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La mejor postura antiálgica

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domingo, 16 de noviembre de 2014

domingo, 26 de octubre de 2014

DOWN TO YOU






Everything comes and goes
Pleasure moves on too early
And trouble leaves too slow
Just when you're thinking
You've finally got it made
Bad news comes knocking
At your garden gate
Knocking for you




.

SOMBRA

El verano ha dado un paso atrás para coger carrerilla y pegar un salto durante la segunda parte de octubre. Y así, este domingo ha amanecido canicular desde sus incios. Al igual que ayer y que antesdeayer. Scott se preguntará, colgada en su percha, qué es lo que me retiene estas semanas, sin saber que en nuestra casa del down town, lejos de su alto otero de Larraskitu, ha entrado una perrilla que nos ha revolucionado a todos y que nos mantiene ocupados como si fuera un bebé.
Iñigo la ha bautizado Sombra casi como en una premonición de lo que íbamos a ir buscando por las aceras en estos días pseudoestivales.
Y esta mañana entró el sol en la sala con oblicuos rayos y se mezcló con el Bob Dylan de Street Legal y Slow Train Coming. Y luego salimos a Cobetas los cuatro para comprobar que todo Bilbao había pensado como nosotros. Desistimos, y volvimos a casa con un pollo del Rally, al igual que otros domingos que se mezcaln y entremezclan en el pasado. Porque para eso están los domingos. Para fluir por ellos, melosos y somnolientos entre el rasgueo suave de las guitarras y las lecturas vagas de El País Semanal.

viernes, 10 de octubre de 2014

CANNONBALL ADDERLY


Wheather Reaport, con un recién admitido Pastorius homenajean al antiguo compañero y amigo de Joe Zawinul. Nace uno de los mejores combos del Jazz Fussion.
En este tema, un Jaco contenido reduce sus florituras virtuosas hasta convertir su bajo en un cálido lecho donde anida todo este respetuoso y sentido temazo.




martes, 8 de julio de 2014

She is my little girl riding along...


 Every day these days my favoutite girl is going out with her bike for La Rioja landscapes.
I want her to know with these pictures  that I would wish to ride by her side. And from behind too!

















miércoles, 14 de mayo de 2014

CÉSAR PÉREZ GELLIDA

La hibernación ha sido larga. Quizás tenga mucha culpa la mínima actividad operada en facebook. Una actividad un poco más de aquí te pillo aquí te mato, vivificada por el trasiego de aportaciones de los asimilados en ese contubernio de malentendida "amistad" que sugiere la red social. En todo caso, hemos vivido, hemos respirado y hecho el amor a la mujer amada, hemos leído y hoyado los pies y las ruedas por trochas castigadas por el barro del invierno y de la incipiente primavera. Hemos cocinado y hemos libado vinos dignos de panegíricos más audaces que cualquier loa que de mi lengua salga. Y hemos compartido también la vida  -Iciar y yo, turnándonos la tenencia del volúmen- de algunos personajes que han calado hondo hasta formar parte de nuestra pseudo-realidad. El inspector Sancho, Carapocha, y desde luego Augusto Ledesma. Junto a ellos una mesnada de personajes quizás no tan importantes  aunque no menos necesarios.
Memento Mori.
Dies Irae
Consumatum est







La abducción ha sido total. Hemos ido ralentizando el paso de las hojas hasta convertirlo en un moroso acto que quería congelar la acción, temiendo que el vaso se vaciase, que la aventura llegara a su fin, sabiendo como sabíamos, que Gelllida finiquitaba la trilogía encargándose de dar matarile cervantinamente al cereal killer más castizo de la historia de la literatura negra. Y es que Valladolid se ha convertido en el núcleo alrededor del que orbitan Islandia, Alemania, Polonia, Italia, Chequia, Albania... escenarios dibujados perfectamente por la mano magistral de un escritor bisoño pero tocado por la mano de las musas para mantenernos tensos, ávidos, expectantes. Así el centro de Castilla-León se ha liberado de todo prejuicio para convertirse en un locus tan cosmopolita como cualquier otro, porque a partir de ahora, en este siglo XX1 de las fibras ópticas cualquier pueblo puede albergar heroes o monstruos cosmopolitas, políglotas, melómanos, cibernéticos...

domingo, 23 de marzo de 2014

PUSH THE SKY AWAY

Posiblemente el mejor disco del año pasado junto con The Raven... Y sigo escuchándolo once again and once again.. Gorgeous.
Y este Blues del Boson de Higgs, tan hipnótico. Creciente. Escuchémoslo en bucle todo el santo día.
Once again.
Once again




JUAN MADRID





Juan Madrid. Llega a mis manos desde una librería de viejo improvisada en una pared triste de uno de esos establecimientos que brotan como hongos en estos tiempos de crisis. Los objetos de segunda mano se hacinan en su fealdad  sin fondo, clasificados arbitrariamente en ese loft-purgatorio de sucia luz donde te mueves con miedo de rozar una vajilla opaca de mil potajes, un dudoso equipo de alta fideledad o o una figura de Lladró más falsa que la boda en la que alguien se deshizo al fin de ella.
Siempre había querido leer a Juan Madrid, y desde 1980, año de su primera novela, se me estaba ya cuajando la leche. Y aquí está pues, Toni Romano. Al fin. Recorro sus hojas y le veo la cara ajada al ex policía, las cicatrices de las manos, y el primer esbozo de un espíritu vapuleado por la vida que se irá concretando y  desenvolviendo en las siguientes novelas de la serie.
La novela de Juan Madrid es honesta. Describe el tiempo en que fue escrita pasando de cerca el espejo por los años de la transición. Describiendo la sombra que iba dejando la muerte del miserable General, donde el cambio de poderes fue tan sólo nominal, donde al fascismo le costaba cambiar aún la camisa azul por la corbata corporativa de los ministerios.
Juan da la voz a Toni Romano y al resto del elenco con el que actúa. Se esconde el narrador tras la acción trepidante de los delincuentes. Cede el protagonismo de la tercera persona  a la queja del pobre y del hambriento de justicia en un Madrid dominado por un nuevo modo de dictadura: la corrupción que se extiende como la gasolina inflamable hasta hoy día, el trapicheo urbanístico, la génesis de la burbuja inmobiliaria en manos de la burguesía franquista que sigue girando y girando por la ladera del siglo  XXI, aunque se forjara, como J.M. apunta, en la década del 75 al 85.
Y como no hay burbuja que no acabe reventando, aquí estamos todos ahora, acabándonos y reinventándonos y llorando mientras nos levantamos y señalamos las camisas sucias de azul de los Blesa, los Aznar, los Rato...
Una novela que no te deja polvo antiguo en el paladar porque no fue impostada ni mentirosa con su tiempo. Al igual que las novelas de Baroja se pueden seguir leyendo aunque los tiempos hayan cambiado esos mismos escenarios de Madrid la ciudad.
Juan Madrid no se identifica con Delibes ni con Cela, y vuelve a recuperar en Baroja, y hasta en Valle Inclán las herramientas que necesita para el oficio. Para él sí que hay una Transición Literaria honesta en aquellos años de cambio. Establece una ruptura con la literatura inmediatamente anterior porque no se reconoce en ella y porque no le sirve para describir lo que está viendo en su barrio de Malasaña, y en todo Madrid. No encuentra un padre que le dicte el estilo que ha de seguir, y se lanza hacia una especie de novela social tintada de negro. Del negro de Dashiel Hammet o Raymond Chandler. Una novela rápida, tansgresora, emocionante que denuncia desde la ficción la injusticia de un tiempo histórico, cruel y demoledor con el hombre indefenso de la ciudad. 
Mendoza o Montalbán cabalgan con él y le superan quizás. Pero Un beso de Amigo promete  mucho: la certeza de una voz propia y la construcción de un peronaje, Antonio Carpintero, que se convertirá en un entretenido y afilado bisturí con el que este novelista de izquierdas denunciará la injusticias de los poderosos en un tiempo que nos han hecho creer "democrático".

 

martes, 18 de marzo de 2014




Hoy alguien me ha regalado a primera hora de la mañana una bolsa negra de "YogurTea". Una bolsita negra elegante y aparentemente hermetizada para prevenir su contenido de la luz y del aire exterior. Sin embargo, durante todo el día su fragancia suave y dulzona ha inundado el espacio de mi coche.
Me has alegrado la mañana, le he dicho.
Pues sí que necesitas tú mucho para que te alegren el día...
Cualquier cosa que se salga de la agenda y la someta a lo gratamente inesperado.
Parece ser que soy el único de la oficina al que le gusta el té. Los que gustan de infusiones, sólo toman Rooibos. Así que he debido ser por eliminación el afortunado que ha recibido la reluciente y acharolada en negro bolsita de YogurTea. Una preciosa bolsa de té diseñada como para un regalo. Un regalo con el que alguien obsequió a alguien sin tener muy en cuenta los delicados equilibrios de los gustos y aficiones que acaban por definirnos a las personas.
Eres la música que escuchas.
Eres el cine que ves.
Eres lo que comes.
Eres el té que tomas.
El obsequio ha pasado, pues, con éxito la prueba de ambientador de aire para automóviles.
Veremos si esta noche, cuando escancie el conveniente agua hirviente sobre la taza, se cumple o no la promesa de placer palatino.


viernes, 14 de marzo de 2014

TRUE DETECTIVES







Acabo de terminar de ver esta maravilla de película dividida en ocho tomos. Puro goce visual e intelectual. Donde Harrelson da la réplica a M.M; donde el el paisaje de Lousiana da la réplica a M.M; donde el director y el guionista trabajan a destajo para que M.M. se convierta en uno de los actores más densos del momento. La trama es casi un pretexto para que se nos cuente la relación entre dos hombres a lo largo de los años. Uno de ellos cree conocerse a sí mismo, mientras que el otro sabe perfectamente que no se conoce. Las clases de filosofía brotan de los labios de Rust Cohle. La música condimenta magistralmente el ambiente cerrado del sur de los Estados Unidos. De nuevo HBO rescata el espíritu básico del cine con mayúsculas.


domingo, 9 de marzo de 2014

LEOPOLDO MARIA PANERO





En esta casa algunos poetas son más de unos que de otros, igual que ciertas películas, discos, platos... Y así, LMP es más de Iciar que de nadie más en esta casa. En esta casa LMP ha entrado siempre de su mano. Iciar nos inundó con las imágenes de El desencanto de Chavarri, y nos estremeció con las páginas de El Contorno del Abismo, de Benito Fenández; y hasta creo que paseamos por las calles de Astorga porque Iciar buscaba reconstruir los pasos del poeta por el pueblo decadente de las imágenes en blanco y negro de aquel film.
A Iciar le duele la muerte de LMP lo mismo que le dolía su vida.  Entra en Ekoizle con la cabeza gacha un poco destrozada por la pena, y escribe...

"Sólo un recuerdo en voz alta a la persona de Leopoldo M. Panero.
Admiro tu sensibilidad y por tanto tu valentía.
Admiro tu sabiduría y por tanto tu razón.
Admiro tu cordura y por tanto tu locura.
He visto cómo el abismo al que te asomabas, demasiado pronto, acabó mirándote;
y compartí contigo, durante segundos, esa visión.
Tú eres más real que la propia vida"

(Una vez estuvimos juntos,  Leopoldo. Fue en la Facultad de Filosofía de Donosti, yo sí te vi)


Poema El Circo de Leopoldo Maria Panero

Sábado, septiembre 23rd, 2006


Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma. Mi
hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.



sábado, 1 de marzo de 2014

LA COCINERA DE HIMMLER






La cocinera de Himmler
Franz-Olivier Gierbert
Traducción de Juan Carlos Durán Romero

Vivid si me creéis, no aguardéis a mañana.

Coged desde hoy las rosas de la vida
                                                     RONSARD.


"El instituto holandés Clingendael, especializado en relaciones internacionales, calcula que se eleva a 231 millones el número de muertos  provocados por conflictos, guerras y genocidios de este siglo XX que no paró de rebasar todos los límites de lo abyecto.
¿Qué especie animal es capaz de asesinar hasta ese punto, con tanta ferocidad? En todo caso, ni los monos ni los cerdos, nuestros parientes más cercanos, y menos aún los delfines ni los elefantes. Hasta las hormigas son más humanas que nosotros.
En el siglo XX tuvo lugar el exterminio de los judíos, el de los armenios, el de los tutsis. Sin mencionar las matanzas de comunistas, anticomunistas, fascistas y antifascistas. Se sucedieron las hambrunas políticas en la Unión Soviética, en la China Popular o en Corea del Norte, que diezmaron a una población supuestamente rebelde. Los sesenta o setenta miloones de víctimas de la II Guerra Mundial, provocada por Adolf Hitler, quien inventó la industrialización de las masacres. A todo ello hay que añadir el resto de infamias, como las del Congo Belga, Biafra o Camboya.
En el palmarés del horror, Hitler, Stalin y Mao figuran en los primeros puestos, con decenas de millones de muertos en su haber. Gracias a la complicidad de sus aduladores, intelectuales o políticos, pudieron aplacar su sed de sangre y ejecutar con todas sus ganas tantos sacrificios sobre el altar de su vanidad.
La felicidad no se regala: se fabrica, se inventa. Lo aprendí leyendo a los filósofos de la alegría que habían escrito claramente  lo que yo pensaba sin haber sido capaz hasta entonces de formularlo. Epicuro, que dijo tantas cosas buenas de la felicidad de la contemplación, murió por culpa de una retención urinaria tras haber soportado un cólico nefrítico. Spinoza, cantor de la felicidad, fue proscrito y maldito por su comunidad. Nietzsche, en fin, celebró la vidad, y pretendía conocer una felicidad sin nombre mientras su cuerpo le martirizaba, aquejado de un herpes genital gigante y una sífilis terminal, a los que había que añadir una ceguera progresiva y una hiperestesia auditiva. Sin mencionar sus crisis de migrañas y vómitos"




sábado, 1 de febrero de 2014

¡AY SEÑOR!








Antes de ayer  fue mi cumpleaños. En la ducha, un -no voy a decir que molesto- prurito me  obligó a prestar total  atención a la punta de mi pene.  De allí salía, directamente del orificio, un pelo negro como la noche y de un calibre tal que me obligó a no pasarlo por alto. En un primer momento, ese análisis rápido que tiene lugar en el cerebro tras un vistazo fugaz al acontecimiento me hizo suponer que no se trataba sino de un cabello desprendido de mi larga melena, pero al asirlo y tirar de él con el gesto fútil del que no espera más efecto que el que le dicta la física básica, comprobaría que se trataba de otra cosa.
Recuerdo que en ese preciso instante empezaban a sonar las señales acústicas de las felicitaciones en mi móvil.
A falta de amigos verdaderos que  se acuerden de mí sentida y fielmente en el día de mi aniversario, vinieron a caldearme la mañana las páginas webs  en las que un día metí la fecha de mi nacimiento como requisito de sus indiscretos formularios de inscripción para darme de alta.
Sin embargo, tal repiqueteo sonoro no abstrajo mi atención de la punta de la polla. De allí seguía asomando el filamento oscuro, y por más que tironeaba, ahora haciendo pinza con el índice y pulgar de la mano, lo único que conseguía era extraerlo cada vez más del pequeño zulo donde se había metido. El agua me empapaba por completo, y se arremolinaba para caer en chorros por los ángulos de los codos o por las turgencias de mis huevos: dos testículos enormes como potras que me había dado dios hipertrofiados para compensar el corto tubo mingitorio y amador por el que ahora salía ese vello insidioso y terco. Una novia que tuve, estudiante de filosofía,  los bautizó socarronamente Ortega y Gasset, quizás como queriendo ver una relación entre La Rebelión de las Masas y aquella masa rebelde que se obstinaba por salir más allá del límite escrotal.

El pedúnculo cedía sin ofrecer demasiada resistencia, y se iba como desenrollando de un carrete de pesca que morara en mi vejiga, liberándose ante mi total perplejidad; saliendo y saliendo hasta que el extremo que primero asomara a tan sólo unos centímetros de mi prepucio, se encontraba ya casi tocando la cerámica anegada de mi plato de ducha, lo cual desechaba por completo la primera conjetura de su origen capilar, dado que en ningún caso un pelo que midiera aquellos buenos treinta centímetros podría pertenecer a morador alguno de aquella casa. Carina incluso lucía una cabellera más corta que la mía, y para más datos desestimativos, era rubia como el oro falso.
Pero qué locura era aquella. ¿Tenía acaso que alarmar a Carina que yacía totalmente dormida en la cama para que participara del estupor? No hacía ni tres horas que fue ella la que me despertó  para darme su primer regalo de cumpleaños. Siempre hacía lo mismo desde que nos conocimos; desde que le dije que yo había nacido exactamente a las cinco de la madrugada de aquel  domingo  treinta de enero del sesenta y seis: ponía su despertador a esa hora y se aplicaba a hacerme una felación que me rescataba dulcemente del sueño  cuando ya estaba la polla tan dura como el pan viejo de tres semanas. Ortega y Gasset empezaban entonces a poner en práctica toda su capacidad de convocatoria y reunían sus buenos veinte centilitros de esperma, caldeándolos hasta unos diecinueve grados fahrenheit, que Carina se aprestaba  a tragar rechupeteando el continente una vez que del regalo ya no quedaba ni pizca del envoltorio, ni del lazo, ni de la robustez  que lo adornaran.
Y aquel desazonante hilo de Ariadna seguía soltando carrete así que yo iba tirando de él con la suavidad que dictaba mi precaución y desamparo. Sin solución de continuidad ya se iba recogiendo sobre el plato de ducha como una maroma de un muelle mercante de tercera,, como el hilván que pespunteara las pruebas de un traje mortuorio, como una olvidada soga de sokatira, triste bajo la lluvia, mientras los participantes corrieran a cobijarse bajo el alero de la ermita.
Y el dolor llegó sin aviso entonces. Un dolor que arrancó no voy a decir que de un punto en concreto de mi interior, sino de todos ellos. No fue que al hacer tope y al tirar, la resistencia encontrada desgarrara algún tejido al que estuviera sujeto el pelo. No, no un tejido concreto. No un punto concreto de mi cuerpo. Si no todos. Todos los rincones que escondían mi piel estaban conectados a esa cuerda que salía de mi polla. Todos los órganos de esos rincones, cada fibra muscular, cada tendón,  vaso capilar,  neurona,  célula, ribosoma, cada vacuola, átomo, electrón, quark de mi cuerpo tenía una ramificación vellosa que conectaba con el puto pelo principal que me salía del pito. El dolor descomunal, desproporcionado, inhumano me doblego de rodillas y perdí el conocimiento durante dos, tres segundos que quizás parecieron eones. Busqué la sangre que tal terremoto sensitivo habría provocado. Un derrame hematocrítico que me vaciaría de vida anegando el plato de ducha como una copa bautismal que llenara Brian de Palma en la escena del baile de fin de curso de Carrie. Pero no había nada. El agua limpia seguía cayendo sobre mi cuerpo violado por el terrible suplicio. El cable que me ataba al dolor residual seguía allí, ovillándose junto a mis rodillas hincadas, saliendo de mi pene aparentemente incólume, a no ser porque dejara salir de su cañito el infausto cordel que no me soltaba.
Cerré la llave del agua. Me sequé lo mejor que pude intentando no enrollarme con el larguísimo pelo, no hacer un nudo con aquel oprobio que me iba retrasando en mis tiempos matinales ya más de media hora. Decidí liármelo alrededor de la pierna izquierda con la delicadeza y el empeño necesario como para no volver a despertar el dolor telúrico y visceral que casi me había matado.  Eran casi tres metros de tenue pero resistente cabello lo que llevaba enganchado al muslo como si de un medieval cilicio se tratara. Con sorpresa comprobé que se ajustaba anatómicamente a la piel de modo que no tuve que fijarlo o atarlo para que no se moviera . Me vestí con prudencia, en silencio. Carina dormía plácidamente.  Una fugaz resolución me instó a lanzarme a la cocina, al cajón de los cubiertos y acabar con aquella locura usando las tijeras de acero. Pero algo me hizo desistir. Algo que posiblemente viniera del centro del cálido abrazo con el que aquel cable se aferraba a mi pierna. Algo amable y disuasorio, mental y capilar a un tiempo, insoportablemente híbrido y aterrador, sí, pero funcional y resolutivo.
Llevo tres días con el cabello atornillándome el muslo. Creo que paulatinamente surgen del caño de la orina de cinco a diez centímetros nuevos de cordel  al día. Se va girando casi imperceptible en un movimiento envolvente como si fuera enroscándose en mí el sinfín de un tornillo. No me pregunten cómo orino. Déjenme ocultarles el oprobio y la indignidad de ese acto rutinario. Con desdenes y excusas estúpidas voy ocultándole a Carina la visión de mi pene vejado y de mi pierna izquierda. No sé cuánto aguantaré hasta que se dé cuenta. Pero por ahora no quiero que nadie vea el abrazo cálido de ese cabello negro. La sensación acaba por ser más que agradable, casi placentera, aunque por momentos  noto que se vaya apretando de a poco. Algunas zonas se están oscureciendo como con manchas de hematoma. Noto el placer que pudieran sentir lo antiguos eremitas. ¿Será esta una nueva forma de santidad? ¡Ay Señor!

sábado, 25 de enero de 2014

AGOSTO de JOHN WELLS








"Tres días con la familia". Me gustó sin envolverme ni conmoverme. El admirado Eduard Fernandez cedió su caché y buen hacer a una ópera prima donde dejaba lucirse también  al resto del elenco:  seniors o juniors.  La familia hacia agua cual balandro comido por la broma; mostraba impúdica  bajo la excusa de un funeral los tormentos y martirios de esta institución judeocristiana donde irremediablemente inhalamos nuestras primeras bocanadas de vida.  La burguesía catalana servía de lienzo donde reflejar los gruesos y torpes brochazos que hacen de nuestras vidas verdaderos engendros cubistas, si no trágicos y deformes pergeños abstractos.

Antes fueron “Fanny y Alexander”, “Secretos y Mentiras”… No sé …”Los muertos” el testamento del maestro Huston… pero, lo diré…nunca, nunca, Nunca una película como esta que es Agosto había conseguido conmocionarnos hasta el espasmo. Hemos pendulado -Iciar y yo- desde el humor más soft hasta la violencia intestina que se esgrime con el verbo afilado, y que se dirige –hiriente- hacia aquellos que se supone que has de amar no más que por compartir el lazo familiar.
Tarantino con su bizantina comedia gore se queda en mantillas frente a la sacudida de Agosto. Sam Peckimpah, con su distante y escenografiada violencia no llega ni a rozarnos la fibra. Sin embargo estos personajes nos estremecen durante las más de dos horas que pasan como un suspiro.
La claustrofobia es total. De nada sirve que el escenario sea un inmenso palacio sureño venido a menos enclavado en las llanuras de USA. De nada las espectaculares panorámicas del medio oeste, las bandadas de pájaros surcando el cielo, o los personajes huyendo de sí mismos por las eras pespunteadas de pacas de paja secándose al sol. La claustrobia es la de una obra de teatro. Desde la cuarta pared vemos cómo esa ”Bernarda Alba” americana que es Violet atormenta a su prole, a sus hijas, como si hubiera sido el mismísimo García Lorca el que hubiera escrito el guión cuando visitó New York, allá por los años treinta del siglo XX.
Los intérpretes están para darles un Goya, una Concha, un Oso, un Oscar, un globo, un Bafta… Nunca me ha gustado demasiado la Roberts, pero ahora entiendo que no ha sido sino una mala elección de los guiones por parte de su representante.  El  resto del elenco fantástico, con especial mención a las tres hermanas. Es de agradecer que la Lewis intercale su explosiva carrera musical  y se prodigue en las pantallas con actuaciones como ésta.; Cumberbatch me ganó a su causa con su papel de villano en el Star Trek de este verano, y luego abundó en ello con 12 años de esclavitud. Pero…. La Streep está colosal. Inmensa. Creíble. Escabrosa y diletante. Adicta y perturbada.  Victimaria y víctima.
Óscar seguro y obligado. Expresiva como nadie aun con las enormes gafas oscuras que le requiere el luto.
En fin. Hace mucho que no escribimos sobre las películas que vamos viendo, aun siendo muchas y no malas. Pero esta tarde sentía la pulsión, el tirón que me llevaba al huerto para plantar este entrada que dé fe de que el cine nos hace bien, nos psicoanaliza, nos refleja, disecciona hasta los tuétanos.
Mucha salud