miércoles, 29 de diciembre de 2010
JETHRO TULL
Dónde estarán todos mis discos de brillante plástico negro. Los cepillos con los que les limpiaba el polvo, con sus sprays anti-statics. Sus fundas trasparentes, y los folios ajados donde traducía sus historias de amor y muerte. Cuántas de mis pesetas ahorradas como sufrido adolescente de los ochenta, e invertidas en Long-Play se convertirían en dólares con los que Ian Anderson adquiriera un coche nuevo, una nueva casa o una lata de leche en polvo para su hija.
Pero todo lo que me han dado sus canciones, sus melodías, no cabe en un mundo.
Cross-eyed Mary, Aqualung, Locomotive Breath, We used to know, Nothing is easy, Living in the past, Skiting away...Bouree, Thick as a brick....... todas escuchadas en dormitorios empapelados con posters de ACDC o Rainbow, o de el mismísimo Anderson en su postura de garza.
La primera vez que los escuché fue en casa de mis primos, con el tocadiscos en el suelo, entre sus camas gemelas. Aqualung. Yo aún no había escuchado ni a los Beatles, lo que supuso que mis jovenes oídos se hicieran a la droga dura antes de haber empezado a fumar un simple celta. Aquellos acordes graves, secos eran un compromiso, ni un paso atrás. Miraba a mi primo Reyes cómo agitaba al ritmo su cabeza, y miraba también la portada de aquel disco donde una acuarela de colores desvaídos mostraba a un viejo andrajoso que escondía algo bajo su abrigo a la par que prevenía a los intrusos con una mirada desafiante. Aquel primo lleno de pelo color vino por toda la cara fue quien me bautizó. Desde entonces algún tema de JT me habrá decepcionado un poco, pero nunca lo suficiente. Hasta Under Wraps, cons su sintetizadores y cambio de estilo se me pegaba a las meninges para no salir.
Mi homenaje a esa banda eterna que llenó de ecos medievales mi último cuarto del siglo XX. Una banda cuyos músicos se fundían con su instrumento hasta el virtuosismo. No había trampa, sólo cerraban sus ojos y respiraban por sus dedos y sus bocas. Ellos eran los músicos de estudio que les acompañaban. Profesionales de un tosco jazz medieval británico.
Pero dónde estarán aquellos discos!?
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sábado, 25 de diciembre de 2010
LIFELINE
Siempre me acuerdo de Victor Erice cuando contemplo el membrillo que plantó mi padre en su jardín de La Rioja. Es un membrillo de crecimiento lento, como su cine. Yo lo dibujé también emulando a Antonio López. Sobre una cartulina ajada ya desde un principio, parecía una reliquía desde el segundo en que terminé el dibujo. Siempre ha estado en la mesilla de noche de mi madre, allá en Castañares. Y cuando ella murió este puente de diciembre, volví a verlo tras mi cárcel de lágrimas, borroso y dinámico.
He vuelto a ver de nuevo hace unos días El espíritu de la colmena. El viento, el silencio, los ruidos de la casa, las niñas, el cine en la infancia. He visto también el domingo pasado, Copia certificada de Kiarostami. Tan hermanados los dos, tan morosos, profundos, tan amables permitiéndonos degustar los planos, las palabras. Iguales que un vino cosechado para envajecer.
Cuando paseo en Ezcaray por la carretera que lleva a Valgañón, también pienso siempre en Erice al ver la casa donde rodó El sur. Y veo a Rafaela Aparicio llegar, y bajar del coche hacia el encuentro de Iciar Bollaín, custodiada por los gigantescos castaños de indias que pespuntan la carretera.
Dejo aquí el inmenso cortometraje Lifeline.
Porque casi siempre lo más grande puede caber en apenas estos diez minutos.
Alumbramiento de Victor Erice from cuando los grandes eran cortos2 on Vimeo.
He vuelto a ver de nuevo hace unos días El espíritu de la colmena. El viento, el silencio, los ruidos de la casa, las niñas, el cine en la infancia. He visto también el domingo pasado, Copia certificada de Kiarostami. Tan hermanados los dos, tan morosos, profundos, tan amables permitiéndonos degustar los planos, las palabras. Iguales que un vino cosechado para envajecer.
Cuando paseo en Ezcaray por la carretera que lleva a Valgañón, también pienso siempre en Erice al ver la casa donde rodó El sur. Y veo a Rafaela Aparicio llegar, y bajar del coche hacia el encuentro de Iciar Bollaín, custodiada por los gigantescos castaños de indias que pespuntan la carretera.
Dejo aquí el inmenso cortometraje Lifeline.
Porque casi siempre lo más grande puede caber en apenas estos diez minutos.
Alumbramiento de Victor Erice from cuando los grandes eran cortos2 on Vimeo.
sábado, 18 de diciembre de 2010
Qué frío
¡¡¡Qué frío!!!
El otro día le contaban al Arias y al Echanove en "Un país para comérselo" que Teresa de Ávila era partidaria de "cuando perdiz, perdiz". O sea, que mística sí, pero ingenua ni un ardite. Los pagarés para pasar de nivel se los dejaba abonar al tontuelo de Juan de Yepes, cuyos despojos mostraron cómo llevaba el cilicio incorporado bajo el pellejo, lo que se dice "somatizado". O al menos eso es los que nos cuenta Gerald Brenan, que sus fieles se lo reaprtían -dedo arriba dedo abajo- para llenar con él sus relicarios. Que bajo su tosca capa de carmelita reformado apareció efectivamente el tortuoso afiche como garante de su seguro pasaje hacia el nirvana.
¡¡¡Qué frío!!!
Recuerdo yéndome a la escuela con Juan Carlos -mi vecino de entonces del tercero, y amigo aún hoy a pesar del tiempo y la distancia- en días de frío sobre todo, cómo cada mañana en un punto imprevisible del trayecto nos parábamos, y como un borrachito, apoyaba su mano derecha al muro o la farola y tras un previo mohín, que no llegaba a náusea, vaciaba la lechosa pitanza que se había desayunado en casa. Su madre, la Divi, no sabiendo que fuera alérgico a la lactosa, le calentaba amorosa el nesquick cada jornada ignorando que en minutos desalojaría el carburante en presencia de su vecino y seguro servidor.
Tras besarse el dorso de la mano a modo de pañuelo, seguíamos nuestro periplo hacia las aulas como si nada.
Recuerdo a Juan Carlos por una de sus frases, que sin ser digna de piedra se ha grabado en mis meninges cada vez que oígo a alguien hablar acerca del tiempo. Era una frasecilla humilde e ingenua, pero de inusitada y extraña madurez en un ser humano aún tan breve: "Qué es buen tiempo: cuando en invierno, frío; cuando en verano, calor. A cada clima su estación."
Confucio se revelaba a veces por la boca de Juan Carlos, y sus pequeños haikus no hacían sino refrendar aquel boletín de notas tan ansiado por todas las madres del bloque. Y sobre todo por la mía.
¡¡¡Qué frío!!!
Entre los tópicos vascos está el que asegura que entre esos naturales no se folla tan amenudo como ellos quisieran. Supongo que habrá otros tantos gentilicios que querrán hacer suya esa triste aseveración. Desde luego, este que suscribe, de mixto origen y de apellidos dispersos, también se apunta vulgar y triste a la pugna por rubricar al pie del tópico. Y es que no creo que vaya tanto con la patria chica del varón como con el ostentoso "morning glory" con que nos abrimos al día cada mañana.
Yo estoy rodeado de vascos en el trabajo, euskaldunes de apellido y lingüística, que del tópico del que son profesos es del de llevar como religión el parte metereológico. Internet les ha provisto de su particular pastor del Gorbea, y todos tienen -sin excepción- el 1º de la lista de sus favoritos el weather report de euskalmet, el del meteosat, o el de la mismísima Santa Bárbara..
Lo cierto es que no he visto colectivo tan sensibilizado con el meteoro como los vascos que cada tarde me rodean de 4 a 6.
¡¡¡¡¡¡Qué frío!!!!!
El otro día me invitó un francés a una mariscada, y en la sobremesa pude conocer a un bilbaíno desplazado por gusto de su tierra. Antiguo marino mercante, ahora se asienta en el puerto de Bamako, en Guinea Ecuatorial. Se encontraba de paso, y nos hizo saber lo positivamente impresionado que le tenía la transformación de la ciudad. A pesar de ello, sus visitas al botxo cada vez iban reduciéndose más debido sobre todo al...frío.
El termostato de su piel se había hecho a los trópicos de forma que los doce grados que disfrutábamos aquel día le eran poco menos que lapones o finlandeses.
A parte del térmico detalle, nos regaló con un detallado y nunca pedido catálogo de sus nuevos usos y costumbres amorosos. Desplegó en su monólogo -entre vieira y cigala- cómo no se le iban ya los ojos tras ninguna "blanquita" (sic). El francés y yo nos mirábamos de hito en hito, y a nuestros ojos los moluscos bivalvos en sus manos adoptaban metafóricas y rijosas simbologías que nosotros, inconscientes y achispados, íbamos regando con más y más ribeiro.
Qué frío.
En Gernika.
Alubia blanca guerniquesa
Antxoas rebozadas
Flan de la casa con nata
Tinto Labraz de Piérola
agua Aquabona convenientemente precintada
Cortado con hielo.
12,50€
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lunes, 15 de noviembre de 2010
TEATRO NEGRO DE PRAGA
Hace unos días, tomando un té verde y hablando acerca de teatro, comentaba con Maurizio mi adoración por el Teatro Negro de Praga.
Disfruten de esta revisitación de sus fundamentos pasada por el tamiz de las nuevas tecnologías.
Distinto.
Disfruten de esta revisitación de sus fundamentos pasada por el tamiz de las nuevas tecnologías.
Distinto.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
BLANCO NOCTURNO
De Blanco Nocturno, de Ricardo Piglia. Editorial Anagrama, 2010.
martes, 2 de noviembre de 2010
RICARDO PIGLIA Y HANK QUINLAN
Al leer en BLANCO NOCTURNO la descripción que su director de periódico le hace a Renzi acerca de cómo son los comisarios de policia, y que transcribiré un poco más abajo, me ha venido a la mente el inmenso Hank Quinlan de SED DE MAL, al que se le ajusta -como guante de cocina de esos que luego no salen- casi cada una de las palabras:
"¿A quién no le gusta ser comisario? ... No seas ingenuo, nene. Ellos son los verdaderos tipos pesados. Tienen más de cuarenta años, ya han engordado, ya han visto todo, tienen varios muertos encima. Hombres muy vividos, con mucha autoridad, que pasan el tiempo entre malandras y punteros políticos, siempre de noche, en piringundines y bares, consiguiendo la droga que quieren y ganando plata fácil porque todos los adornan: los pasadores de juego, los comerciantes, los mafiosos, los vecinos. Ellos son nuestros nuevos héroes, querido. Van siempre calzados, entran y salen, arman bandas, tiran abajo todas las puertas. Son los especialistas del mal, los encargados de que los idiotas duerman tranquilos, le hacen el trabajo sucio a las bellas almas. Se mueven entre la ley y el crimen, vuelan a media altura. Mitad y mitad, si cambiaran la dosis no podrían sobrevivir. Son los guardianes de la seguridad y la sociedad les delega la función de ocuparse de lo que nadie quiere ver ... Hacen política todo el tiempo, pero no se meten en política, cuando se meten en política es para tirar abajo, a algún muñeco de nivel medio, intendentes, legisladores. No van más arriba...
Hacen lo que tienen que hacer y persisten más allá de los cambios, son eternos, están desde siempre..."
Pero también me viene a la mente esta película, en estos días de tumbas, de lápidas, de frases grabadas en mármol necropolítico, por la lacónica despedida que le hace Tana (Dietrich) a Quinlan (Welles) cuando éste flota tripa arriba en la charca donde ha caído muerto.
POLI Bueno, Hank era un buen detective.
TANA Y un mal policía
POLI ¿Es todo lo que diría de él?
TANA Hank era un gran hombre (Some kind of man)
Qué más da lo que digas de la gente.
POLI Adios, Tana.
TANA Adios
Cualquier parecido con el comisario Croce está fuera de todo lugar.
"¿A quién no le gusta ser comisario? ... No seas ingenuo, nene. Ellos son los verdaderos tipos pesados. Tienen más de cuarenta años, ya han engordado, ya han visto todo, tienen varios muertos encima. Hombres muy vividos, con mucha autoridad, que pasan el tiempo entre malandras y punteros políticos, siempre de noche, en piringundines y bares, consiguiendo la droga que quieren y ganando plata fácil porque todos los adornan: los pasadores de juego, los comerciantes, los mafiosos, los vecinos. Ellos son nuestros nuevos héroes, querido. Van siempre calzados, entran y salen, arman bandas, tiran abajo todas las puertas. Son los especialistas del mal, los encargados de que los idiotas duerman tranquilos, le hacen el trabajo sucio a las bellas almas. Se mueven entre la ley y el crimen, vuelan a media altura. Mitad y mitad, si cambiaran la dosis no podrían sobrevivir. Son los guardianes de la seguridad y la sociedad les delega la función de ocuparse de lo que nadie quiere ver ... Hacen política todo el tiempo, pero no se meten en política, cuando se meten en política es para tirar abajo, a algún muñeco de nivel medio, intendentes, legisladores. No van más arriba...
Hacen lo que tienen que hacer y persisten más allá de los cambios, son eternos, están desde siempre..."
Pero también me viene a la mente esta película, en estos días de tumbas, de lápidas, de frases grabadas en mármol necropolítico, por la lacónica despedida que le hace Tana (Dietrich) a Quinlan (Welles) cuando éste flota tripa arriba en la charca donde ha caído muerto.
TANA ¿No vendrá nadie para llevárselo a casa?
POLI Dentro de un rato. Le gustaba ¿verdad?
TANA El poli sí. Y al hombre... lo amabaPOLI Bueno, Hank era un buen detective.
TANA Y un mal policía
POLI ¿Es todo lo que diría de él?
TANA Hank era un gran hombre (Some kind of man)
Qué más da lo que digas de la gente.
POLI Adios, Tana.
TANA Adios
Cualquier parecido con el comisario Croce está fuera de todo lugar.
jueves, 28 de octubre de 2010
BACK TO WORK.
Oh, no!!!!! Qué torpe. Resulta que me incorporo al trabajo el próximo martes, y soy lo suficientemente estúpido como para ponerme esta película de nuevo. Ya sabéis, el café sólo es para los que venden.
Me esfuerzo en disipar el mensaje de David Mamet, todo eso de la dignidad del ser humano frente al trabajo, y en centrarme en las excelentes actuaciones de estos monstruos. Con cuál me quedo?? Con el breve e intenso mazazo de Baldwin? Con la nirvánica interpretación de Jack Lemon? Con la oceánica demostración de Pacino? Spacey, Harris... Pero es que me gusta todo. Hasta el neón estropeado del restaurante chino. También me desasosiega, claro está.
La baja laboral ha sido de manual. Jodida al principio `por los dolores y todo eso, pero instructiva y relajada al final, con tiempo para el dolce far niente de la lectura, visionado y revisionado de cine.
But, always look at the bright side of life: aún me queda un largo e intenso fin de semana.
I only hope they give me good leads to close next tuesday, pals. Je je.
J.G. de B.
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Este inicio de NO VOLVERÉ A SER JOVEN siempre me ha sobrecogido, y me ha hecho enormemente atractiva la voz y profundidad de Jaime Gil de Biedma.
Cómo no, tuve que ver la película. Ya ni sé cuántos meses han pasado desde su estreno. Y aunque la disfruté y celebré en un primer momento, luego me fue quedando un poso incómodo hasta el punto de llegar a recordar algunas escenas como una caricatura ridícula de Jaime.
Volví pues a sus poemarios para restañar tanta imagen, y quedarme con la voz limpia y con el mensaje que siempre me había llegado de él. Su sensibilidad y compromiso.
La película claro que me aportó. Y muchó. Acercarse a este hombre, con sus múltiples vidas -la profesional, la literaria, la íntima- no ha debido ser tarea fácil. Pero al final había algo que me chirriaba, y tuve que volver a la lucidez de su negro sobre blanco.
Más tarde, recorriendo con la vista la mesa de novedades de la Librería de Deusto, me topé con EL ARGUMENTO DE LA OBRA, "Correspondencia de J. G. de B." en Ed. Lumen. Y en ello estoy.
Si a la del 27 se la llamaba la Generación de los "amigos", qué decir entonces de todos estos hijos de la burguesía acomodada del franquismo, pseudo marxistas y opositores al stablishment de su tiempo sin embargo; amiguísimos también como se demuestra en esta correspondencia tan instructiva y reveladora. Todos ellos cumplidores con su obra y con las labores de sobre, papel, pluma y sello. Cartas cruzadas y abundantes entre el mentado y Carlos Barral, Juan Marsé (firme crítico a la película), Caballero Bonald, Jose Angel Valente, Angel González, Joan Ferraté, Paco Brines, Esther Tusquets, Pere Gimferrer, Castellet, María Zambrano...
Un botón:
A Joan Ferraté.
Barcelona 6 de abril de 1962.
"...a los 32 años uno no se hace ya muchas ilusiones acerca de su vocación, pero precisamente por eso mismo le gustaría poder vivir de ella. Mi gagnepain cada vez me aburre más -realmente trabajar es insoportable- y ya no puedo seguir haciendo por más tiempo de joven prometedor: tendría que convertirme en un up-and-coming executive y adquirir el gusto del poder y del dinero, y eso no me gusta y me asusta."
Resulta formidable sentirse un intruso que entra a hurtadillas en el estudio de Gil de B. y abre su bureau e irrumpe en sus secretos, en sus cartas, intimidades, revelaciones. Qué encuentro? Un gusto exquisito, una amistad desbocada, una dedicación absoluta a su vocación de vate, un sometimiento también a su labor profesional en Filipinas en la fábrica de Tabacos de la familia, un desgarro sentimental por su condición sexual en un tiempo de españoles pleistocénicos. Y literatura, mucha literatura. Encuentro sus fuentes, a veces difíciles de rastrear acudiendo sólo a sus poemas. Por lo que me está siendo muy enriquecedor saltar de sus cartas a sus versos y ver la tramoya desde la que se ha alzado la forma, el título, los temas, las dedicatorias...
...la lucidez. Otro botón. Acerca de Apología y Petición del que transcribo unos versos más abajo:
"...lo que sobre todo me interesaba en ese poema...era demostrarme a mí mismo...que sólo mediante un esquema formal enrevesado, y lo más gratuito posible, puede hoy un poeta español escribir un poema sobre España que no resulte absolutamente tonto, por la sencilla razón de que es imposible escribir sobre España un buen poema moderno...Créeme, jamás escribiré sobre España en verso suelto -¿Cómo pretender a la autenticidad y. a la vez, pretender que ignoro lo que el lector sabe muy bien que yo no ignoro?"
Contemplo sus viajes, sus estancias en U.K. en París, el dominio del inglés y del francés que le abren de par en par las puertas a su adorado Baudelaire, a Mallarmé, a Eliot y a Auden. Pero también su afán y admiración por el Cántico de Jorgue Guillén. Y luego, cómo aborda la renovación pisando recio en la tradición, en Espronceda por ejemplo, su permeabilidad con Góngora o con la métrica medieval española para crear, dado el caso, las sextinas de APOLOGÍA Y PETICIÓN (ecos de Paco Ibañez entre las sienes, cierto?):
De todas las historias de la historia
sin duda la más triste es la de España
porque termina mal,...
Leer este libro y volver a sus poemas me ha resultado excitante durante mis días pasados de hospitalización.
Cierro con
DE VITA BEATA
En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y una hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Este inicio de NO VOLVERÉ A SER JOVEN siempre me ha sobrecogido, y me ha hecho enormemente atractiva la voz y profundidad de Jaime Gil de Biedma.
Cómo no, tuve que ver la película. Ya ni sé cuántos meses han pasado desde su estreno. Y aunque la disfruté y celebré en un primer momento, luego me fue quedando un poso incómodo hasta el punto de llegar a recordar algunas escenas como una caricatura ridícula de Jaime.
Volví pues a sus poemarios para restañar tanta imagen, y quedarme con la voz limpia y con el mensaje que siempre me había llegado de él. Su sensibilidad y compromiso.
La película claro que me aportó. Y muchó. Acercarse a este hombre, con sus múltiples vidas -la profesional, la literaria, la íntima- no ha debido ser tarea fácil. Pero al final había algo que me chirriaba, y tuve que volver a la lucidez de su negro sobre blanco.
Más tarde, recorriendo con la vista la mesa de novedades de la Librería de Deusto, me topé con EL ARGUMENTO DE LA OBRA, "Correspondencia de J. G. de B." en Ed. Lumen. Y en ello estoy.
Si a la del 27 se la llamaba la Generación de los "amigos", qué decir entonces de todos estos hijos de la burguesía acomodada del franquismo, pseudo marxistas y opositores al stablishment de su tiempo sin embargo; amiguísimos también como se demuestra en esta correspondencia tan instructiva y reveladora. Todos ellos cumplidores con su obra y con las labores de sobre, papel, pluma y sello. Cartas cruzadas y abundantes entre el mentado y Carlos Barral, Juan Marsé (firme crítico a la película), Caballero Bonald, Jose Angel Valente, Angel González, Joan Ferraté, Paco Brines, Esther Tusquets, Pere Gimferrer, Castellet, María Zambrano...
Un botón:
A Joan Ferraté.
Barcelona 6 de abril de 1962.
"...a los 32 años uno no se hace ya muchas ilusiones acerca de su vocación, pero precisamente por eso mismo le gustaría poder vivir de ella. Mi gagnepain cada vez me aburre más -realmente trabajar es insoportable- y ya no puedo seguir haciendo por más tiempo de joven prometedor: tendría que convertirme en un up-and-coming executive y adquirir el gusto del poder y del dinero, y eso no me gusta y me asusta."
Resulta formidable sentirse un intruso que entra a hurtadillas en el estudio de Gil de B. y abre su bureau e irrumpe en sus secretos, en sus cartas, intimidades, revelaciones. Qué encuentro? Un gusto exquisito, una amistad desbocada, una dedicación absoluta a su vocación de vate, un sometimiento también a su labor profesional en Filipinas en la fábrica de Tabacos de la familia, un desgarro sentimental por su condición sexual en un tiempo de españoles pleistocénicos. Y literatura, mucha literatura. Encuentro sus fuentes, a veces difíciles de rastrear acudiendo sólo a sus poemas. Por lo que me está siendo muy enriquecedor saltar de sus cartas a sus versos y ver la tramoya desde la que se ha alzado la forma, el título, los temas, las dedicatorias...
...la lucidez. Otro botón. Acerca de Apología y Petición del que transcribo unos versos más abajo:
"...lo que sobre todo me interesaba en ese poema...era demostrarme a mí mismo...que sólo mediante un esquema formal enrevesado, y lo más gratuito posible, puede hoy un poeta español escribir un poema sobre España que no resulte absolutamente tonto, por la sencilla razón de que es imposible escribir sobre España un buen poema moderno...Créeme, jamás escribiré sobre España en verso suelto -¿Cómo pretender a la autenticidad y. a la vez, pretender que ignoro lo que el lector sabe muy bien que yo no ignoro?"
Contemplo sus viajes, sus estancias en U.K. en París, el dominio del inglés y del francés que le abren de par en par las puertas a su adorado Baudelaire, a Mallarmé, a Eliot y a Auden. Pero también su afán y admiración por el Cántico de Jorgue Guillén. Y luego, cómo aborda la renovación pisando recio en la tradición, en Espronceda por ejemplo, su permeabilidad con Góngora o con la métrica medieval española para crear, dado el caso, las sextinas de APOLOGÍA Y PETICIÓN (ecos de Paco Ibañez entre las sienes, cierto?):
De todas las historias de la historia
sin duda la más triste es la de España
porque termina mal,...
Leer este libro y volver a sus poemas me ha resultado excitante durante mis días pasados de hospitalización.
Cierro con
DE VITA BEATA
En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y una hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia
viernes, 22 de octubre de 2010
MIS GUITARRAS: PAT METHENY
Como oro en paño: Secret Story, Still Life (talking), We Live Here. He ido a verlo un par de veces a Vitoria, una con Charlie Haden, y otra con Joe Lovano, pero confieso que mi sueño siempre ha sido asistir al inicio de un Secret Story Tour para levitar con las primeras notas de Above the Treetops.
Cada vez que oigo este tema ALWAYS AND FOREVER me pongo una camiseta a rayas y me desmadejo el pelo, miro a mi pobre y huérfana guitarra arrinconada y apago las luces para dejar que surjan las escarpias de los poros. Tras casi dos minutos y medio de preludio llega la melodía.
Cada vez que oigo este tema ALWAYS AND FOREVER me pongo una camiseta a rayas y me desmadejo el pelo, miro a mi pobre y huérfana guitarra arrinconada y apago las luces para dejar que surjan las escarpias de los poros. Tras casi dos minutos y medio de preludio llega la melodía.
lunes, 18 de octubre de 2010
NIEVES URIBE
La recordé entrando en el aula con su treintena recién cumplida. Era el año 1982, y el curso 2º de BUP. Arrinconaba de vez en cuando al Arcipreste de Hita contra las cuerdas del libro de texto y no lo dejaba salir hasta los deberes de casa. Escondía a Don Juan Manuel tras la pizarra o le tapaba al juglar del Cid la boca con cintamericana y lo ataba a la silla para que no interrumpiera la clase. Y una vez despejado el campo, sacaba los periódicos primero, con sus suplementos literarios, sus fotos en blanco y negro de García Márquez, de los ojos un poco sartrianos de Cortázar, y cómo no, de su enamorado, Mario Vargas Llosa. Nos hacía pasar los diarios de mesa en mesa para que viéramos los egregios rostros de los que habrían brotado las suculentas historias y los vivísimos estilos que luego pasaríamos a leer. Tras los diarios, los libros. Cien años de soledad, la recientemente publicada en aquel mismo año Diario de un Naufrago, los Cronopios y las Famas, las Instrucciones, las Ocupaciones tan divertidas, empiecen por eso muchachos, ustedes que no son de leer novelas gordas todavía. Los cachorros, Los jefes. Aún escucho su voz apasionada haciéndonos ver cómo el inicio de la historia de Pichula Cuéllar era un caleidoscopio de voces, de conjugaciones que hacían del narrador un explosivo cohete que llenaba la página de mil colores.
No sé el resto de la clase, pero mi compañero de pupitre Jose Miguel Pérez -del que no recuerdo ya sino el nombre y su agilidad en la cancha de baloncesto a pesar de las espaldas de estibador que se gastaba- y un servidor, nos dejamos llevar por la senda que nos abría la profesora, y nos leímos ávidos y divertidos mucho de aquél Cortázar y algo de Vargas Llosa.
Nieves Uribe entraba en clase y daba la sensación de que no sólo entre aquellas paredes, sino en su vida extramuros, nada que no fuera la literatura pareciera importarle. Y así nos transmitió el amor por las letras y por el juego de las letras.
Me pregunto cómo habrá reaccionado al pasar las últimas páginas en sus lecturas de La Fiesta del Chivo, o de las Travesuras de la Niña Mala. No puedo sino imaginarme su rostro desencajado de alegría cuando recibiera el premio Nobel. Cuando lo recibió “ella” quiero decir. Porque estoy seguro de que lo encajó en primera persona, como cada uno de los miles de lectores que Varguitas va sembrando desde La Ciudad y Los Perros. Esa carita ya arrugadita de doña Nieves, con sus patitas de gallo y su cabello laqueado, con sus manitas arrugadas pero capaz toda ella de transmitir el amor aquél por don Mario impreso en blanco y negro en los diarios de 1982.
La próxima vez que la vea, le entro.
Palabra.
viernes, 15 de octubre de 2010
EL PASADO
No me imaginaba a Rímini con los rasgos de Gael G. B. Lo cierto es que las caras de los personajes, por mucho esfuerzo que haga el autor casi siempre flotan borrosas al contrario que sus almas.
Recuerdo la novela con muchísimos detalles que obviamente aquí se adaptan y eliminan. Todo el libro, con el fluir de la conciencia de Rímini, está preñado de la voz que aquí falta, pero el cine es el Cine. Y desde luego a mí me ha gustado revisitar este amor vampiro de Sofia; volver a entrar al club Adela H. con sus Mujeres que Aman Demasiado; y ver, pero esta vez con la apuesta en imágenes de Héctor Babenco, el desesperado nado a contraconriente de Rímini para evitar lo inevitable. No sé si le agradecí a Angeline, allá por 2005, la recomendación de la novela. Siempre obligado.
Recuerdo la novela con muchísimos detalles que obviamente aquí se adaptan y eliminan. Todo el libro, con el fluir de la conciencia de Rímini, está preñado de la voz que aquí falta, pero el cine es el Cine. Y desde luego a mí me ha gustado revisitar este amor vampiro de Sofia; volver a entrar al club Adela H. con sus Mujeres que Aman Demasiado; y ver, pero esta vez con la apuesta en imágenes de Héctor Babenco, el desesperado nado a contraconriente de Rímini para evitar lo inevitable. No sé si le agradecí a Angeline, allá por 2005, la recomendación de la novela. Siempre obligado.
miércoles, 13 de octubre de 2010
VARGUITAS. YA DESDE HACE TANTO TIEMPO
Ya cuando lo compré era de segunda mano, y me costó 150 pts. El año también figura. 1983. O sea, lo leí a los 17. Ahí va el compromiso que consigo mismo pactó el bueno de Mario desde casi los albores de su carrera: no dedicarse a nada que no fueran las letras.
Mediado el capítulo 11:
...¿Cómo se podía ser, de un lado, una parodia de escritor y, al mismo tiempo, el único que, por tiempo consagrado a su oficio y obra realizada, merecía ese nombre en el Perú? ¿Acaso eran escritores esos políticos, esos abogados, esos pedagogos, que detentaban el título de poetas, novelistas, dramaturgos, porque, en breves paréntesis de vidas consagradas en sus cuatro quintas partes a actividades ajenas a la literatura, habían producido una plaquette de versos o una estreñida colección de cuentos? ¿Por qué esos personajes que se servían de la literatura como adorno o pretexto iban a ser más escritores que Pedro Camacho, quien sólo vivía para escribir? ¿Porque ellos habían leído (o, al menos, sabían que deberían haber leído) a Proust, a Faulkner, a Joyce, y Pedro Camacho era poco más que un analfabeto? Cuando pensaba en estas cosas sentía tristeza y angustia. Cada vez me resultaba más evidente que lo único que quería ser en la vida era escritor y cada vez, también, me convencía más que la única manera de serlo era entregándose a la literatura en cuerpo y alma. No quería de ningún modo ser un escritor a medias y a poquitos, sino uno de verdad, cómo ¿quién? Lo más cercano a ese escritor completo, obsesionado y apasionado por su vocación...
Por cierto, sólo recordar que Julia Urquidi murío este mismo año, el 10 de marzo, a los 84 años de edad.
Seguro que era tan trepante como Sofía Vergara.
Y para que el homenaje se corone como se merece, aquí el enlace a la fiesta que le hacen en el País, -cómo no, por otra parte-.
http://www.elpais.com/especial/mario-vargas-llosa/
martes, 28 de septiembre de 2010
Efluvios Viña Esmeralda
Ya sé que todos ustedes leen novelas. Como yo. Cómo no. Cómo si no escapar de este tedioso noriar alrededor del día.
Estaba acabando a Roncagliolo, ustedes ya saben, y barruntando qué ingenios aventurar que manchasen dignamente esta locura informe e incomprensible que son los blogues -y entre ellos el peor este ekoizle maldito. Y de repente, mientras lavaba la última copa del cumpleaños de mi hijo -como se lo digo, oigan- me viene la luz, y pienso... que no conozco al bueno de Santiago R. Y que en puridad, no me ha gustado la novela -que aún no he acabado- y que como no le debo nada, puedo decir impunemente, que no me ha gustado su ensayo del sol naciente. Y que me gustó casi más la película. La de Sofía. Sin el casi.
Y sigo pensando... que lo que me ha hecho crecer a mí siempre de este oficio vago de leer letras impresas es... con lo que más he disfrutado... oigan, y no es por seguir la moda de la negrita de Oprah,,, pues que es ... Bolaño.
BOLAÑO.
Los Detectives Salvajes, y luego 2666.
Pero que para llegar a eso. A crear el paladar que atrape el retrogusto chileno del infrarealista chicano, han tenido que educar esta lengua otro ejercicios dichosos. Y mientras fregaba y fregaba las copas donde escanciara Viña Esmaralda, me venían los libros, pocos, sabios, a veces prestados y otras robados. Y me place exponerlos en plaza pública y a esta hora intespestiva de martes víspera de huelga.
Thomas Mann.
Apenas me acuerdo de La Montaña Mágica que nos sea la Chaise Longue y un capítulo tedioso que describía la primera Guerra Mundial, que me recordó a su vez otro capítulo tedioso que en Retrato de un Artista Adolescente describía una fachada barroca o renacentista, fachada o arcada o cimborrio o yo qué sé, que ya hace mucho tiempo de aquella lectura, que por cierto, hice caminando día tras día, tras comer en casa y dirigiéndome a la oficina. Había adquirido la asombrosa pericia de leer mientras caminaba, evitando farolas, mierdas de perro y pesados saludos a pesados viandantes. Lo juro.
Dos años antes. o tres, yo iba a la universidad de Deusto, y en el último curso de aquella locura compartí pupitre con una de las primeras alumnas que estrenaron este trasiego que hoy se llama Erasmus. Era una valquiria germana, que venía de cerca de los montes metálicos- Que me recomendó El Lector. Por lo que siempre le estaré agradecido. Con el que tuve una de mis pocas erecciones leyendo letra impresa. Con el libro.
Pero también le debo. Y sobre todo. Los Buddenbrook. Que en una cena. La de su despedida a Baviera. Me encareció. Los Buddenbrook.
Oh!
Los Buddenbrook.
Felpudo obligado de toda puerta a este mundo de letra impresa. Gracias. Aunque no me acuerdo de su nombre, la evocaré con un Catherina. Gracias.
Lo siento Santiago Roncagliolo. Después de Los Buddenbrook debí seguir creciendo en mis lecturas. Supongo que a ti te pasó lo mismo. La leiste. Y lo demostrate en Memorias de una Dama. Y caimos y nos abismábamos con lo que después viniera, que no hacía sino engrandecer a Mann, y obligarnos a esta búsqueda que bien puedira terminar en Bolaño. Un Bolaño renacentista que bien pudiera haber escrito Los Detectives en 1605 y 2666 en 1615.
Vale.
Y busquen en sus supermercados Viña Esmeralda de Bodegas Torres, Catalana. Como Bolaño casi. Encarecidamente. Degusten y repórtenme.
De nada.
Estaba acabando a Roncagliolo, ustedes ya saben, y barruntando qué ingenios aventurar que manchasen dignamente esta locura informe e incomprensible que son los blogues -y entre ellos el peor este ekoizle maldito. Y de repente, mientras lavaba la última copa del cumpleaños de mi hijo -como se lo digo, oigan- me viene la luz, y pienso... que no conozco al bueno de Santiago R. Y que en puridad, no me ha gustado la novela -que aún no he acabado- y que como no le debo nada, puedo decir impunemente, que no me ha gustado su ensayo del sol naciente. Y que me gustó casi más la película. La de Sofía. Sin el casi.
Y sigo pensando... que lo que me ha hecho crecer a mí siempre de este oficio vago de leer letras impresas es... con lo que más he disfrutado... oigan, y no es por seguir la moda de la negrita de Oprah,,, pues que es ... Bolaño.
BOLAÑO.
Los Detectives Salvajes, y luego 2666.
Pero que para llegar a eso. A crear el paladar que atrape el retrogusto chileno del infrarealista chicano, han tenido que educar esta lengua otro ejercicios dichosos. Y mientras fregaba y fregaba las copas donde escanciara Viña Esmaralda, me venían los libros, pocos, sabios, a veces prestados y otras robados. Y me place exponerlos en plaza pública y a esta hora intespestiva de martes víspera de huelga.
Thomas Mann.
Apenas me acuerdo de La Montaña Mágica que nos sea la Chaise Longue y un capítulo tedioso que describía la primera Guerra Mundial, que me recordó a su vez otro capítulo tedioso que en Retrato de un Artista Adolescente describía una fachada barroca o renacentista, fachada o arcada o cimborrio o yo qué sé, que ya hace mucho tiempo de aquella lectura, que por cierto, hice caminando día tras día, tras comer en casa y dirigiéndome a la oficina. Había adquirido la asombrosa pericia de leer mientras caminaba, evitando farolas, mierdas de perro y pesados saludos a pesados viandantes. Lo juro.
Dos años antes. o tres, yo iba a la universidad de Deusto, y en el último curso de aquella locura compartí pupitre con una de las primeras alumnas que estrenaron este trasiego que hoy se llama Erasmus. Era una valquiria germana, que venía de cerca de los montes metálicos- Que me recomendó El Lector. Por lo que siempre le estaré agradecido. Con el que tuve una de mis pocas erecciones leyendo letra impresa. Con el libro.
Pero también le debo. Y sobre todo. Los Buddenbrook. Que en una cena. La de su despedida a Baviera. Me encareció. Los Buddenbrook.
Oh!
Los Buddenbrook.
Felpudo obligado de toda puerta a este mundo de letra impresa. Gracias. Aunque no me acuerdo de su nombre, la evocaré con un Catherina. Gracias.
Lo siento Santiago Roncagliolo. Después de Los Buddenbrook debí seguir creciendo en mis lecturas. Supongo que a ti te pasó lo mismo. La leiste. Y lo demostrate en Memorias de una Dama. Y caimos y nos abismábamos con lo que después viniera, que no hacía sino engrandecer a Mann, y obligarnos a esta búsqueda que bien puedira terminar en Bolaño. Un Bolaño renacentista que bien pudiera haber escrito Los Detectives en 1605 y 2666 en 1615.
Vale.
Y busquen en sus supermercados Viña Esmeralda de Bodegas Torres, Catalana. Como Bolaño casi. Encarecidamente. Degusten y repórtenme.
De nada.
lunes, 20 de septiembre de 2010
RONCAGLIOLO
Estoy leyendo una vez más a Roncagliolo. Un título anodino que se me olvida. No acabo de acordarme del título de la novela que estoy leyendo. Qué raro. Tan cerca de la vida. Lo cierto es que sé que no me defraudará y que a pesar de que voy por la página 65 y ando aún errabundo y desenganchado, acabaré por doblegarme ante una vuelta de tuerca o un meandro intenso que me gane de nuevo a la causa.
He leído Pudor. Y Abril Rojo. He leído Memorias de una Dama. Y ésta última me parece la Conversación en la Catedral de este otro peruano. Me fascinó, me convenció, me convirtió al roncaglionismo.
Así que he vuelto entusiasmado a esto que parece un cóctel entre la Coppola y la Coixet. Por cierto, si no habéis visto El mapa de los sonidos de Tokio sabeos afortunados. Me he de repetir "no volver a intentar nada Coixet. Ni un anuncio."
La incomunicación en la nueva Babel que es Tokio. Vale. Inteligencia artificial y máquinas para subrrayar la incapacidad relacional. Vale. Me muero por un punto de vista extraordinario, y la segunda persona del singular dirigiéndose a Mai me parece, cuanto menos, sugerente para ver a dónde me lleva y cómo lo culmina. Vale.
Que me identifico con Max. Sí, mucho. Soy de los que una vez al año deambula por los pasillos y ascensores del hotel donde la empresa te junta con otras doscientas personas con identificador al pecho. Un horror y un espanto. Por eso sigo con esta novela, a pesar de que no anima en su proemio.
Añoro Memorias de una dama. Y me acabo de enterar de que he de guardar mi volúmen como oro en paño. Las reediciones están congeladas. Los herederos de la Dama en cuestión, en quien se basa el personaje de la novela, tienen abierta una querella con Alfaguara y con el autor que mantiene en solfa el futuro de la magnífica novela. Por ahora. Así que vayan a las bibliotecas o pídanme mi ejemplar. Prometo enviar. Con vuelta.
He leído Pudor. Y Abril Rojo. He leído Memorias de una Dama. Y ésta última me parece la Conversación en la Catedral de este otro peruano. Me fascinó, me convenció, me convirtió al roncaglionismo.
Así que he vuelto entusiasmado a esto que parece un cóctel entre la Coppola y la Coixet. Por cierto, si no habéis visto El mapa de los sonidos de Tokio sabeos afortunados. Me he de repetir "no volver a intentar nada Coixet. Ni un anuncio."
La incomunicación en la nueva Babel que es Tokio. Vale. Inteligencia artificial y máquinas para subrrayar la incapacidad relacional. Vale. Me muero por un punto de vista extraordinario, y la segunda persona del singular dirigiéndose a Mai me parece, cuanto menos, sugerente para ver a dónde me lleva y cómo lo culmina. Vale.
Que me identifico con Max. Sí, mucho. Soy de los que una vez al año deambula por los pasillos y ascensores del hotel donde la empresa te junta con otras doscientas personas con identificador al pecho. Un horror y un espanto. Por eso sigo con esta novela, a pesar de que no anima en su proemio.
Añoro Memorias de una dama. Y me acabo de enterar de que he de guardar mi volúmen como oro en paño. Las reediciones están congeladas. Los herederos de la Dama en cuestión, en quien se basa el personaje de la novela, tienen abierta una querella con Alfaguara y con el autor que mantiene en solfa el futuro de la magnífica novela. Por ahora. Así que vayan a las bibliotecas o pídanme mi ejemplar. Prometo enviar. Con vuelta.
sábado, 11 de septiembre de 2010
YA NO HABRÁ MARCHA ATRÁS
Aparqué en zona de carga y descarga y puse las luces de emergencia como señal de que la infracción era voluntaria pero iba a ser breve. Al bajar y cerrar la puerta me topé con aquel escaparate tan oscuro. En la luna, en su parte alta, rezaba el nombre: FROM THE GRAVE. No pude sino entrar, y admirar cómo en un orden y espacio de boutique de quinta avenida se disponían sin embargo brazaletes de tachuelas, parches de Manowar, Chaos, Aerosmith... En una vitrina acristalada figuraba una lengua carmesí de los Rolling justo en el trocito de tela que colgaba de los hilos de un tanga de terciopelo negro. Había ropa de niño, camisetas y graciosas chupas de cuero dimunutas donde se leía AC DC o KISS. Por supuesto todo era oscuro pero sin sensación de ahogo gracias a un buen diseño de luces. Había espacio de sobra para pasear entre los mostradores y maniquíes.
Y entonces allí estuvo ella, gótica y rotunda. El negro de la indumentaria disimulaba quizás un ligero sobrepeso, y los piercings diseminados por su cara y orejas enmarcaban unos ojos radiantes de carbón encendido.Nos pusimos a prueba. Yo supe el nombre de la banda con un baterista de un solo brazo. Ella acertó con la tonada de Charlie Parker que le silbé al oído. Nos enamoramos en el acto. Intercambiamos miradas y palabras innecesarias, saliva y caricias entre aquellos gorros de policía neoyorquina. Finalmente hicimos el amor en los probadores. Era viernes. Apenas mediodía. Enlazados por las manos salimos dejando la tienda abierta. Un agente sacaba su libreta frente a mi Mondeo, pero ya no me incumbía. Comenzamos a subir. Ascendíamos por un vallecillo que reducia, allá abajo, la ciudad a una mancha roja de tejados. El prado claro se fue cerrando y crecieron de repente plantas que se enganchaban con sus púas a nuestra ropa. Nos la quitamos. Sí, nos desnudamos para avanzar.
Ella era Shei me había dicho, pero yo la llamé Shara. Me preguntó y ahora qué. Le dije que en cuanto atravesáramos la frontera ya no habría marcha atrás. Y ella lo repetió con una sonrisa sí, no habría marcha atrás. Ascendía entre los árboles delante de mí, mostrándome su beldad futurista de volúmenes. Shara, le dije, no mires atrás. Sobre todo cuando lleguemos a la muga. No mires atrás. Pero Shara quiso observar por última vez ese mundo suyo que ya se iba borrando.
La bajé como pude a su ciudad. Sus cabellos detenidos. Su piel gris de dura ceniza. Su gesto de rabia contenida pero con la estoica tristeza en los labios ya eternos. Todo lo clavé en un parque de Irún. Allí vuelvo cuando puedo a limpiarle de grafittis las espaldas, y a quitarle chicles secos que pegaron los ñiños en las pupilas frías que ya no me ven.
Y entonces allí estuvo ella, gótica y rotunda. El negro de la indumentaria disimulaba quizás un ligero sobrepeso, y los piercings diseminados por su cara y orejas enmarcaban unos ojos radiantes de carbón encendido.Nos pusimos a prueba. Yo supe el nombre de la banda con un baterista de un solo brazo. Ella acertó con la tonada de Charlie Parker que le silbé al oído. Nos enamoramos en el acto. Intercambiamos miradas y palabras innecesarias, saliva y caricias entre aquellos gorros de policía neoyorquina. Finalmente hicimos el amor en los probadores. Era viernes. Apenas mediodía. Enlazados por las manos salimos dejando la tienda abierta. Un agente sacaba su libreta frente a mi Mondeo, pero ya no me incumbía. Comenzamos a subir. Ascendíamos por un vallecillo que reducia, allá abajo, la ciudad a una mancha roja de tejados. El prado claro se fue cerrando y crecieron de repente plantas que se enganchaban con sus púas a nuestra ropa. Nos la quitamos. Sí, nos desnudamos para avanzar.
Ella era Shei me había dicho, pero yo la llamé Shara. Me preguntó y ahora qué. Le dije que en cuanto atravesáramos la frontera ya no habría marcha atrás. Y ella lo repetió con una sonrisa sí, no habría marcha atrás. Ascendía entre los árboles delante de mí, mostrándome su beldad futurista de volúmenes. Shara, le dije, no mires atrás. Sobre todo cuando lleguemos a la muga. No mires atrás. Pero Shara quiso observar por última vez ese mundo suyo que ya se iba borrando.
La bajé como pude a su ciudad. Sus cabellos detenidos. Su piel gris de dura ceniza. Su gesto de rabia contenida pero con la estoica tristeza en los labios ya eternos. Todo lo clavé en un parque de Irún. Allí vuelvo cuando puedo a limpiarle de grafittis las espaldas, y a quitarle chicles secos que pegaron los ñiños en las pupilas frías que ya no me ven.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
HA SIDO UN SUEÑO??
Una imagen para el recuerdo de la luz cayendo oblicua en la mañana. El dolce far niente entre las lecturas de agosto. Los martinis, los mojitos de Miguelón, gin-tonics, vodkas...La chaise longue y el balancé para la siesta. La indolencia del tiempo... mi Scott relinchando en el camino a la Fonfría. Lo mejor que el capitalismo consumista ha dado al hombre es la brevedad de las vacaciones? No, Angeline, no. Aún arrastro por la oficina placenta de verano. Y hasta que no se me vaya el suave tostado de esta piel triste, sé que aullaré como un licántropo a esa luna que tan bella se me mostró sobre Júpiter varias noches.
viernes, 9 de julio de 2010
LECTURA COMPARTIDA BILBAO-NY-BILBAO
Mi madre vería el mar por vez primera a los 22 o 23 años, así que llegara a Vizcaya allá por los sesenta. Sería en la playa de Neguri, lo que hoy llaman Arrigunaga, donde sus pies hoyaran la arena. Así les pasó a mis abuelos y a toda la pléyade que abandonó el Valle de Alcudia por aquellos días (Ay! tristeza de la diáspora obligada) para poblar las pinas laderas del sur de Bilbao, y engrosar así, las filas de trabajadores que aprendían a poner ladrillo sobre ladrillo o a soldar las chapas que cubrían el armazón del buque carguero que calaba en los diques de Erandio.
Mi progenie es de secano, de encina y olivo, del trillo y la yunta, más afín al espíritu campestre de Delibes que a los vientos racheados del mar de Melville.
Las historias que atesoran silentes mis ancestros desgranan esencias de tomillo y hierbabuena; de abulagas, romanzas y romero. Los colores de mi memoria familiar son los azules del cielo azotándoles en el aviento, así como los protéicos y secos ocres del cereal crepitando bajo la canícula inmisericorde de La Mancha.
Envidio a Kirmen Uribe por haber tenido la idea (y sobre todo por llevarla a término) de amalgamar las historias de su familia de forma que se queden a vivir entre ellos, que no se diluyan en el olvido. Todo se perdería irremisiblemente, o degeneraría en lo que no fue, como le pasa a toda literatura oral transmitida o recibida sin rigor. Estoy seguro de que la empresa la llevó a cabo con modestas pretensiones, mucho más locales, sin pensar en absoluto en la transcendencia mediática que le aporta el premio. Uribe aporta a todo ello su sensibilidad de poeta en ciernes, y todo el afecto que le provoca saberse parte de lo que cuenta.
El euskera es uno de esos babilots antiguos que adornan el anaquel de las lenguas del mundo. Plagado de tesoros bajo las "x" de su mapa, es un idioma mimado, agraciado por unas circunstancias extralingüísticas y ordeñado políticamente por una administración politizada y nacionalista. El pobre idioma, muchos de sus hablantes, ajenos al tejemaneje interesado, viven los vaivenes de su agonía haciendo uso de su lengua con toda la naturalidad y el amor de su mundo. Kirmen relata sus paseos por Europa y América como embajador de esa riqueza que supone expresar los mismos sentimientos de todos nosotros en una lengua distinta y pequeña sólo en número de hablantes, como el gaélico, el lituano o el euskera.
B-NY-B es un cesto donde se ven en primer plano los nudos de sus mimbres. Kirmen se esfuerza en enfocarlos, en no esconderlos. Quiere que la estructura, la urdimbre estén al aire; que veamos el magnetofón con el que graba a los familiares de Arteta. La tramoya es la misma novela. En cierto modo ya lo vimos en "Soldados de Salamina" con la historia de Sánchez Ferlosio. Esta factura no me disgusta, aunque prefiero las historias de literatura dentro de la literatura más del estilo de "La parte de los críticos " de Bolaño; o del cine dentro del cine como "La noche americana" o "Bailando bajo la lluvia".
Kirmen me enseña lo obsceno: sus disquisiciones sobre cómo iniciar la novela, con qué frase, cómo cambia de opinión y sustituye párrafos o elimina lo escrito. Como cuando nos justifica cómo optó por el precioso introito de la metáfora que compara los árboles y los peces. Y así, poco a poco, va armando su libro, como Lope su soneto: burla burlando
jueves, 24 de junio de 2010
BITACORA DE LA LECTURA BILBAO-NEW YORK-BILBAO
En la romería de Aurelio Arteta
Primeras páginas
Generalmente la literatura que leo no recoge los lugares que me son familiares: mis calles, los edificios que me acompañan en los paseos, los museos que frecuento desde niño, los pueblos que visito como un turista más o a los que me desplazo para trabajar.
Me topo con la amistad entre Aurelio Arteta y Ricardo Bastida. Y ambos forman parte también de mi paisaje vital. Los cuadros de Arteta al igual que todos sus compañeros de generación y de claro imaginerismo nacionalista vasco me son muy familiares en mis frecuentes visitas juveniles al museo de Bellas Artes de Bilbao, aunque yo iba más buscando al Profeta de Gargallo que a Salicio y Nemoroso tocados con boina, lo confieso.
Bastida, por otra parte, está de rabiosa actualidad, ya que Philip Starck ha rellenado su Alhóndiga con un vanguardista centro cívico que ha devuelto a Bilbao un edificio muerto durante décadas. Por cierto el único edificio que ocupa una manzana entera en la villa. El resultado es impresionante.
En uno de mis posts, uno que hablo sobre Unamuno, reproduzco a la Palas Atenea que gobierna el chaflan del Instituto Central, de Bastida, en Bertendona con Pozas.
Y por último, Bastida está tb en el meollo de la polémica, pues se discute aún si derribar o no su edificio de Sukarrieta, sede de las tradicionales colonias veraniegas de la BBK, para construir el 2º Guggenheim Museoa, el que destrozaría Urdaibai por cierto.
Subo pues al vuelo, tomo asiento y me dispongo a disfrutar del viaje. Me ha tocado ventanilla, por cierto, y yo soy más de pasillo, qué le vamos a hacer. Prometo hablar más de aspectos literarios en el próximo corte.
miércoles, 16 de junio de 2010
ANDAR LA TRAMA
Hoy nos vamos los tres a las 10 a disfrutar de Jorge Drexler un par de horitas. Daremos por iniciada la temporada de verano (Iñigo además ya de vaciones), donde el jazz y el sol entran en nuestras vidas. Canciones nuevas que no podremos tararear aún, pero otras muchas que cantaremos de memoria rodeados por el modernismo restaurado de este Campos durante tanto tiempo muerto.
domingo, 13 de junio de 2010
NUNCA ME DESMAYO PORQUE NO ESTOY SEGURA DE CAER CON ELEGANCIA
Lo que reza en el título del post lo dice Dietrich, congelando la ascensión de Laughton en su silla mecánica hacia la siesta prescrita. Ni la rutilante belleza madura de Power, ni la fría escarcha que destila Marlene hacen sombra a la flemática ironía de cada frase de Laughton. Billy Wilder le pone en los labios 100 cargas de profundidad que estallan en 100 carcajadas intelegentes.
.
lunes, 7 de junio de 2010
TRAS EL VEREDICTO
TRAS EL VEREDICTO
De repente en el costado, la calma
chicha se revuelve contra el alma.
Y despierto.
Todo se aleja, mengua y perspectiva,
quedo solo flotando a la deriva,
un despojo.
Por mucho que leas el veredicto
en nada trocaras su senso estricto.
Te rebelas.
Mas para qué oponerte a la natura,
tarde o pronto serás fruta madura.
pronto o tarde.
¿No acabaron los reyes, los señores
mezclando con la tierra sus humores?
Qué te pena...
¿Acaso no el poeta en sus canciones
te enseño de la vida las lecciones?
Qué te duele...
¿Y acaso es especial tanto tu caso
que esperas la excepción a cada paso?
Pobre ingenuo.
Ya sé que no has gozado de loores,
que esperas de la vida aún los honores.
Mas ya es tarde.
Hasta ahora morabas las afueras,
y al punto de salir aunque no quieras
te estás viendo.
Sosiega ese resuello, aplaca el llanto,
no dejes que te tenga el vil espanto.
Sé un hombre.
Arregla, pon en orden tus asuntos.
Es duro, pero aquí rima difuntos.
Ya es la hora.
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miércoles, 2 de junio de 2010
jueves, 27 de mayo de 2010
BURLA BURLANDO VAN LOS TRES DELANTE
SONETO A MI DUEÑA -UN POCO EN CHANZA-
PARA QUE DE REZONGAR DESCANSE
LOS SÁBADOS A LA MAÑANA.
(sobre todo ahora que empieza el buen tiempo)
Soy converso a tu boca, a tu retina,
a todo lo cercano a tu universo,
a tu lado frontal y a tu reverso,
a tu luz, a tu noche, a tu neblina.
Ya te toques con velo o con pashmina,
bien calces alpargata o cuero terso,
yo siempre preparado tendré un verso,
será de tu beldad burda bocina.
Más llegando puntual el día sexto
no me retengas, Corazón, en cama,
pues sabes que he de andar en bicicletas*.
No hay engaño, soy fiel, no es un pretexto.
Se abre el cielo y el bosque me reclama.
Pesa más el ciclismo que dos tetas.
Que de las dos formas se puede y debe decir, en singular o en plural.
miércoles, 19 de mayo de 2010
¿Dije + Cine??
Y es que está pasando en todas las ciudades. Con la sociedad del bienestar, o de la saciedad, las pobres salas de cine se colocan en el ranking de las especies en vías de extinción por encima del urogallo y del teléfono fijo. Aquí en Bilbao, sólo quedan tres CINES-cine: Los Capitol, Los Renoir-Deusto, y Los Multi.
Ahí va mi ejercicio-homenaje-melancólico: Vistarama, Olimpia, Coliseo Albia, Gran Vía, Carlton, Albéniz, Rekalde, Ideales, Campos, Urrutia, Mikeldi, Avenida, Ízaro, Bellas Artes, Astoria1 y Astoria2, Ayala, Buenos Aires...
En todos babeé sentado y boquiabierto mientras se sucedían mil aventuras en sus pantallas. Algunos incluso oficiaban con el sacrosanto rito de abrir sus telones a la par que atenuaban las luces dejando poco a poco el terciopelo de sus butacas en la más profunda oscuridad.
Muchas películas se grabaron en mi imaginario emparejadas con la sala donde pagué la entrada. Fitzcarraldo en el museo de Bellas Artes; Indiana Jones en los Urrutia; Ghandi en los Mikeldi; Terminator en el Buenos Aires; Los Cañones de Navarone en el Campos; La vida de Brian y The Wall (el mismo día) en los Carlton... A fuego lento tengo tatuados esos binomios de Newton en mi curriculum vitae. Esas Salas que se han ido convirtiendo en gimnasios, hoteles, supermercados, juzgados, sport shops, tiendas super fashions de ropa hiper pija,,, lugares todos a los que procuro no entrar, aunque a veces caigo en ellos como en arenas movedizas, y allí, anclado hasta la pelvis, hago un barrido visual reconstruyendo la pantalla, los palcos, las filas, los servicios, una triste arqueología imaginaria que me sume, me hunde y me deprime.
Y hete aquí que desde hace cinco años vivo a la vera de uno de esos fósiles que luchan por mantener en formol la muy edificante tradición de ver a Hitchcock en pantalla de veinte por siete. Aquí, durante estos años que vengo viviendo cerca de Los Multis, he ido adquiriendo la feliz costumbre de dejarme caer los lunes, el día del espectador, más baratito, comunión con otros perdidos de la noche ya que de caer caigo en la última sesión. Llego. Alzo la mirada pues sus ocho platos los tiene como colgados del alero. Elijo mi menú y me introduzco en la salita. Sí. Son pequeñitos aunque cuidados, modestos y orgullosos. En varias ocasiones, se ha dado la de que avanzaba el tiempo de espera y era que iba siendo yo el único espectador de la sala. Se apagaron las luces, se proyectó la magia, y al levantarme se confirma la soledad de la sala. Único espectador he sido por ejemplo de La Clase, y de En Tierra Hostil últimamente.
PERO, todo este preámbulo o proemio viene porque quiero constatar que hace ya bastantes semanas que no puedo ir a mi cine los lunes por la noche. Otros quehaceres me reclaman. Clavado me tiene en la silla, en frente de la pantalla de mi PC, la serie más seria que he visto en tiempo. La tercera temporada de BREAKING BAD es algo sublime. Delicatessen a base de bits. Cada lunes me espera el bueno de Walter White y de Jesse, de Skyler, y de Hank, este policía de la DEA que ha ido creciendo ante mis narices desde quella lejana primera temporada, hasta convertirse en un personaje mastodóntico, entrañable y profundo.
sábado, 15 de mayo de 2010
MÁS CINE POR FAVOR
LAS VIUDAS DE LOS JUEVES
O
LA POLITICA DE LA MUERTE
O
CONSERVAR LA LUCIDEZ EN LA DEPRESIONLa elitista burbuja social, por muy presocráticamente esfera que sea, acaba por hacerse porosa y permeable. PELÍCULA SUBLIME. Adoro a los actores argentinos cuando son capaces de vocalizar, impostar y hacerse entender.
Quizás el desenlace demasiado forzado: esbozo de razones, que para mí deleite debieran haber argumentado ad nauseam los motivos. Bellísima la conversación al pie de la piscina con These foolish things de Rod Stewart en el blockbuster. Si hubiera sido Frank Sinatra encajaría (sólo visualmente) en Historias de Filadelfia. Bellísimas también Viale y Celentano.
lunes, 10 de mayo de 2010
PARECE UNA TONTERIA
Hace días que he terminado la recopilación de cuentos de Carver SHORT CUTS, editado por Anagrama y prologado por el propio Robert Altman. No están todas las historias de la película, pero sí la que se grabó a fuego lento en mi memoria. La historia del pobre pastelero que ignoraba la tragedia que se escondía tras la tarta abandonada. Se titula PARECE UNA TONTERÍA.
"...en momentos como éste, comer parece una tontería, pero sienta bien,"
La historia me sobrecogió en la pantalla y me ha sobrecogido en la página.
Una prueba de que fue el epicentro para mi es que de entre todos los actores que pueblan la película es la imagen de Bruce Davison la que siempre ha vuelto como resumen de lo que me dio el film.
Y lo he visto en más trabajos a este estupendo secundario, aunque siempre su papel de padre en PARECE UNA TONTERIA resumirá para mi su carrera como actor. Ni la madre, ni el niño atropellado y agonizante, ni los médicos por supuesto. Bruce Davison.
"...en momentos como éste, comer parece una tontería, pero sienta bien."
Y comieron bollos de canela con la capa de azúcar aún sin endurecer, recién salidos del horno.
Me acuerdo de cuando acompañé a mi padre al velatorio de su tío Vicente. Me acuerdo de la estupenda mesa llena de embutidos y botellas de vino que presidía la cocina, mientras en alguna habitación cantaban su dolor las plañideras. La familia más serena se encargaba de las tortillas de patata y de freir el lomo para que el dolor no hiciera más estragos de los ya infligidos. Yo era un niño, y la verdad es que no entiendo cómo mi padre decidió llevarme a tal fiesta de duelos y quebrantos. Recuerdo que comí mi taquito de tortilla, y de que ésta bajaba por mi seco gaznatito haciéndose un literal nudo en la garganta. Le daría un sorbito a la mirinda, pero los ayes y las frases de dolor a pleno grito hacían del bocado un duro trago.
Otras veces he vivido estos momentos inevitables de pesar y dolor, y he vuelto a ser testigo de estos abnegados auxiliares del duelo que piensan que en momentos como esos, comer parece una tontería, pero sienta bien.
"...en momentos como éste, comer parece una tontería, pero sienta bien,"
La historia me sobrecogió en la pantalla y me ha sobrecogido en la página.
Una prueba de que fue el epicentro para mi es que de entre todos los actores que pueblan la película es la imagen de Bruce Davison la que siempre ha vuelto como resumen de lo que me dio el film.
Y lo he visto en más trabajos a este estupendo secundario, aunque siempre su papel de padre en PARECE UNA TONTERIA resumirá para mi su carrera como actor. Ni la madre, ni el niño atropellado y agonizante, ni los médicos por supuesto. Bruce Davison.
"...en momentos como éste, comer parece una tontería, pero sienta bien."
Y comieron bollos de canela con la capa de azúcar aún sin endurecer, recién salidos del horno.
Me acuerdo de cuando acompañé a mi padre al velatorio de su tío Vicente. Me acuerdo de la estupenda mesa llena de embutidos y botellas de vino que presidía la cocina, mientras en alguna habitación cantaban su dolor las plañideras. La familia más serena se encargaba de las tortillas de patata y de freir el lomo para que el dolor no hiciera más estragos de los ya infligidos. Yo era un niño, y la verdad es que no entiendo cómo mi padre decidió llevarme a tal fiesta de duelos y quebrantos. Recuerdo que comí mi taquito de tortilla, y de que ésta bajaba por mi seco gaznatito haciéndose un literal nudo en la garganta. Le daría un sorbito a la mirinda, pero los ayes y las frases de dolor a pleno grito hacían del bocado un duro trago.
Otras veces he vivido estos momentos inevitables de pesar y dolor, y he vuelto a ser testigo de estos abnegados auxiliares del duelo que piensan que en momentos como esos, comer parece una tontería, pero sienta bien.
sábado, 8 de mayo de 2010
DAVID SPENCER
Qué intrincados cliqueos me han llevado por la red hasta toparme con la foto de David spencer junto a una insulsa entrevista que le hacen en un diario de Córdoba. Me entero, sin embargo, en ella, de que tenemos la misma edad, añada del 66, y de que sigue escribiendo libros de texto, ahora ya en solitario tras la aciaga pérdida de su amigo y tocayo el otro David, el Vaugham.
El fotógrafo le habrá pedido que pose así, un poco forzado junto a lo que parece una muela de molino de aceite, quizás un vestigio del paso de los califas por esas tierras meridionales.
Veo de nuevo su cara de niño triste, su flequillo de héroe de Paracuellos, y evoco su voz suave y docente siempre tratando con delicadeza y mesura su cuasi perfecto castellano.
Lo trasladé en mi coche en varias ocasiones a través de Navarra y La Rioja, de congreso en congreso y de charla en charla, por todos los C.O.P. que se nos ponían a tiro. A lo largo de aquellas rectas infinitas de la A-68 nos fuimos dando a conocer poco a poco, casi por llenar respetuosamente el silencio incómodo de los viajes. Y así supe lo orgulloso que se sentía de haber sido alumno y discípulo allá en la Universidad de Oxford del mismísimo Javier Marías.
Todo surgió al descubrir él sobre el salpicadero del viejo Opel Astra el vólumen de Todas las Almas que estaba leyendo un servidor. Los ojos se le hicieron Sparklings al avistarlo y ya no hubo más tema que la evocación de aquellos días de estudiante en Oxford, y la admiración que le profesaba al escritor que tan bien supo retratar en la novelita el ambiente cerrado y tan de naftalina de la vieja universidad. La asignatura que atendía Marías era tan minoritaria, que la impartía en su propia habitación cual si fuera una charla de amigos.
Apuesto a que Spencer habrá leído todo lo que ha salido de la pluma de Javier Marías, casi por obligado rendimiento de pleitesía a la memoria de aquellos años. Mi caso sería parecido de no ser por el enorme escollo que me supuso Tu rostro mañana, Fiebre y Lanza, que me ha apartado por ahora de su prosa más plúmbea y enojosa a mi juicio.
Me ensalzó también -lo recuerdo- a un autor que le gustaba y del que yo no había oído hablar jamás aun siendo español, el autor digo. Julián Ríos, al que tenía por el James Joyce hispano, por el Proust del castellano, y al que el stablishment literario y cultural lo mantenía ignorado de la manera más injusta e ignominiosa. LARVA era la novela cumbre de Ríos, según me contaba David, con un estilo que se acercaba más al Finnegan´s Wake que al Ulises del inmortal dublinés. Inextricable por tanto. Como un Libro de Manuel de Cortazar, o como El ruido y la Furia de Faulkner.
Todo eso me contaba el bueno de David, con su carita de vino Sherry y su ropa de Marks and Spencer.
Y me entero hoy por esa entrevista andaluza de que sigue bregando con los phrasal verbs y las defining clauses. Seguirá vendiendo su lengua franca a nuestro duro oído. Aquí está, a la vera de esa muela enorme, mojando su picatoste en el platillo de aceite cordobés, mientras la brisa que llega de lejos, desde el estrecho, le atusa el flequillo ralo y lacio de héroe de Paracuellos.
El fotógrafo le habrá pedido que pose así, un poco forzado junto a lo que parece una muela de molino de aceite, quizás un vestigio del paso de los califas por esas tierras meridionales.
Veo de nuevo su cara de niño triste, su flequillo de héroe de Paracuellos, y evoco su voz suave y docente siempre tratando con delicadeza y mesura su cuasi perfecto castellano.
Lo trasladé en mi coche en varias ocasiones a través de Navarra y La Rioja, de congreso en congreso y de charla en charla, por todos los C.O.P. que se nos ponían a tiro. A lo largo de aquellas rectas infinitas de la A-68 nos fuimos dando a conocer poco a poco, casi por llenar respetuosamente el silencio incómodo de los viajes. Y así supe lo orgulloso que se sentía de haber sido alumno y discípulo allá en la Universidad de Oxford del mismísimo Javier Marías.
Todo surgió al descubrir él sobre el salpicadero del viejo Opel Astra el vólumen de Todas las Almas que estaba leyendo un servidor. Los ojos se le hicieron Sparklings al avistarlo y ya no hubo más tema que la evocación de aquellos días de estudiante en Oxford, y la admiración que le profesaba al escritor que tan bien supo retratar en la novelita el ambiente cerrado y tan de naftalina de la vieja universidad. La asignatura que atendía Marías era tan minoritaria, que la impartía en su propia habitación cual si fuera una charla de amigos.
Apuesto a que Spencer habrá leído todo lo que ha salido de la pluma de Javier Marías, casi por obligado rendimiento de pleitesía a la memoria de aquellos años. Mi caso sería parecido de no ser por el enorme escollo que me supuso Tu rostro mañana, Fiebre y Lanza, que me ha apartado por ahora de su prosa más plúmbea y enojosa a mi juicio.
Me ensalzó también -lo recuerdo- a un autor que le gustaba y del que yo no había oído hablar jamás aun siendo español, el autor digo. Julián Ríos, al que tenía por el James Joyce hispano, por el Proust del castellano, y al que el stablishment literario y cultural lo mantenía ignorado de la manera más injusta e ignominiosa. LARVA era la novela cumbre de Ríos, según me contaba David, con un estilo que se acercaba más al Finnegan´s Wake que al Ulises del inmortal dublinés. Inextricable por tanto. Como un Libro de Manuel de Cortazar, o como El ruido y la Furia de Faulkner.
Todo eso me contaba el bueno de David, con su carita de vino Sherry y su ropa de Marks and Spencer.
Y me entero hoy por esa entrevista andaluza de que sigue bregando con los phrasal verbs y las defining clauses. Seguirá vendiendo su lengua franca a nuestro duro oído. Aquí está, a la vera de esa muela enorme, mojando su picatoste en el platillo de aceite cordobés, mientras la brisa que llega de lejos, desde el estrecho, le atusa el flequillo ralo y lacio de héroe de Paracuellos.
miércoles, 28 de abril de 2010
MANTEL DE CUADROS
Antes de sentarme ya sabía que iba a ser una sobremesa memorable. el día era uno de los más colorados del almanaque a pesar de estar en medio de la semana. El pronóstico del meteosat se cumple y voy al volante con el salpicadero marcando 30º y medio de canícula. Estoy de nuevo en mi finisterre particular. Hondarribia. Al otro lado del estuario se extiende Hendaia, y en mi mente de ratoncito ibero de laboratorio se me figura el extranjero, la otra lengua, la frontera, el misterio, la aventura... Pero no tengo tiempo para incursiones tentadoras por el sur de Francia, y me encamino a Goxodenda, mi restaurante dilecto y recoleto, donde me salió aquel poemilla que hizo que Angeline silbara por lo bajo, como para sí. De nuevo Valle del Cinca en la copa. tinto joven. Nuviana. Tempranillo + Cabernet. Oh Dios! ¡Tendré que echar la siesta en el coche antes del regreso! Merecerá la pena. Voy a comprar bonos de Nuviana, o deuda pública de Nuviana, o acciones de la bodega, o apadrinaré a un hijo de un vinicultor de Nuviana, lo que sea pero esta gente tiene que seguir vinificando mis estancias en Fuenterrabía. Espera, quizás pueda enviarles mi curriculum para llevar su representación por los bares de Bilbao. Pero qué digo. ¿Estoy borracho ya? Mejor voy pidiendo el café porque me descompongo y disgrego por menos de nada.
Me centraré recuperando el menú elegido hoy.
De primero: pure de verduras y picatostes, con taquitos de vieira y piperrada.
De segundo: Tacos de gallo sobre patata panadera, con reducción de naranja, limón y piña.
De postre: flan de queso bajo crema de arándanos.
Café cortado con hielo, y el Valle del Cinca arriba apuntado.
13€
La mística de la buena mesa la he experimentado siempre en contados manteles, y los de Goxodenda fueron siempre apuesta segura.
La sobremesa. Cómo han podido recibirme con esta alfombra tan roja. A mitad del éxtasis palatino empiezo a discernir en la música ambiente la voz de Eva Cassidy cantando Over the rainbow, y luego todo el disco, lingote a lingote.
Pero dónde ha podido estudiar cocina este melónamo restaurador que me regala la boca y el espíritu de esta manera. Debería entablar conversación con él, abrirle mi alma y contagiarme de su luz, pero lo cierto es que no he bebido tanto vino como para eso. Además qué podría ofrecerle yo a un ser que cocina de esta manera, Quizás se fijara en el librito que me acompaña y que amarillea la mesa con su color de Anagrama. Los short Cuts de Carver, con prólogo del propio Altman. Quizás sea un cocinero lector del dirty realism americano y se sentara a mi vera y me contara sus esfuerzos por dotar de toda la literariedad de la que es capaz los platos de sus menús y de sus cartas. Cada coma y adjetivo para que la letra esté a la altura de la alquimia que describen.
Lo imagino varón, pero quizás sea mujer y podamos unir entonces nuestro linaje y poblar de vástagos estas tierras de frontera. Hijos lectores de Auster, Amis y carver que crearan nouvelle cuisine mientras escuchan Danny boy o Fever en la voz de la inigualable Eva Cassidy. Eva Cassidy me pone triste mientras choco entre sí los cubitos de hielo entre el proceloso café. Me limpio las comisuras y hago mutis saludando a la camarera. Au revoir.
Me centraré recuperando el menú elegido hoy.
De primero: pure de verduras y picatostes, con taquitos de vieira y piperrada.
De segundo: Tacos de gallo sobre patata panadera, con reducción de naranja, limón y piña.
De postre: flan de queso bajo crema de arándanos.
Café cortado con hielo, y el Valle del Cinca arriba apuntado.
13€
La mística de la buena mesa la he experimentado siempre en contados manteles, y los de Goxodenda fueron siempre apuesta segura.
La sobremesa. Cómo han podido recibirme con esta alfombra tan roja. A mitad del éxtasis palatino empiezo a discernir en la música ambiente la voz de Eva Cassidy cantando Over the rainbow, y luego todo el disco, lingote a lingote.
Pero dónde ha podido estudiar cocina este melónamo restaurador que me regala la boca y el espíritu de esta manera. Debería entablar conversación con él, abrirle mi alma y contagiarme de su luz, pero lo cierto es que no he bebido tanto vino como para eso. Además qué podría ofrecerle yo a un ser que cocina de esta manera, Quizás se fijara en el librito que me acompaña y que amarillea la mesa con su color de Anagrama. Los short Cuts de Carver, con prólogo del propio Altman. Quizás sea un cocinero lector del dirty realism americano y se sentara a mi vera y me contara sus esfuerzos por dotar de toda la literariedad de la que es capaz los platos de sus menús y de sus cartas. Cada coma y adjetivo para que la letra esté a la altura de la alquimia que describen.
Lo imagino varón, pero quizás sea mujer y podamos unir entonces nuestro linaje y poblar de vástagos estas tierras de frontera. Hijos lectores de Auster, Amis y carver que crearan nouvelle cuisine mientras escuchan Danny boy o Fever en la voz de la inigualable Eva Cassidy. Eva Cassidy me pone triste mientras choco entre sí los cubitos de hielo entre el proceloso café. Me limpio las comisuras y hago mutis saludando a la camarera. Au revoir.
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