Cuando ya hay algo casi perfecto, se convierte en invitación para cerrar su círculo. Y Cornell se quita la camisa de franela a cuadros y ahonda Billy Jean hasta el tuétano. Más íntima, sin animar al salto borrachuzo que a todos nos invade cuando oímos el intro de Michael en los pubes y tugurios donde ahogamos las miserias. Casi umpluged, la voz de motor gripado de este grungero de Seattle desanimará cualquier intentona de mejorar el tema.
http://www.youtube.com/watch?v=epXN1eUkFGU
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miércoles, 31 de marzo de 2010
martes, 30 de marzo de 2010
"La aceptación de las propias limitaciones eventualmente es una sabiduría triste"
En todas las fotos que he visto de Bioy siempre se me hace que no es Bioy, sino Salvador Pániker posando tras haber escrito sus Variaciones 95 o su Cuaderno Amarillo. Ambos retratos se sobreponen, se solapan y evolucionan hasta fundirse en la improbable fisonomía de Isidoro Vidal, el protagonista de Diario de la Guerra del Cerdo (DGC). Pániker escribe un verdadero y riguroso diario, donde da detalles de su pensamiento pero también de su deterioro añoso, de la farmacopea que consume, de su sexualidad a estas alturas. El Isidoro de DGC sufre su madurez convirtiéndose en víctima expiatoria de una juventud irracional, que cree que conjurando y eliminando a los viejos en los que ellos mismos se convertirán, conseguirán de este modo frenar la horaria, el minutero y el segundero del reloj.
Isidoro, en su otoño dorado, consigue el amor de la joven que ama. Ese, el amor de una joven, es el verdadero pecado que comete de cara a sus jóvenes agresores. Es la esperanza, la tregua. Y al igual que el Martín Santomé de La Tregua, (otro cincuentón que pone un amoroso paréntesis en su vida justo cuando la demolición del tiempo ya presagia el no retorno) Isidoro Vidal reverdece con tiernos brotes un corazón que ya amenazaba barbecho.
Porqué es un diario no acabo de entender. Sí que Bioy lo atomiza por entradas fechadas día a día, pero el narrador está en tercera persona, no en primera como cabe esperar. En primera escribe su diario Santomé en La Tregua, y en primera Pániker su Cuaderno Amarillo. Mucho se ve la voz del propio Bioy narrando y acotando a diestra y siniestra. Qué bonita su digresión con la que titulo esta entrada.
Me ha encantado la agilidad del diálogo bonaerense, la fuerza y rápidez del pensamiento articulado en voz, la musicalidad de sus conjugaciones y de sus giros y vocablos intraducibles.
Por otro lado, no entiendo cómo puede haber sido esta obrita (como pone en la contracubierta) precursora de revueltas estudiantiles (es del 68, pero creo que es mera casualidad con el mayo de París), de la guerrilla urbana, y hasta Ohhhh! del movimiento punk. My God, los editorialistas no conocen la rienda ni el bocado ni la prudencia??
Como a Pániker, como a Benedetti, como a mí cuando me aprieta el lumbago, a Bioy le dio vértigo el tobogán enjabonado de la cincuentena, y convirtió en novela su sensación de envejecimiento. Y fue que fue en el año 68 cuando se miró en el espejo y se vio mayor. Como escribió Biedma "que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde". Y eso es todo.
ESO ES TODO
lunes, 22 de marzo de 2010
ENCONTRÁNDOME LA MUSA EN HONDARRIBI, O POSIBLEMENTE FUERA EL CABERNET-SAUVIGNON MÁS TEMPRANILLO DEL TINTO DEL VALLE DEL CINCA CON EL QUE REGUÉ EL EXCELENTE CONDUMIO EN GOXODENDA COMO SIEMPRE
Recoleto café verde y azul
viviríamos aquí tan fácilmente
de bellos libros siempre rodeados
dejando el sol pasar por la cancela
verde y azul del árbol como un faro
hazte una coleta y no seas tú
para hacernos el amor descarnados
y supremos quitadas las espinas
miércoles, 17 de marzo de 2010
Escucho en la radio las cifras de muertos en Ciudad Juarez durante este año de 2010. Estos es, desde el 1 de enero hasta este día de marzo. 500. Quinientas personas muertas.
El cómputo durante el pasado año de 2009 ascendió a. 2600. Dos mil seiscientas personas muertas. Sólo en Ciudad Juarez. A la que Roberto puso el heterónimo de Santa Teresa. Y que estuvo a punto de denominar con el más sedicente Villaviciosa. ¿Quizás hicieron un redondeo hasta cerrarlo en 2600? ¿Pero serían en realidad dos mil seiscientos sesenta y seis los muertos? Qué macabra casualidad permite que 2600 y 2666 se acerquen hasta casi tocarse. Qué lección de realidad recibimos en la primera novela del siglo veintiuno, donde en "La parte de los crimenes" se despliega insaciable y aterradoramente ad nauseam este trepidante catálogo de muerte en el norte de México.
Todo comienza tan metaliterario, tan absorbente con las pesquisas y los polígonos amorosos entre Pelletier, Morini, Espinoza y Norton. Para luego acabar una mañana de invierno encendiendo la radio y oyendo que 2600 personas han muerto durante el 2009 en la ciudad de Santa Teresa. Muy cerca, muy cerca de Ciudad Juarez.
Oh, Roberto, por qué nos has abandonado?!
lunes, 15 de marzo de 2010
Algunas obras completas que siempre he querido tener: al menos -que menos- las de Borges y/o Cortazar. Se trata de unificar la miriada de ediciones que siestean en mis estantes, Plaza y Janés, y sobre todo, Alianza. Cada uno de mis pobres volúmenes de bolsillo envejeciendo a su sazón, y adquiriendo su tono particular de ocritud.
Veo este tomo, el primero.Y compulsivo, me hago con él. Lo meto en casa alborozado. Yo. Y ya hay ocho o diez libritos que aúllan desde el mueble, como desconsolados perrillos, presintiendo el sacrificio. La defenestración literal, el escrutinio barberocuril. Curabarberil. Pero acudo a ellos con todo el amparo que me cabe en las manos. Los busco en sus recónditas esquinas y los congrego. Les paso el dedo corazón por la lomada; el índice amoroso por las portadas (casi todas de Daniel Gil). Los sereno. Seco sus lágrimas de polvo.
Al azar, escojo Ómnibus, Continuidad de los parques, La isla al mediodía. Oh! La isla al mediodía!!!! La historia de Marini me vuelve a disolver como a un azucarillo expuesto a Always and forever de Pat Metheny. Y leo. Leo en silencio para mí, pero llegando a mis viejos volúmenes. Calmándolos frase a frase. Sólo leo tres. Para otros festines dejo El perseguidor, Las ménades, y por supuesto, La noche boca arriba. Ahora con estos tres me basta. Comulgo. Rindo pleitesía al gigante briareo, al barbado argentino de París, al estrábico ludópata que tantas páginas me hizo manchar como émulo ignaro suyo en los tiempos del BUP y del COU. Emular su fama. Y su cronopia.
Veo este tomo, el primero.Y compulsivo, me hago con él. Lo meto en casa alborozado. Yo. Y ya hay ocho o diez libritos que aúllan desde el mueble, como desconsolados perrillos, presintiendo el sacrificio. La defenestración literal, el escrutinio barberocuril. Curabarberil. Pero acudo a ellos con todo el amparo que me cabe en las manos. Los busco en sus recónditas esquinas y los congrego. Les paso el dedo corazón por la lomada; el índice amoroso por las portadas (casi todas de Daniel Gil). Los sereno. Seco sus lágrimas de polvo.
Al azar, escojo Ómnibus, Continuidad de los parques, La isla al mediodía. Oh! La isla al mediodía!!!! La historia de Marini me vuelve a disolver como a un azucarillo expuesto a Always and forever de Pat Metheny. Y leo. Leo en silencio para mí, pero llegando a mis viejos volúmenes. Calmándolos frase a frase. Sólo leo tres. Para otros festines dejo El perseguidor, Las ménades, y por supuesto, La noche boca arriba. Ahora con estos tres me basta. Comulgo. Rindo pleitesía al gigante briareo, al barbado argentino de París, al estrábico ludópata que tantas páginas me hizo manchar como émulo ignaro suyo en los tiempos del BUP y del COU. Emular su fama. Y su cronopia.
jueves, 11 de marzo de 2010
lunes, 8 de marzo de 2010
TODO UN DÍA POR DELANTE
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Suena el despertador. Me sobrecojo.
Un racimo de sueños se arrebuja
en la postrer estela del bostezo.
Sentado en la cama, se me abre el día
preñado de todo y nada, voraz
y tierno al mismo tiempo. Sincopado.
Me visto, tomo el té, que me hace falta
tanta como el resto de vacuos ritos
a los que inmolo este fugaz presente.
Tantas cosas: el trabajo, comidas,
proyectos que nada serán el jueves,
un corte de pelo, quizás un cine;
todo quedará en nada a menos cuarto.
Espero que durante tanto día
tenga tiempo de pergeñar un verso
sobre la cara interna de tus muslos.
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Suena el despertador. Me sobrecojo.
Un racimo de sueños se arrebuja
en la postrer estela del bostezo.
Sentado en la cama, se me abre el día
preñado de todo y nada, voraz
y tierno al mismo tiempo. Sincopado.
Me visto, tomo el té, que me hace falta
tanta como el resto de vacuos ritos
a los que inmolo este fugaz presente.
Tantas cosas: el trabajo, comidas,
proyectos que nada serán el jueves,
un corte de pelo, quizás un cine;
todo quedará en nada a menos cuarto.
Espero que durante tanto día
tenga tiempo de pergeñar un verso
sobre la cara interna de tus muslos.
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