…
Gracias a Díos que sólo viene una vez al año….

Todo eso lo canta esta simpática Mamá Noel que es JOSS STONE en este fantástico Anti-Xmas Carol.
Ya sé que no queda muy original refunfuñar en contra del espíritu navideño, sobre todo en este tiempo en el que necesitamos que las bombillas y  las tonadas callejeras se conviertan en el eficaz revulsivo que  pueda desatar un consumo que salve los grandes almacenes, los outlets y hasta los puestos de castañas contra los que se ha conjurado hasta la primaveral climatología.
Así que no voy a hacerlo. Sólo déjenme sonreir ante el vaivén de los pies de JOSS mientras todos caen a su alrededor convenientemente aborrachuzados.

Vengan pues los renos, vengan elfos y pastores, nieve-espuma y el cartón piedra de las sociedades belenistas.
El rojo y el blanco del padre Nicolás y  el de la Coca-cola. La estrella. Venga Ana de Codorniu y las uvas frescas o pasas.


Me sirve también la coyuntura para abundar en esta niña inglesita que siempre canta descalza y que hace sus alimones con grandes figuras como puedan serlo Rod Stewart o Donna Summer...
YEAHHH.....Ain´t that a lot of love...Aquí ya se le ha pasado el mareo del fin de año y se mueve todo muy british con el papito Tom Jones. Encantadoramente setentosa y flower power.


Nadie como Otis Redding para Try a little Tenderness, pero lo cantan bonito, empero. 


Y para terminar, se acabaron las rectas largas. Curvas curvas y más curvas con el swing y las caderas de USA y UK. LeAnn Rimes y JOSS STONE.  Soul soul soul soul soul soul



Y ahora volver a poner el anti Xmas Carol con el que hemos empezado. Dejadlo en "on" mientras ponéis las bolas en el árbol o extendéis las guirnaldas o coronas de navidad. Y mañana comprad, comprad, malditos.. que yo ya he empezado.



jueves, 8 de diciembre de 2011

FRUCTION JAZZ SOUND HOLE

 

Con cierta aprensión, agarro el enorme conmutador con las dos manos y lo deslizo suavemente hacia arriba. Y ya está. No hay vuelta atrás. Se encienden las luces de neón del FRUCTION JAZZ SOUND HOLE. Ya sé, es un poco largo. Me he dejado una pasta sólo en el jodido luminoso, aunque qué diantres, al mal tiempo buena cara. Pero entrad, no os quedéis ahí ateridos, que es casi invierno. Sois pocos, y algunos no os conocéis. Casi todos tímidos, que no habéis abierto la boca los más ni para decir hola soy yo qué pasa. Otros vendrán quizás y asomarán la cabeza por entre las cortinas de la entrada después de ver el cartel con las bandas que se anuncian para esa noche. Quizás entren y se sienten hieráticos y espigados a la barra, o cerca del escenario por ver qué pasa. Pero los que aquí estamos vamos a ser la entrada fetén de cada noche de jazz-session. Los más de Bilbao o de Gipuzkoa; gallegos, emeritenses (espero), calagurritanos, algún guiri sevillano y madrileño…buena gente, sin duda. Mezclaos hasta el límite que os queráis permitir. Dejad primero los abrigos, que he puesto el termostato. Las pruebas están hechas y funciona todo. Las bandas han venido y esperan turno, son los del fondo. Algunos ya están muertos pero de igual forma os responderán llevándose el índice al sombrero si les invitáis a un bourbon. Siempre están sonriendo, y no hay drogas. Sólo alcohol, good-label-branded, es decir, convenientemente etiquetado. Cerveza, sólo Carling. Bueno, y San Miguel 0,0 just for Mauri. Los tragos son todos gratis, los cortos y los largos. Sólo hay dos ginebras: Hendricks, con su rajita de pepino, y la Martin Miller´s. Hoy no hay más por las prisas de ser el primer día, aunque café hay a raudales, que no quiero que os durmáis. Y una cosa: lo siento: se puede fumar. El FRUCTION JAZZ SOUND HOLE es lo que es: un garito de Jazz, y me niego a que huela a rosas. Antes de abrir las puertas cada noche se enciende la máquina de la nicotina para que ya el primer cliente se encuentre el ambiente cargado y tenga que entrar cortándo una atmósfera de ensueño, irreal por las luces de colores que he puesto yo mismo en el techo con estas manitas. Bueno, basta de cháchara, los músicos ya están probando, y están nerviosos por ser los primeros en hacer vibrar estas paredes aterciopeladas. Decidme la verdad, ¿Habéis visto un antro más bonito que éste?  Las luces  indirectas, los focos, los juegos de color, los cuadros, esas pedazo de camareras. Venga ya…! Lo decís por adularme…, bueno, vale, pedid algo en la barra.
Sé que cuando aventuré hace unos meses que me encantaría abrir el local, anuncié que seguramente lo haría con Joe Henderson, pero son tantos los temas que se agolpan en mis meninges luchando por ese privilegio, que he tenido que ceder ante los recuerdos de mis primeras sensaciones como escuchador de Jazz. Y más allá de los “standards” de Gillespie, o del inmortal Armgstron; más allá de la trinidad de Monk-Coltrane-Davis, más todavía de la religión profesada a Parker, a Brubeck y a Bill Evans, más allá de todo eso, digo, quiero abrir el telón con Art Blakey y los Jazz Messengers, con un tema del pianista Bobby Timmons, “Moanin”. Quizás sea la banda, que con su sonido Blue Note, me mantuvo por primera vez atento y servil a todas las piezas de un disco de jazz

.

He elegido este video moderno más que nada porque muestra a un Art bastante mayor, hace ya unos 20 años, pero con un ritmo, una sonrisa y un empaque a la batería digno de aplauso en posición firme durante más de  media hora. Al ser una formación muy renovada no podemos disfrutar del Wayne Shorter de “one by one”, o del fantástico trompeta Freddy Hubbard. Tenéis que saber que por esta banda –en activo durante más de veinte años- han pasado decenas y decenas de instrumentistas. Esos dos monstruos, Shorter y Hubbard,  son los culpables de mi encandilamiento por los Messengers, sin duda alguna. Ya los invitaré para otras sesiones. Pero no me neguéis que ver y escuchar al blanquito Brian Lynch no ha sido una maravilla tocando la parte de Hubbard a la trompeta.
Bueno, espero que os haya gustado, y que la tonada de moanin´ os acompañe todo lo que queda de semana, que no os abandone y acabéis silbándola en la cola del Eroski sin saber a qué cuento viene a vuestros labios esa ambrosía de tonada.. 

Tomad otra copa, pues. Cuidad que la ceniza no dañe el paño. Que corra el aire, chicos. Me gusta este murmullo y el que aún no se haya roto ningún vaso. No arméis bulla y bebed con moderación. El  negro armario de la puerta se llama Benson, y a una señal os puede llevar arriba y daros una ducha de agua fría hasta que volváis a tener las orejas limpias para Verónica Ferreiro.  Jazz recién salido del horno. Con un primer disco LAIO, tras muchas tablas a la espalda. Esta no está muerta, y ha accedido a venir a la noche del estreno para que los que no están acostumbrados a los instrumentales se dejen llevar por la voz fantástica de alguien más cercano y muy fresco. Toda vuestra: Verónica Ferreiro. qué bueno este Stop your Step, oiga!!!!!!!!  No se me acaramelen.



Bueno, pues dos temazos por sesión. No os podéis quejar. No cansa. No empalaga. No hago caja con vosotros. Sé que a algunos os habrá sabido a poco. Prometo volver a abrir las puertas. Y espero vuestra afluencia. Gracias por venir. Demoraos con los tragos y la compañía el tiempo que haga falta. FRUCTION JAZZ SOUND HOLE  está siempre abierto para vosotros.


martes, 6 de diciembre de 2011

WENDIGO

En el fragor de la batalla, la tenue voz que pronunciaba su nombre se abrió paso por las correas y herrajes, se coló en el fino espacio abierto entre su cráneo y el metal del duro yelmo y arribó hasta su oído incrédulo. Giró en derredor buscando la fuente del sonido sin dejar de blandir el mangual y la espada. El piso del bosque era una devastación de cuerpos carmesíes y monturas desmembradas. Y por el profundo túnel de abetos las hordas de jinetes que llegaban  envueltos en gruesas pieles prometían aún larga la lucha. Hendió, atravesó y trituró, pero al fin pudo apostar su espalda al duro tronco de una secuoya y contemplar el vaho hediondo de las heridas abiertas. Nadie le acosó durante un minuto o dos. Sólo aquella voz que repetía meliflua y vagamente su nombre con un acento infrahumano: Ingaard, Ingaard…
 Una fuerza imprudente y desconocida en él le dictó sacarse el yelmo y 
recular pendiente arriba. Temió que fuera el miedo a morir aquel día bajo el hierro del norteño. Pero no, era la voz que le llamaba y lo atraía hacía otro punto del bosque. Desde la loma atisbó, allá abajo, cómo los hombres mataban y morían sin echarle aún en falta. Se giró, y afrontó el espeso follaje cada vez más cerrado y disuasorio. Al poco, dejó de oír los alaridos y el cristal roto de los metales, para centrarse tan sólo en el viento moviéndose entre las hojas, en el canto de los pájaros y en aquella sepulcral voz que lo citaba.
Desorientado, en un arroyo se zafó de su peto y de toda impedimenta, y no sintió el frío. La voz, más rotunda a cada paso, lo instó a quedarse sin ropa y a fundirse entre los helechos y las matas de fresas salvajes. Las plantas de los pies patinaban constantemente sobre el musgo húmedo, y llegado a la boca de una inmensa caverna, sintió por primera vez que los trinos habían desaparecido del bosque, y que el silencio era absoluto de no ser por la tonante voz que le llamaba desde el interior de la gruta.
La oscuridad comenzó a ceder pasados quinientos metros. Del techo de la cueva se abría un ligera linterna entre la roca.Volcaba un haz de claridad que a duras penas permitía vislumbrar nada entre las sombras. Pero algo se movió. Un ser inmenso se fue acercando al rayo de sol, e Ingaard pudo ver cómo la ducha de luz delineaba una osamenta y  los contornos del ser más aterrador que jamás pudo haber imaginado, mientras que de su monstruosa boca, una voz sísmica y global se abría paso entre los cientos de colmillos y emitía su nombre como la sirenas cantaran otrora el de Ulises.
 Mi hermano se encarga de la banda sonora. Horn of the rhino. Wendigo.
Se aconseja la lectura con la música de fondo. El texto, parece que vale algo con el binomio.

sábado, 3 de diciembre de 2011

ALDEBARAN

Franzen, en su novela Libertad, entre otros muchos temas me deleitaba con las reflexiones de Walter acerca del Grupo de Londres y su “crecimiento cero”.Por lo que a mí respecta nunca voy a ser capaz de sacrificar mi afán por el crecimiento continuo. Soy un puro engranaje en el sistema. Ya es tarde, lo llevo tatuado en el cromosoma. Me encantaría llamarme Jeremiah Johnson, Supertramp o Henry David Thoreau, pero tengo pulso de tuerca y a veces me veo como si fuera un Charlot girando entre los engranajes de estos Tiempos modernos. Acabo de recibir los resultados de este mi año que acaba, y obtengo un 110% del presupuesto al que me encadenaron. Que qué. Pues que estoy muy contento, ya lo he dicho antes. Enseguida me pondrán otra zanahoria podrida en las narices y correré cual galgo dopado en el canódromo de mi vida. Enseñando los dientes y diciendo “gracias” entre los bufidos y resuellos de la carrera. Vueltas y vueltas y más vueltas. Y vuelta a empezar.
Cuando lo prudente sería tender hacia el crecimiento nulo, e incluso menguar ligeramente en aras de una sensata sostenibilidad que diera un descanso a los finitos recursos. Claro que, resulta indignante apoyar la postura del retroceso cuando tantos y tantos millones de personas se encuentran tan por debajo de la dignidad humana.
Bromeando el otro día con un amigo que espera su tercer mastuerzo y que tenía la cara dura de echarme en cara mis deplorables hábitos para con el noble arte del reciclaje de las basuras en el hogar, le espeté, que aunque él reciclara infinitamente más que esta servidora, sin embargo sus efectos criminales hacia el planeta eran el triple de rotundos que los míos. Hay que cumplir con la especie, le dije, y tener sólo un hijo, o mejor aún, adoptarlo. Pero sólo uno, releches. La redundancia en la paternidad es propia sólo de sociedades agrícolas, del neolítico. Pertinente solo para acrecentar la mano de obra  en el minifundio y ahorrarse un mulo, una vaca, o dos. Hoy día una mente ecológica y que recicla cada desperdicio en su correspondiente container de color, debería saber que el superhábit más allá de la unidad en lo que a hijos se refiere supone cargar con dinamita de alta inflamabilidad el corazón de este planeta que quieres salvar a costa de discriminar el cristal, el plástico o el hollejo de las uvas. Con familias como la tuya, insistí, de tres en tres o de cuatro en cuatro lo único que generas es una consunción del planeta por el consumo triplicado o cuadruplicado de mastuerzos. Que sí, que luego cuando les pones un nombre y algo de ropa y los quieres está bien, pero así, en frío, no son sino mastuerzos-termitas que agotarán lo poco que quede de gas y de carbón en el subsuelo.

¿Esperanza? Nula. Cuestión de tiempo, eso sí. No lo veremos, es la pena. Sucumbir por agotamiento es lo que le queda a esta pelota que gira y que tuvo la mala fortuna de que evolucionáramos en ella. Quizás con un poco de suerte, y tras agotar los recursos de algunas lunas y asteroides cercanos, demos el paso definitivo y montemos en una Enterprise, en un Discovery 1 o en un Nostromo y dejemos atrás nuestro viejo planeta gastado y viejo para fustigar nuevos mundos hasta destruirlos otra vez.

En el cumpleaños de Iñigo le regalamos Aldebarán, colosal cómic de Leo, donde se desarrolla la idea de la colonización terrícola más allá del Sistema Solar. Un nuevo Mundo, un Renacimiento, una Nueva Oportunidad. También nuevos paisajes y criaturas entre las que destaca la fabulosa Mantriz, una especie que se encargará de tutelar  la incursión de la humanidad en el espacio.

Iñigo se lo bebió en dos días, y yo en los dos siguientes. Así que nos hemos hecho con el volumen 2: Betelgeuse. Colosal.

Se trata pues de una estupenda saga de ciencia ficción. (Aún me acuerdo de cómo disfruté de Fundación de Asimov hace ya tantos años.)
Con una imaginación deslumbrante, aunque contenida en el aspecto artístico, nos presenta una defensa del ecologismo y de la necesidad de respetar el entorno para poder sobrevivir. Hace poco le regalé también El Incal de Jodorowsky-Moebius y quedó alucinado. Asombrado completamente, como cuando yo lo leí en los ochenta. Aldebarán y Betelgeuse cuentan con un tercer tomo, Antares, que aún no se ha traducido al español y que por tanto no está disponible.