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La mejor postura antiálgica

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miércoles, 1 de marzo de 2017

BRAD MELHDAU


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El torbellino de la campaña comercial ya se dejaba sentir levantándome las solapas del cárdigan. Y se ponían tan enhiestas, como almidonadas por el stress y las tareas pendientes de hacer, que me cubrían los flancos ocultándome todo aquello que no estuviera escrito en mi agenda de tapa roja moleskine. Así que me iba quedando sin ir al teatro, al cine, a conciertos... puesto que no llegaba a saber que toda aquella golosina se hubiera programado. Muchas veces me topaba con algún cartel raído, ya viejo por el paso de dos meses, de tres, de cuatro, anunciando un concierto de Perro, de Drexler, de Spalding, de lo que sea, que ya había caducado, que ya era pasado, historia, memoria feliz para los que asistieron.
Cuando vi que era Brad Melhdau a quien me iba a perder esta vez, me enfadé conmigo mismo por ser tan monorraíl, tan poco multitask, tan obstinado y concentrado, tan sumido en mi hipnótica mierda laboral que dejaba pasar aquellos trenes fantásticos que hacían parada en los andenes de la ciudad, tan cerca de mi casa, esperando que me alojara por un par de horas en sus lujosos vagones transartísticos y a los que yo sencillamente ignoraba y dejaba pasar de largo mirando hacia otro sitio donde, nunca, ocurría, nada, que, no, fuera, rutinario, y gris.
La chica de la sala BBK se rió sin maldad de mí y me dijo, ja, hace ya como dos meses que se agotaron las entradas. No se lo tuve en cuenta, me lo tenía merecido. Pero al día siguiente se me ocurrió tocar madera por si fuera verdad aquello de que daba suerte, , y me acordé de Amaia, que trabajaba en Moskito Records y que desde los fogones del jazz a veces me lanzaba un tizón ardiendo en formato de disco (Aurignac, Barrueta, Colina…) o de avisos por wasap de inicios de ciclos, festivales... avisos que a veces se estrellaban contra las solapas almidonadas y alzadas de mi cárdigan para morir y yacer inertes a los pies de mi moleskine de tapa roja.
Un intercambio de aquéllos llegaron al más feliz de los puertos. Fue más o menos tal que así:

     - Amaia, mil gracias por el aviso, el sábado vi a Seamus Blake, gracias por haberme avisado, pero sabes qué, me pierdo a Melhdau, arrrgghhh, agradecería una ayudita, if posible. Love u

     - Voy a intentar;

     - No te expongas…a ver si vas a prevaricar,,,que mira cómo vienen de cargaditos los diarios esta mañana. Agregué también una foto de uno de los discos que tengo de Melhdau, Places, y le puse al pie: ha sido culpa mía, debo de estar más atento.

     - Ya te he apuntado, hasta el lunes no puedo ver las entradas retenidas.

     - Agregué seis iconos de mano con High thumb; seis manos con los seis colores distintos que dispone wasap; y puse: lo de Seamus Blake fue fantástico.

     - Yo he estado en la prueba de sonido, me ha encantado!! Mikel (su hijo) ha salido diciendo que él también quiere tocar una txirula de esas. Y luego ha puesto tres emoticonos partiéndose de risa, y ha añadido: el lunes hablamos.

 el lunes llegó
          
-               -- Habemus entradas. Dos emoticonos de teclas de piano, y tres de dos manos aplaudiendo. Son en balconada, en sala ya no quedaba nada de nada.
-
-               -- Ieeeepa, pues al final va a ser una sola entrada, querida, que a Iciar le viene mal el horario. Además Melhdau quizás sea un poco frío para ella, que es de corazón más caribeño para el jazz, o al menos que haya un poquito de brass
.
-               --  Emoticono de risa. Estaba hablando con Monique, que ella también quiere ir, así que tienes invitación y acompañante. Te viene bien el plan? Un emoticono me quiña un ojo.

-                 --Después de más de media hora, le pongo: Perdona el silencio, no es que me lo esté pensando….es que he entrado en una reunión. Bien. Como una cita a ciegas. Guay.

-               --  No hombre. Dos emoticonos se mean de risa. Yo también estoy trabajando y contesto cuando puedo.

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Así que vino Monique. Quedamos a las siete y cuarto, cuarenta y cinco minutos y dos cervezas antes de que empezara el concierto a las ocho. Dimos el nombre de Amaia a las chicas de la recepción como si fuera una clave para adquirir un alijo de estupefacientes, pero en lugar de eso nos hicieron acompañar a un joven que nos guió escaleras arriba hasta el palco de la sala BBK. Allí cada cual seguía sus instintos para buscar un asiento libre que le ofreciera la mejor visibilidad del escenario allá abajo, que mostraba, lustroso, un Stenway como de obsidiana, una batería desangelada, y un contrabajo dormido, echado, acurrucado como una pequeña mujer de Botero, morena y aceitada y desnuda y callada. Nuestro particular Virgilio nos condujo por aquel infierno de las alturas hasta el extremo del palco, hacia aquel pequeño proscenio que cuelga sobre las butacas de patio y casi sobrevuela el escenario. Un sitio aventajado cuando menos, con tres asientos blancos, cómodos y cercanos, junto a la baranda sobre la que podíamos inclinarnos reposando sobre ella los antebrazos para contemplar con facilidad y aguzar la escucha con el cuerpo volcado en actitud atenta. 

Ocupamos dos de las tres sillas albares que se nos ofrecían. Hablamos un poco de música, de pianistas, de Bill Evans, de Keith Jarret, de Dave Brubeck, de cómo Melhdau, de los actualmente consagrados era uno de los grandes, y de lo cerca que habíamos estado de habernos perdido aquel concierto que se anunciaba tan memorable y en unas condiciones tan exquisitas gracias-gracias-gracias a Amaia. No hablamos de Glen Gould, quien me apasiona, y al que llegué musicalmente desde el trampolín de la literatura, como otras tantas veces, leyendo El Malogrado, de Bernhard. Tampoco hablamos de Shine, aquella maravillosa película que seguro que Monique habría visto. Impresionante Rush. No hablamos de Peterson ni de su Night Train que debe estar apunto de rayarse de tantas veces que me lo pongo.Yo, mientras esto sucedía, o no sucedía, no sé con qué rincón del cerebro, que no impedía que mantuviera o no mantuviera aquella conversación con Monique, me imaginaba a Brad antes de salir al escenario, con la manos sumergidas en un barreño de agua caliente, a unos treinta y ocho grados centígrados, templándolas para que los dedos volaran como dos pulpitos hiperveloces sobre las escalas dodecafónicas, cambiando de tonalidad como quien cambia el gesto con un mero arqueo de ceja
Al fin entraron los tres músicos, animosos y resueltos sin que nadie les precediera con una presentación. Los grandes levantan una ovación sin que haga falta un maestro de ceremonias que enfervorice al público con prolijos y encomiásticos introitos. Así como sí se hizo con Seamus Blake el sábado anterior, cuando Gorka Reino los ensalzó y agradeció la asistencia masiva del público porque la programación y la existencia del festival dependía de la respuesta de los aficionados, quienes a veces preferían la quietud de sus equipos de música y de sus salones de música y de sus colecciones de música grabada en estudio o en directo, pero reproducida solo para ellos en el momento que ellos decidieran y con el volumen idóneo y el instante del día o de la noche que ellos decidieran.
Brad arrancó las primeras notas y empezó el concierto que durante casi dos horas nos mantuvo flotando sobre aquella sopa etérea de música maravillosa. Yo, me replegué sobre mí mismo para dirigir todo aquel magma hacía mi glándula pineal y deglutir con mayor atención cada triada de notas, cada compás y cada cambio de tonalidad. Ocho, nueve canciones, diez, no me acuerdo ya exactamente, tan sólo que nos obsequió con dos bises, aunque el último recayó sobre la responsabilidad casi plena del batería con un solo demasiado largo que Brad escuchó absorto sentado en flor de loto desde su sillita de pianista. Se deleitó desestructurando a los Beatles, maravillosamente, diría yo. Hizo un guiño con un compasito de My favourite Things dirigido a un asistente que se atrevió a gritar  por encima de unos aplausos qué era lo que quería escuchar, como si fuera un jukebox. También me sorprendió desde el principio la cordialidad del pianista dirigiéndose al auditorio con respeto, intentando trufar en lo posible algo de castellano cuando explicaba qué canciones eran aquellas que había interpretado, y cuál era la que vendría a continuación, recibiendo agradable las ovaciones y los bravos. Siempre había pensado que este hombre se conducía como un divo distante, como si estuviera tocando en la soledad de su estudio ensayando las piezas ensimismado sin considerar a quienes a su espalda aplaudieran, silbaran aullaran.
No voy a explayarme en criticar el concierto ya que no lo soy. Sólo diré que cuando concluyó nos miramos satisfechos Monique y yo, sabiendo que habíamos asistido a algo grandioso y que habíamos sido conscientes de ello durante cada segundo que aquel músico había paseado sus dedos por las teclas del piano. Brad Melhdau. Bien.


martes, 7 de abril de 2015

ROSE MARY



Todo se acabó para empezar de nuevo.
Te acuerdas aunque ya no existes como existen
las aceras o los frutos espinosos de lo plátanos
de tus primeros días  mirándote al espejo y preguntándote
hasta dónde llegarías.
Te acuerdas en mi mente dentro de mi cabeza
porque tú ya no existes a la manera de existir de
las piedras o de las estelas de los aviones
de tus muecas frente al espejo
mascando siempre el mismo chicle mentolado 
enamorándote de ti al son de 
I can´t get no satisfaction
mientras nos preguntas
hasta dónde llegarías.
Te tengo que inventar como a una isla nueva porque ya no me existes
para recrearte mirando al mar  
o corriendo entre las encinas de Alcudia 
preguntándote mientras te enfangas de sol y mies
dónde hollarías finalmente tu tacón bajo si en Nueva york
o en Efeso o en Copenhague o en Almadén. 
Dónde posarías las manos de harina puras
De no haber tocado megabytes o de no haber sufrido  aún
Los cuchillos del desprecio.
Desde dentro de mí ahora que no existes me colonizas
Como la luz de Betelgeuse calándome
suave por la noche y por los días 
y te harás un ovillo lo sé
ahí dentro de mi pecho o de mi cabeza 
como la luz que viene de Orión.
Inopinadamente
has elegido los rincones oscuros y profundos de mi bazo o de mi hipotálamo 
gritando que nadie te entiende
impostando una locura
de bacante
mientras arrojas tus gafas de sol Ray Ban
al fondo hediondo de las albercas.
Y hasta ahí has llegado
refugiándote en unas gafas de sol de repuesto Gucci
como la hija de Bette Davies que siempre has sido
y anhelando vulnerable en tu ovillo
una voz que te envuelva como sólo un padre sabría hacerlo.
Hemos llegado.

sábado, 28 de marzo de 2015

CIFU & EZCARAY



Estaba en Sevilla cuando mi fiel Eskuredo me envíó un wasap con un lacónico "Ha muerto Cifu". Bueno. Todo llega. Nos iremos todos. Es hora de esculpir torpemente la loa. Cifu fue nuestro báculo en aquellos años ochenta y noventa que nos permitió ir tropezando por el camino asilvestrado del jazz. El joven Fructus que forraba su habitación con posters de Montrose Whitesnake y Angus Young, corría el dial de su radio buscando más rock, más blues, más metal. En ese desenfreno esquizofrénico se topaba por error con programas de música clásica, o lo que era peor, con ese murmullo anárquico que era el jazz.
Y esa puerta no se puede cruzar casi nunca por casualidad, hay que armarse de razones para asir su pomo y empujarla y cruzar el umbral brumoso que te lleva a su universo paralelo. En mi caso las razones fueron sencillamente una voluntad irrevocable por conocer algo tan distinto a lo que hasta entonces me producía placer. Y ahí vinieron la busca, la escucha activa, la perplejidad e incredulidad a cada paso...y la ayuda en aquellos días de Jazz porque sí, y desde luego de Jazz entre amigos.
Y fue que un tío de la edad de mis padres comenzó a guiarme y a aconsejarme, y consiguió que esos nuevos compases y texturas, si no desbancaran al rock de su trono, se arremolinaran a sus pies y convivieran amablemente como buenos descendientes de un padre común: el blues.
No empezaría a comprar discos de Jazz sino mucho más tarde. Mis ahorros eran para Judas, Nugent y Tull, pero casi sin darnos cuenta se iban colando los Gerry Mulligan, Davis, y sobre todo el Charlie Parker al que me convertí tras la lectura de El perseguidor.
En el Café Central de MAdrid he estado dos veces, y buenamente pudiera haber coincidido allí con J.C. Cifuentes, aunque con quien sí lo hice fue la primera vez con Charo López, y la otra con una tal Isabel Gemio. El encuentro en la tercera fase tuvo lugar sin embargo en un pueblecito riojano que había sido la guarida vital para un crítico de jazz belga que lo eligó para morar allí hasta el fin de sus días. El crítico fue Ebbe Trabberg, y el locus amenus la villa de Ezcaray.
Y fue que Cifu se había converdido en el maestro de ceremonias obligado para presidir el festival que homenajearía a Trabberg cada año en su Festival de Jazz de Ezcaray.

Creo que allá por los últimos años del siglo XX aparecimos un mes de julio Iciar y yo, y llamados por la música y el gentío descubrimos el "memorial" al que hemos fallado en muy contadas ocasiones, Y allí vimos sobre el escenario, micrófono en mano, a Cifu, al tío de la tele, al de Jazz entre amigos, presentado a músicos de jazz de 2º división, los que no entraban en los carteles de Vitoria o San Sebastián.
Todos lo años podías tropezártelo en algún bar acompañado por los jazzers o por los organizadores  de la Sociendad de Amigos de Ezcaray, y sólo una vez me animé a dirigirle la palabra y a estrecharle la mano mientras musitaba torpemente mi admairación y le agradecía su labor didáctica e instructiva que tanto me había ayudado . Y me di cuenta de que lo estaba tratando como si fuera una estrella de jazz, como si hubiera sido él el que hubera soplado el saxo o aporreado los platillos.

Ayer, asistimos en la sala BBK de Bilbao a un concierto homenaje que le brindaban la Sociedad de La Bilbaina Jazz Club. Porque tenía amigos bajo las piedras gracias a su gran labor auspiciadora de músicos y festivales. Vi a Mikel Romano en la larga fila que iba aliementando la sala,  y luego no logré recuperarle, pero le agradezco que me animara a manchar Ekoizle con esta reseñita.







domingo, 16 de noviembre de 2014

domingo, 26 de octubre de 2014

DOWN TO YOU






Everything comes and goes
Pleasure moves on too early
And trouble leaves too slow
Just when you're thinking
You've finally got it made
Bad news comes knocking
At your garden gate
Knocking for you




.

SOMBRA

El verano ha dado un paso atrás para coger carrerilla y pegar un salto durante la segunda parte de octubre. Y así, este domingo ha amanecido canicular desde sus incios. Al igual que ayer y que antesdeayer. Scott se preguntará, colgada en su percha, qué es lo que me retiene estas semanas, sin saber que en nuestra casa del down town, lejos de su alto otero de Larraskitu, ha entrado una perrilla que nos ha revolucionado a todos y que nos mantiene ocupados como si fuera un bebé.
Iñigo la ha bautizado Sombra casi como en una premonición de lo que íbamos a ir buscando por las aceras en estos días pseudoestivales.
Y esta mañana entró el sol en la sala con oblicuos rayos y se mezcló con el Bob Dylan de Street Legal y Slow Train Coming. Y luego salimos a Cobetas los cuatro para comprobar que todo Bilbao había pensado como nosotros. Desistimos, y volvimos a casa con un pollo del Rally, al igual que otros domingos que se mezcaln y entremezclan en el pasado. Porque para eso están los domingos. Para fluir por ellos, melosos y somnolientos entre el rasgueo suave de las guitarras y las lecturas vagas de El País Semanal.

viernes, 10 de octubre de 2014

CANNONBALL ADDERLY


Wheather Reaport, con un recién admitido Pastorius homenajean al antiguo compañero y amigo de Joe Zawinul. Nace uno de los mejores combos del Jazz Fussion.
En este tema, un Jaco contenido reduce sus florituras virtuosas hasta convertir su bajo en un cálido lecho donde anida todo este respetuoso y sentido temazo.




martes, 8 de julio de 2014

She is my little girl riding along...


 Every day these days my favoutite girl is going out with her bike for La Rioja landscapes.
I want her to know with these pictures  that I would wish to ride by her side. And from behind too!

















miércoles, 14 de mayo de 2014

CÉSAR PÉREZ GELLIDA

La hibernación ha sido larga. Quizás tenga mucha culpa la mínima actividad operada en facebook. Una actividad un poco más de aquí te pillo aquí te mato, vivificada por el trasiego de aportaciones de los asimilados en ese contubernio de malentendida "amistad" que sugiere la red social. En todo caso, hemos vivido, hemos respirado y hecho el amor a la mujer amada, hemos leído y hoyado los pies y las ruedas por trochas castigadas por el barro del invierno y de la incipiente primavera. Hemos cocinado y hemos libado vinos dignos de panegíricos más audaces que cualquier loa que de mi lengua salga. Y hemos compartido también la vida  -Iciar y yo, turnándonos la tenencia del volúmen- de algunos personajes que han calado hondo hasta formar parte de nuestra pseudo-realidad. El inspector Sancho, Carapocha, y desde luego Augusto Ledesma. Junto a ellos una mesnada de personajes quizás no tan importantes  aunque no menos necesarios.
Memento Mori.
Dies Irae
Consumatum est







La abducción ha sido total. Hemos ido ralentizando el paso de las hojas hasta convertirlo en un moroso acto que quería congelar la acción, temiendo que el vaso se vaciase, que la aventura llegara a su fin, sabiendo como sabíamos, que Gelllida finiquitaba la trilogía encargándose de dar matarile cervantinamente al cereal killer más castizo de la historia de la literatura negra. Y es que Valladolid se ha convertido en el núcleo alrededor del que orbitan Islandia, Alemania, Polonia, Italia, Chequia, Albania... escenarios dibujados perfectamente por la mano magistral de un escritor bisoño pero tocado por la mano de las musas para mantenernos tensos, ávidos, expectantes. Así el centro de Castilla-León se ha liberado de todo prejuicio para convertirse en un locus tan cosmopolita como cualquier otro, porque a partir de ahora, en este siglo XX1 de las fibras ópticas cualquier pueblo puede albergar heroes o monstruos cosmopolitas, políglotas, melómanos, cibernéticos...

domingo, 23 de marzo de 2014

PUSH THE SKY AWAY

Posiblemente el mejor disco del año pasado junto con The Raven... Y sigo escuchándolo once again and once again.. Gorgeous.
Y este Blues del Boson de Higgs, tan hipnótico. Creciente. Escuchémoslo en bucle todo el santo día.
Once again.
Once again




JUAN MADRID





Juan Madrid. Llega a mis manos desde una librería de viejo improvisada en una pared triste de uno de esos establecimientos que brotan como hongos en estos tiempos de crisis. Los objetos de segunda mano se hacinan en su fealdad  sin fondo, clasificados arbitrariamente en ese loft-purgatorio de sucia luz donde te mueves con miedo de rozar una vajilla opaca de mil potajes, un dudoso equipo de alta fideledad o o una figura de Lladró más falsa que la boda en la que alguien se deshizo al fin de ella.
Siempre había querido leer a Juan Madrid, y desde 1980, año de su primera novela, se me estaba ya cuajando la leche. Y aquí está pues, Toni Romano. Al fin. Recorro sus hojas y le veo la cara ajada al ex policía, las cicatrices de las manos, y el primer esbozo de un espíritu vapuleado por la vida que se irá concretando y  desenvolviendo en las siguientes novelas de la serie.
La novela de Juan Madrid es honesta. Describe el tiempo en que fue escrita pasando de cerca el espejo por los años de la transición. Describiendo la sombra que iba dejando la muerte del miserable General, donde el cambio de poderes fue tan sólo nominal, donde al fascismo le costaba cambiar aún la camisa azul por la corbata corporativa de los ministerios.
Juan da la voz a Toni Romano y al resto del elenco con el que actúa. Se esconde el narrador tras la acción trepidante de los delincuentes. Cede el protagonismo de la tercera persona  a la queja del pobre y del hambriento de justicia en un Madrid dominado por un nuevo modo de dictadura: la corrupción que se extiende como la gasolina inflamable hasta hoy día, el trapicheo urbanístico, la génesis de la burbuja inmobiliaria en manos de la burguesía franquista que sigue girando y girando por la ladera del siglo  XXI, aunque se forjara, como J.M. apunta, en la década del 75 al 85.
Y como no hay burbuja que no acabe reventando, aquí estamos todos ahora, acabándonos y reinventándonos y llorando mientras nos levantamos y señalamos las camisas sucias de azul de los Blesa, los Aznar, los Rato...
Una novela que no te deja polvo antiguo en el paladar porque no fue impostada ni mentirosa con su tiempo. Al igual que las novelas de Baroja se pueden seguir leyendo aunque los tiempos hayan cambiado esos mismos escenarios de Madrid la ciudad.
Juan Madrid no se identifica con Delibes ni con Cela, y vuelve a recuperar en Baroja, y hasta en Valle Inclán las herramientas que necesita para el oficio. Para él sí que hay una Transición Literaria honesta en aquellos años de cambio. Establece una ruptura con la literatura inmediatamente anterior porque no se reconoce en ella y porque no le sirve para describir lo que está viendo en su barrio de Malasaña, y en todo Madrid. No encuentra un padre que le dicte el estilo que ha de seguir, y se lanza hacia una especie de novela social tintada de negro. Del negro de Dashiel Hammet o Raymond Chandler. Una novela rápida, tansgresora, emocionante que denuncia desde la ficción la injusticia de un tiempo histórico, cruel y demoledor con el hombre indefenso de la ciudad. 
Mendoza o Montalbán cabalgan con él y le superan quizás. Pero Un beso de Amigo promete  mucho: la certeza de una voz propia y la construcción de un peronaje, Antonio Carpintero, que se convertirá en un entretenido y afilado bisturí con el que este novelista de izquierdas denunciará la injusticias de los poderosos en un tiempo que nos han hecho creer "democrático".

 

martes, 18 de marzo de 2014




Hoy alguien me ha regalado a primera hora de la mañana una bolsa negra de "YogurTea". Una bolsita negra elegante y aparentemente hermetizada para prevenir su contenido de la luz y del aire exterior. Sin embargo, durante todo el día su fragancia suave y dulzona ha inundado el espacio de mi coche.
Me has alegrado la mañana, le he dicho.
Pues sí que necesitas tú mucho para que te alegren el día...
Cualquier cosa que se salga de la agenda y la someta a lo gratamente inesperado.
Parece ser que soy el único de la oficina al que le gusta el té. Los que gustan de infusiones, sólo toman Rooibos. Así que he debido ser por eliminación el afortunado que ha recibido la reluciente y acharolada en negro bolsita de YogurTea. Una preciosa bolsa de té diseñada como para un regalo. Un regalo con el que alguien obsequió a alguien sin tener muy en cuenta los delicados equilibrios de los gustos y aficiones que acaban por definirnos a las personas.
Eres la música que escuchas.
Eres el cine que ves.
Eres lo que comes.
Eres el té que tomas.
El obsequio ha pasado, pues, con éxito la prueba de ambientador de aire para automóviles.
Veremos si esta noche, cuando escancie el conveniente agua hirviente sobre la taza, se cumple o no la promesa de placer palatino.


viernes, 14 de marzo de 2014

TRUE DETECTIVES







Acabo de terminar de ver esta maravilla de película dividida en ocho tomos. Puro goce visual e intelectual. Donde Harrelson da la réplica a M.M; donde el el paisaje de Lousiana da la réplica a M.M; donde el director y el guionista trabajan a destajo para que M.M. se convierta en uno de los actores más densos del momento. La trama es casi un pretexto para que se nos cuente la relación entre dos hombres a lo largo de los años. Uno de ellos cree conocerse a sí mismo, mientras que el otro sabe perfectamente que no se conoce. Las clases de filosofía brotan de los labios de Rust Cohle. La música condimenta magistralmente el ambiente cerrado del sur de los Estados Unidos. De nuevo HBO rescata el espíritu básico del cine con mayúsculas.


domingo, 9 de marzo de 2014

LEOPOLDO MARIA PANERO





En esta casa algunos poetas son más de unos que de otros, igual que ciertas películas, discos, platos... Y así, LMP es más de Iciar que de nadie más en esta casa. En esta casa LMP ha entrado siempre de su mano. Iciar nos inundó con las imágenes de El desencanto de Chavarri, y nos estremeció con las páginas de El Contorno del Abismo, de Benito Fenández; y hasta creo que paseamos por las calles de Astorga porque Iciar buscaba reconstruir los pasos del poeta por el pueblo decadente de las imágenes en blanco y negro de aquel film.
A Iciar le duele la muerte de LMP lo mismo que le dolía su vida.  Entra en Ekoizle con la cabeza gacha un poco destrozada por la pena, y escribe...

"Sólo un recuerdo en voz alta a la persona de Leopoldo M. Panero.
Admiro tu sensibilidad y por tanto tu valentía.
Admiro tu sabiduría y por tanto tu razón.
Admiro tu cordura y por tanto tu locura.
He visto cómo el abismo al que te asomabas, demasiado pronto, acabó mirándote;
y compartí contigo, durante segundos, esa visión.
Tú eres más real que la propia vida"

(Una vez estuvimos juntos,  Leopoldo. Fue en la Facultad de Filosofía de Donosti, yo sí te vi)


Poema El Circo de Leopoldo Maria Panero

Sábado, septiembre 23rd, 2006


Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma. Mi
hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.