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La mejor postura antiálgica

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viernes, 13 de abril de 2012

ANIMALES ANIMALES ANIMALES





 




Creo que fue a principios de la década pasada cuando Michael Kamen murió. Se trataba de uno de los mejores y más dotados artistas del panorama musical, aunque quizás no a demasiada gente le diga mucho. Para empezar apuntemos que se codeó y colaboró con alturas  estratosféricas como Roger Waters y David Gilmour, por separado -obviamente,por separado porque coincidió con su rotunda irreconciabilidad-. También compartió amistad y trabajos con Clapton y Bowie, lo cual le catapulta y fija en el firmamento de los tocados por la gracia de la Creación. Para muchos otros se conviertiría en el demiurgo que arregla los temas de Metallica en el disco S&M (Symphony & Metallica) a la vez que dirige a la orquesta de San Francisco para dicha grabación.
Para mí tiene especial interés que colaborara con mi apreciadísimo HH (Herbie Hancok).
Su paso por el mundo de las bandas sonoras le proporcionó Emmys, Globos de Oro, Grammys... y hasta alguna que otra candidatura a los Oscars de Hollywood. (Dios mío! compuso la banda sonora
de Brazil!!!!)

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PERO..... si lo traigo aquí y ahora, a este mi huerto, se debe a un ataque de melancolía rabiosamente profunda que me está arañando los fueros internos y externos durante las últimas horas. Ayer me tomé unos vinos con mi amada esposa y salieron a relucir viejos recuerdos del barrio en el que nos conocimos; de las tiendas donde comprábamos cuando aún no existíamos el uno para el otro. Recuerdos en sepia que a veces te dan ganas de quemar como hace Don Draper con las fotos de Dick Whitman. Rémoras del tiempo que, como eslabones, nos llevaron a saltar de las tiendas a las plazas, a los juegos, a las gentes... Luego yo, por mi cuenta,  dejé fluir la conciencia con libérrima libertad, y me asaltaron (en arrebato proustiano) flashes de rincones de mi casa, del mobiliario, pomos de puertas, llaves de luz, el eskai de los sillones, la formica de los muebles de la cocina,  las macetas de las espidistras, el teléfono-góndola verde-moco, el viejo televisor Westinghouse con sus dos botones para las dos cadenas. Y al llegar al televisor me asaltaron películas, partidos, concursos, series, documentales... y ahí de repente me demoré, me detuve, en Animals Animals Animals. Y en ese preciso momento es cuando hace su aparición estelar Michael Kamen, enseñoreándose en ese islote de mi infancia con su melodía de presentación de aquel programa de animales.
Cuántas veces habré tocado con la flauta de plástico Hönner las notas de esa maravillosa tonada, a la vez que evocaba en mi recuerdo la visión de aquella rubita hippiesca y country:  Lynn Kellogs, que con su guitarra acústica cantaba incomprensibles letras a la especie animal que tocaba cada semana. Yo no sabía si era la hija mayor de Con ocho basta, si la actriz que anunciaba Sunsilk, o la que corría entre los arbustos del Parque de Doña Casilda espolvoreando Menforsán a diestro y siniestro; yo sólo sabía que aquella rubita de luenga melena al viento y sus canciones sobre fieras me gustaban un horror.
Kamen había compuesto esa maravillosa melodía con la que empezaba Animals, Animals, Animals y creo que se encargaba de  todos los arreglos de l0s temas de la Kellogs, así como que se responsabilizaba de todo el aparato musical del programa. La maravillosa rubita de aspecto escandinavo quizás no  sólo interpretara, quizás compusiera también alguna de aquellos recitativos bachianos sobre el oso, la nutria, el castor...
Lo cierto es que se trataba de un estupendo complemento a Rodríquez de la Fuente. Internet me permite recuperarlo y traerlo desde aquellos últimos años de los 70 y primeros de los 80, en un torbellino de  sensaciones hachegewellianas, viéndome atornillado a aquel sofá de eskai, con mis pantalones cortos, mientras silbaba o entonaba con mi voz de pito animals animals animals animals animals evrigüer.





There are animals in games we play and in mythology
Animals we keep as pets, the whole ecology
A man is just an animal that managed to survive
A bear can sleep all winter and come out a bear alive

Chorus:
Oh animals (animals) animals (animals) animals here and there
Animals, animals, animals, animals, animals everywhere

You can lead a horse to water, you can even milk a cow
A lion is just a great big cat, a lady pig's a sow
A whale is just a mammal that spouts water in the air
A worm can turn and disappear and then he isn't there

Chorus:
Oh animals (animals) animals (animals) animals here and there
Animals, animals, animals, animal





miércoles, 11 de abril de 2012

.La Pajarera de Rebeca del Río


                                       
                          Cogidos de la mano, Rebeca me condujo hasta la Pajarera de su padre por un intrincado laberinto de escaleras que jamás pensé pudieran existir en mi propio barrio.  Atravesamos solares baldíos donde otrora se alzaran viviendas y donde ahora alfombraba una floresta silvestre que irisaba de pétalos  las ruinas del ladrillo y de la cal.. El Viejo de los pájaros era un hombre que no frecuentaba ni iglesias ni cantinas. Y cuando alguien se dirigía a él, bien para saludarle, bien para pedirle que arreglara algún reloj o transistor,  se limitaba a asentir con la cabeza y a musitar por lo bajo “Mandaré a la niña a recogerlo”. Rebeca no me soltaba, remolcándome  como si quisiera asegurarse de que no fuera a memorizar el alocado zigzag de aquella carrera siempre ascendente.
Al fin se detuvo ante una puerta vieja como el mar mientras se aliviaba de la mochililla azul que había portado a la espalda. Sacando un manojo de llaves hizo chirriar la casi innecesaria cerradura y entramos en la Pajarera.
Un violento aleteo hizo vibrar el aire con violencia. Cientos de pájaros de todos los tamaños y colores sobrevolaron nerviosos ante los extraños. No tengas miedo, me dijo, y empezó a bajar las escaleras con soltura indicándome que la siguiera. El olor ácido al excremento repartido por doquier era denso como un perfume espeso y caduco. Habíamos entrado por la puerta del piso superior. Había sido una casa de dos plantas. No tenía división horizontal ahora, por lo que desde el piso bajo hasta las aguas del tejado bien pudiera haber sus buenos doce metros de altura. Por las cuatro paredes pendían viejas vigas y postes atravesados para que los cientos de aves que infestaban el aire se posaran a coger fuerzas. Todas las ventanas estaban abiertas pues no había marcos ni hojas con las que entornarlas. No eran sino los huecos que un día vistieran visillos y que ahora se convertían en gigantescas troneras para que palomas, jilgueros y tordillos entraran y salieran a sus anchas. No hay jaulas, le dije, creí que iba a ver cientos de jaulas. Mi padre no cree en ellas, y mientras esto decía, Rebeca sacó de la mochila los saquitos de alpiste y de fruta picada para llenar con ello las jardineras donde ya empezaban a arremolinarse una algarabía atronadora de aleteos y chillidos.
Eugenio del Río había enfermado, y aquella fue la primera de las muchas ocasiones que acompañé a su hija a la Pajarera para  llevar el alpiste. El Viejo de los pájaros no volvería ya más. Lo que pareció un cálculo biliar trocó en cáncer de hígado y a los seis meses Eugenio voló de este mundo. Tras el funeral, la desconsolada niña quiso dar de comer por última vez a las aves, me dijo, y clausurar así un sueño. Yo la seguí en silencio hasta el viejo portón. Teníamos doce años, y cuando la locura del rancho aviar estaba en su apogeo, Rebeca rompió a llorar convulsamente cubriéndose el rostro con las manos. Siempre me he repetido que aquél hubiera sido el momento de abrazarla y besarla por vez primera sorbiéndole la sal a su dolor. Pero me quedé como un sonso en un rincón contemplando la salvaje esgrima de picos y  patas por llegar antes al condumio.
Otro altar que Rebeca me desveló  tras la muerte de su padre fue el Hospital de los Transistores. Eugenio resultó ser de nuevo un hombre sorprendente. Las aves y los aparatos de radio era todo lo que necesitaba para ocupar su ocio tras volver de la cantera en la que oficiaba de guardián del fortín de la dinamita. Una vez dejada el arma en el armario, Eugenio comía con su mujer, jugaba y hablaba con su hija,  para cuidar el resto del tiempo de sus alados amigos y para recomponer las tripas descompuestas de los transistores y relojes que traían los vecinos.
El Hospital resultó ser un cuartillo oscuro donde se acumulaban cientos de aparatos de radio de todos los tamaños. Rebeca me lo enseñó con la tristeza encaramada en los ojos y tremolando en la voz.  
Los pájaros volaron o murieron de hambre cuando dejaron de encontrar comida en las jardineras. La Pajarera se tornó silenciosa entonces,  asemejándose a un viejo galeón varado en la arena que echara de menos los peces acariciándole la quilla. Al año, Rebeca también tuvo que volar con su madre hasta Barcelona, e intuimos que quizás ya no nos volviéramos a ver nunca más. Aunque para los doce años que contábamos quizás fuera mucho suponer esa reflexión del ahora, del nunca o  del para siempre.
La locura que se me ocurrió para despedirme, fue la de vaciar el Hospital y llevar las radios a la Pajarera. Diseminamos todas por cada rincón. Llegamos a encaramarlas hasta los palos y vigas más altas. Nos gastamos un dineral en pilas, y sintonizamos todos los diales con Radio 3, que era lo que escuchaba mi hermano. Fue algo maravilloso escuchar con una estereofonía endiablada el “Bohemian Rhapsody” de Queen. Nos clavamos en el centro mismo del solar, y disfrutamos de varios minutos más del Diario Pop de Jesús Ordovás , hasta que por fin, nos decidimos por el beso. Ahora sí.  El beso que Rebeca del Río me dio en La Pajarera,  mientras sonaba “Simple Man” de Bad Company. La saliva del beso de aquella niña se mezcló con el salitre de sus lágrimas, y el aroma de su cuerpo cercano suavizó el agrio olor del guano que la lluvia de aquellos días no había dejado que se secara del todo.



 

jueves, 29 de marzo de 2012

JAZZ EN ESPAÑA

Estupenda aproximación al mundo del Jazz intramuros.


JAZZ en España from Jorge Galerón Rodríguez on Vimeo.

lunes, 26 de marzo de 2012

LIBRE TE QUIERO...

Pasó de largo la poesía en su día internacional del pasado 21 de marzo? No nos salpicó siquiera un anverso, un reverso, un converso, o por lo menos un humilde y emotivo verso? Poco a poco aprendemos -a pesar de la edad que nos va gastando- a mejor querer a quien queremos. Eso nos honra. La libertad del poema de Agustín Garcia Calvo en las cuerdas vocales de Amancio. Una vez más. Las que sean. Siempre pocas.

viernes, 17 de febrero de 2012

CHINA CRISIS

En una frutería, entre los cuatro rascacielos de (la plaza de) La Casilla, estuve trabajando todos los sábados por la mañana y alguna que otra semana entera de las vacaciones de verano. Yo tendría 15, 16 ó 17 años, y aquello no duró más allá de dos. La trigonometría y la regla de Ruffini que aprendía en el instituto no tenían mucha aplicación a la hora de calcular el precio de  manzanas y chirimoyas. A eso de las doce y media me encargaba de subir los pedidos a las casas de las clientas, deseando que en alguna de esas cocinas donde dejaba las cajas y las bolsas, alguna ubérrima señora de porte felliniano me enseñara la verdad de la vida mientras se aflojaba la bata y dejaba a la vista sus encajes y la trigonometría de sus senos y cosenos.


No conseguí jamás trueque alguno de fruta por carne, más propia esa lección de cualquier película de la nouvelle vague de Truffaut, Resnais o Godard. Lo único que conseguía eran unas monedas de propina con las que reunía mi calderilla para la semana, presta a convertirse en volúmenes de Alianza Editorial, en vinilos de Long Play o en revistas de Popular 1.

Recuerdo que el último momento de la jornada, una vez hecha la caja y echada la persiana, consistía en llevar el pedido al restaurante chino de (la calle ) Elcano. Cajas y cajas de lechugas y de repollos destinados a preñar los rollitos de primavera y a acompañar al pato laqueado. Descargábamos el camión y porteábamos cual sherpas toda nuestra impedimenta vegetariana a través de un decorado de Shangri Lá vacío y mágico. Otra cosa era llegar a la cocina y arrimar el material junto a los fogones más tétricos que jamás he vuelto a ver. Un olor a mil demomios impregnaba cada milímetro cúbico de aire, y unos baldosines otrora blancos, pero que en aquellos momentos destilaban unos churretes con todos los matices que van del amarillo más sucio hasta el ocre y el siena más compacto, eran toda la decoración del antro. La facturación de El Chino de Elcano sería suculenta, ya que aunque yo sólo presenciaba la romería del sábado, me constaba que los pedidos eran diarios. Seguro que tendría un nombre con murallas, juncos o garzas, pero todos lo conocíamos en Bilbao como el Chino de  (la calle) Elcano, donde tarde o temprano acabábamos celebrando algún cumpleaños mientras aquel Bruce Lee amojamado y embutido en un traje gris diez tallas mayor que la suya, nos cantaba al oído con estridente voz: amigo amigo, familia familia.
Hoy hay más restaurantes chinos que farmacias, qué digo que farmacias, hay más que peluquerías. Hay chinos preparando la comida en restaurantes que no son chinos. He visto preparar la pasta de la pizza en el Tagliatelle de (la calle) Pozas a un chino que la hacia girar en el aire con destreza  napolitana; y he visto, con estos ojos, clientes chinos de paisano que deciden comer un menú en un restaurante chino!!!!. Yo, sin ir más lejos, almuerzo todos los viernes en uno de ellos, y me doblego y  dejo agasajar por una sonriente y guapa ojos rasgados que ya ha aprendido mis gustos, y a quien apenas tengo que decirle nada, pues me lo trae todo con prontitud y exactitud oriental, es decir, como la semana pasada.

Y es que ya Ridley Scott lo dejó  muy bien dicho en la imágenes de Blade Runner: lloverá mucho, los paraguas llevarán un neón de apastelados colores por mango, los bilboards serán inmensos y nos enseñarán cómo tomar la píldora... 

...pero sobre todo... estaremos invadidos por los chinos. Chinos por doquier. En las freidurías y en los laboratorios genéticos; en los bazares y en los Shopens; en las Groceries y  en los Outlets... Chinos everywhere. Chino en  nuestros inciensos y en la pólvora de los cohetes de nuestras nocheviejas; chino en los horóscopos y en la tinta de nuestros tatuajes,  bolis y calamares, en el papel que higieniza nuestras vergüenzas y en el de nuestros libros de texto. Ya hay quien le rinde pleitesía acudiendo a las clases de chino de academias y Escuelas Oficiales para estar avizor de las orientales oportunidades comerciales que se le crucen en el camino.
Pero si ya la reforma laboral nos está apretando las pocas tuercas que nos quedaban, a qué viene adoptar ahora el ejemplo de estos seres industriosos y  afanados, para los que la vida privada es una entelequia que dura lo que tardan en entrar y salir del retrete. Con este modelo angustiante de hormiga oriental, quiere alguien decirme dónde construiríamos nuestra parcela privada que nos permita cargar la batería de un corazón vapuleado a vista de nadie; dónde un refugio donde llorar los sinsabores en soledad sonora, paladear el dolce far niente más caro a nuestra mediterraneidad que el dinero veneciano, que los barriles Brent y que el índice Nikei.
La esclavitud se cierne cual sombra de Nosferatu, y la imagen que se alza en la Caverna de Platón, como Idea en la que reflejarnos, es una silueta aún desvaída, pero cargándose de tonos amarillos y ojos rasgados a causa de no querer ver más allá de su  Trabajo. El chino avanza cargado de naranjas. En una mano esgrime su cajita registradora donde en cada tecla hay figurada una rúbrica del diablo; y en la otra una claúsula de propiedad que va clavando con estacas en cada una de las parcelas que vamos abandonando en nuestra vergonzosa  retirada.








I could never keep a beat
too busy in my paradise
put a crocodile in high office
and something out of place inside

When all is said and all is done
my hands that work with a fire and steel

Fashion play your part
to be workers of red
fashion play your part
to be workers

While all the time you dance around
and things get fucked and we're to blame
and I couldn't think political blue

When all is said and all is done
my hands that work with a fire and steel

Fashion play your part
to be workers of red
fashion play your part
to be workers

When all is said and all is done
my hands that work with a fire and steel
and motionless we'll slip away
images are my thoughts too real

viernes, 10 de febrero de 2012

METRÓPOLIS



La faja no engaña. Metrópolis tiene un comienzo kafkiano en el más estricto sentido. Budai ha aterrizado por error donde no debía: una ciudad inhóspita, de habitantes que ni le entienden ni se hacen entender. A pesar de ser lingüista, Budai está aislado, rodeado de un lenguaje inextricable, desterrado en su habitación de hotel. No puede escapar de esa ciudad viscosa. El pobre Budai se parece al Bill Murray de "Atrapado en el Tiempo", otro título de profunda carga kafkiana, aunque de tono amable.

Ferenc Karinthy fue húngaro, y acaso hay algo más kafkiano que vivir en cualquier país de influencia soviética durante el tiempo de la guerra fría???. Karinthy publicó esta novela en 1970,  aunque creo que no empezó a ser traducido a otras lenguas hasta 2008.
Promete.
Y doy cuenta de que he empezado a leerla a mis amigos Iurgi y Aimar. Todo mi agradecimiento por un regalo tan "berezi". Y desde luego asegurarles que seguiré el consejo de Aimar y me esforzaré en tener una "vida buena".
Los niños, todo hay que decirlo, no me gustan nada de nada, a no ser que sean míos. Con mi niño rompí el molde, y de alguna manera me inoculé el virus de la indiferencia infantil. Los bebés me parecen un crucigrama que no quiero resolver. Todos iguales a mis ojos, cabezones con o sin pelambrera. Futuribles como brotes de soja que sólo agradan a los implicados en la brega de la cría y a los hipócritas que no tienen que limpiarlos pero los cogen para sopesarlos y ver si ya están de buen año. Lo único que espero es que los que se han buscado la responsabilidad lo sean; y no siembren las esquinas, los puestos  y las butacas de futuros indeseables, anarcosentimentales, desertores del corazón y  conversos al hijoputismo más lacerante.

Pero Iurgi y Aimar son caso aparte: son frescos, brutales, dionisíacos, francos, indómitos y angelicales a un tiempo. Les devuelvo así el detalle de las fotos, de la carta, del libro, del cariño que me muestran cuando han corrido a mi encuentro gritando mi nombre cada vez que me han visto llegar a lo lejos. Se lo devuelvo, digo, mientras desempolvo este himno tan caro a mí. Una nana comprometida y un canto al futuro que Julio Castejón tímidamente lanzaba al viento del Tardofranquismo y la Transición, escéptico todavía con respecto a lo que los 80 depararían a los retoños de aquel tiempo.

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miércoles, 8 de febrero de 2012

TOSO FUCUR

Mi gran amigo Toso Fucur me pide hueco donde colgar un poemilla que debe de haber perpetrado no hace mucho habida cuenta del tema y de alguno de los actores que aparecen enversados. Ya avisó de que abominaba de repente de los juegos florales que durante un tiempo le dieron hasta para comer, y que ahora iba a hacer un verso más personal, menos melífluo. Más profundo y sin propósito transacional. Lo cierto es que "Caballo de cartón" -yo ya se lo dije personalmente- no me pareció que trajera una renovación lírica como la que me había prometido acodados en barras a deshoras. Más fue un jirón de la momoria a verso libre, grato, curioso quizás más para el autor que para lectores cualesquiera hubieren llegado a ser.
Accedo pues, movido más por el calor del conocimiento que le tengo y del algo del cariño que nos guardamos. Pero también le he pedido criticarlo parcamente, a pecho descubierto y sin embozo. El también ha accedido, creyendo quizás que iba ser partidario de su industria. Y quizás no sea así. Lo siento Toso, es por tu bien.




SONETUS CRISI


La pasiva vergüenza me domina,
no hacer nada y mirarla cómo crece
esta crisis, su aliento me envejece,
su bravura que dobla más que esquinas.

Garzón ignominiado con inquina,
Camps libre y orgulloso de sus heces
banqueros sonrientes con sus "preces"
cuando otro pierde el piso y lo apoquina.


Mal tiempo para ver telediarios,
el gorrión en un buitre se convierte
ser joven y español no está de moda.

Hay que ahogar este güisqui con más soda
ponme un blues que me obligue a malquererte
indígname en tus besos de sudario.
                                                         
                                                                Toso Fucur.


Ay, ay, ay querido Toso. De rabiosa actualidad has querido versar este pergeño. Y digo pergeño porque parece más un esbozo, un borrador de algo que está en plena transformación  que un producto final; un poema ni más ni menos.
Pretencioso amigo, quizás te falte taller, que es lo mismo que decir que deberías tallar más la mole tan petrea y tan inacabada que me obligas a colgar en este huerto que es el tuyo
Soneto que titulas en latín. El vocablo "soneto"no existía durante el apogeo de esta lengua ya muerta, y aún así tu lo vistes de segunda declinación con el nominativo en -us.. Pues vale. Y Crisis en la tercera, con un genitivo en -i, para erigirte como el autor del Soneto de la Crisis. El definitivo.
Para empezar, el metro es válido, que mides bien quiero decir, que cuentas las once sílabas de los endecasílabos y salen los números. Y que me gusta además el encabalgamiento del 2º al 3º verso, bien resuelto.
Pero en cuanto a la rima, me espanta, Toso, que no repares en esa "s" final del 4º verso que destruye el estricto armazón que pretendías. No es feliz la opción de "esquinas". Te propongo desinteresadamente "espina" para que recoja el eco de esa rima en -ina que has buscado. Algo así tal que "su bravura que muerde como espina".
Tampoco me parece válido que irrumpas con nombres propios de titulares para la segunda estrofa, cuando la primera no prepara para ello, ni tampoco el resto del poema recoge el testigo para rematar.
Y qué me dices de esos versos que están metidos a presión sin venir a cuento ni relacionarse con el contexto que los envuelve. Me refiero a "ser joven y español no está de moda", y sobre todo a todo el último terceto, que quiebra el tema por completo dejándonos estupefactos sin saber a cuento de qué aparece un blues, una soda, y mucho menos a qué viene el tema del amor o del desamor evocados con esos "besos"  y ese "malquererte" en esta obrita que se supone versa sobre la crisis.
Un poco borroso pues, Toso. Un poco acelerado. A pesar de la imagen feliz del "beso de sudario", aunque estaría mejor en otro poema que calzara su número de pie, porque aquí es como vestir cuadros con rayas.
No me lo tomes a mal , querido Toso. Te tengo en mucho y sé que hay diamante en tu cantera, pero dedica más tiempo y más esfuerzo a trabajar  el resultado. No precipites. Ten calma y pule al máximo. Aquí siempre tendrás un corcho donde clavar tus obrillas.

Y mientras tanto, escúchame diez veces la Crisis de Sabina antes de irte a la cama todo lo queda de mes. Un Cutty Shark on the rocks martes y jueves, y el viernes por la noche nada de sofases...a la calle, a la calle,  a lo asfaltado, y por favor no leas más a Garcilaso que los sonetos en tu caso están contraindicados.

miércoles, 1 de febrero de 2012

EMILIO RÍOS



46

46 se va aproximando a lo que puede ir siendo una buena edad para morir. Kafka lo hizo a los 41, y ya ni te cuento lo de Byron o Larra. Creo que lo que iba queriendo hacer, it´s done. Que deje buen o mal poso en el vaso, ya lo mismo da. Como dijo Juanra: "Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando". A propósito, qué justicia le hicieron con la venida del € al bueno del de Moguer, que pusieron puertas y puentes en los nuevos billetes donde antes habían imprimido un haiku del vate. Creo que era en los de 2000 ptas. y que rezaba algo así como " No toques más a la rosa, déjala en su sinrazón"




Ya sé que en puridad no era un haiku. Y cómo no voy a saberlo, si lo bebí todo de uno de los juanramonistas más excelsos que parir se pueda: Don Emilio Ríos, del que el otro día me dio Mariano Cebrián aciaga noticia tomándonos un café. Que se murió, me dijo, y se me gripó el motor congelándoseme el gesto durante al menos 5 segundos. Y me tuve que valer y ocultar que me había afectado tanto como en verdad lo había hecho, porque sé que para el bueno de Mariano, Emilio era poco menos que un trasnochado y pintoresco profesor del que no se podía haber sacado nada en claro en aquellos nuestros días de instituto.
Pero a mí se me gripo el motor y se me congeló el gesto por unos segundos.
Recuerdo a Emilio Ríos  apostatando casi de toda novela, y más aún de aquellas que se apellidaban como él. Cuando le esbocé un día mi plan de lectura donde estaban " A la Recherche...Larva...y el Ulysses" me hizo saber que todo eso le parecía una soberana pérdida de tiempo. Para él, todo ese carbono diseminado en páginas y más páginas, se aprovechaba mucho mejor cuando aparecía en las concentraciones diamantinas de cualquier poemilla de una "antolojia".

No puedo ni quiero ahora, pues, sino dejar constancia de lo que fue una estrofita acróstica que le regalé con motivo de su jubilación como profesor de enseñanzas medias (aunque él llegara a doctorarse, obviamente con una tesis acerca de  J.R.J.). Lo busco por entre los retazos de mis poemas juveniles y no lo encuentro. Uso la memoria, mas sólo acuden los primeros versos,  una espcie de yacimiento
mnemotécnico-arqueologico, los justos para formar casi su nombre con las iniciales de cada verso (esto va para los que no os acordéis de lo que significa "acróstico")

Experto autopsiador de todo vate
Merodeador tenaz del subjuntivo
Instigador al verso y al debate
Lector del Juan Ramón más decisivo

I....
Orquestador del sol en las pizarras
.....


Vaya este post en su memoria si es que se ha ido, o sea una loa de homenaje vitalista si es que acaso sigue escrutando con ojos de sátiro Aqualung a las muchachas.

Por aquí, seguiremos dando guerra hasta que la pila reviente. Porque aún estamos vivos. Still Alive. Alive. Como canta aquí el maravilloso Eddie Vedder liderando a su Pearl Jam. Daría un dedo por poder cantar con una voz como la de mi hermano; y adaría hasta dos si la voz me fuera como la de Vedder.
Bueno, quizás fueran los los meñiques.





"Son," she said, "Have I got a little story for you
What you thought was your Daddy was nothin' but a
While you were sittin' home alone at age thirteen
Your real Daddy was dyin', sorry you didn't see him but I'm glad we talked"

Oh I, oh, I'm still alive
Hey, I, oh, I'm still alive
Hey I, oh, I'm still alive
Hey, oh

Oh, she walks slowly, across a young man's room
She said, "I'm ready for you"
"I can't remember anything to this very day 'cept the look, the look
Oh, you know where, now I can't see, I just stare"

I'm still alive
Hey I, but, I'm still alive
Hey I, boy, I'm still alive
Hey I, I, I'm still alive, yeah
Ooh yeah, yeah, yeah, yeah, ooh

"Is something wrong?", she said
Well of course there is, "you're still alive," she said
Oh, and do I deserve to be?
Is that the question? And if so, if so, who answers, who answers?

I, oh, I'm still alive
Hey I, oh, I'm still alive
Hey I, oh I'm still alive
Hey I, oh I'm still alive
Hey, hey, hey, hey, hey, hey

La letra es un poco bizarra, y desde luego no liga en absoluto con la salsa juanramoniana que he cocinado, pero sí con la exultante vitalidad que me inyecta cuando me la pongo a mil decibelios en el coche los viernes por la tarde de vuelta a casa, con el horizonte del fin de semana abriéndoseme de piernas.
La letra parece más desarrollar el tema de Edipo que otra cosa.
Pero es el estribillo lo que me hace levitar los viernes cuando empiezo a bajarle las bragas al virginal fin de semana.
Muchísima salud, amigos.